Capítulo 28

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Todo el mundo dio gracias por que el hotel no estuviera lejos de donde habían comido. Llevaron a Ethan medio a rastras y corriendo lo más rápido que podían intentando que nadie les viera.

Una vez que llegaron a la habitación, Arya y Daniel tumbaron a Ethan en la cama y empezaron a hacerle pruebas para ver que le había pasado, mientras Mika se aseguraba de correr bien las cortinas y Yurgen salió para asegurarse de que nadie les había seguido. Por otro lado, Terence se lo tomó algo más personal y cuando nadie le prestaba atención agarró a Vera de la chaqueta y la empujó contra la pared.

–Ya me estas diciendo que demonios le has hecho.

–He hecho lo que tenía que hacer.

–No juegues conmigo que sabes que no funciona. ¿Qué le has hecho?– Gritó.

–¡Le he dado un calmante!

–¿Qué?– Se relajó un poco y Vera se libró de él.

–En Las Vegas, los tíos que le secuestraron tenían más dosis de lo que usaron para llevárselo. Ethan cogió un puñado de jeringuillas y se las llevó. Yo se las guardaba para no incrementar su adicción.

–¿Ethan es drogadicto?– Preguntó Arya sorprendida.

–Intenté evitarlo, pero...

–No te creo.– Dijo Terence sacando el arma que se había llevado de Fresno y apuntó a Vera.

–Terence, ¿se puede saber que coño haces?– Dijo Mika acercándose.

–No me fío de ella. Le drogó ella y vete a saber que más cosas ha hecho sin que lo sepamos.

–¿Estas de coña?– Dijo poniéndose entre ambos.– Por si se te ha olvidado, salvó a Ethan de los secuestradores en Las Vegas. Se llevó un tiro por nosotros en el hospital de Fresno. Se llevó a Yurgen, Arya y Daniel por si explotaba la mina que TU pisaste. Nos enseñó a manejar armas para defendernos y quiere llevarnos a un lugar seguro.– Dijo mientras se acercaba un poco a él y le quitaba el arma de sus manos.

Terence dejó que Mika le desarmara sin quitarle la vista de encima a Vera.

–¿Va a despertar?– Dijo al cabo de un par de minutos en silencio.

–Solo le he dado un sedante. Lo que su cerebro haga con él está fuera de mi alcance.– Terence se acercó poco a poco a ella.

–Eh...– Dijo Mika intentando detenerle pero él la apartó.

–Si después de todo, esta maldita locura termina bien, te perdonaré.– Dijo muy serio.

–Entonces, ¿confías en mi?– Vera extendió la mano hacia Terence.

–Supongo que no me queda otra opción.– Dijo y le estrechó la mano.

Lo siguiente que pasó fue que Yurgen entró en la habitación. La escena era de película. Terence y Vera estaban cogidos de la mano, Mika con el arma de Terence en las manos y Arya y Daniel intentaban reanimar a Ethan.

–¿Qué perder yo?

–Nada.– Dijo Vera soltando a Terence. Después su móvil sonó y salió a contestar fuera.

–Todo el día con el maldito telefónito...

–Deja de comportarte como un idiota.– Le dijo Mika y él extendió la mano hacia ella.

–Y si tu vuelves a quitarme el arma, que sea para disparar a alguien.

Mika le devolvió al arma a regañadientes y él la guardó. Cuando Vera volvió de atender la llamada, todos se acercaron a Arya y Daniel para que les contaran como estaba Ethan.

–Parece que respira por su propio pie sin ninguna dificultad.– Comenzó Arya.– Su pulso se ha vuelto normal, como sus venas y no parece que nada maligno le este haciendo sufrir.

–¿Y su capacidad cerebral?– Quiso saber Vera.

–65%.– Dijo Daniel.– Es una burrada.

–Tenemos que llegar a San Francisco cuanto antes. Es posible que llegados a este punto se haya vuelto mucho más sensible a los estímulos.

–Bueno, pues en ese caso, cuando despierte nos vamos.

Durante la noche, todos se quedaron a dormir en la misma habitación. Querían estar allí cuando Ethan despertara para poder coger sus cosas e irse, pero todos se quedaron dormidos antes de que aquello ocurriera. Bueno, en realidad todos menos Vera.

Ella se quedó sentada en la butaca mirándolos a todos dormir. Tenía sentido que Terence no confiara en ella, apenas la conocía y habían decidido ir en un viaje como ese confiando ciegamente en ella, era comprensible que alguien no pensara aquello. Lo más sorprendente era que el resto si que confiara en ella. Se miró el tatuaje de la rosa, recordó todo lo que significaba y empezó a quemarle. Era la marca a fuego que siempre le recordaría aquel doloroso momento cuando fue tan feliz.

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