Capítulo 33

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A pesar de mantenerse fuerte frente a Hugo, Ethan quería gritarle y suplicarles que pararan. Quería llorar por el dolor y seguir gritando por la impotencia que le producía no poder hacer nada al respecto.

Estuvieron toda la mañana con las pruebas hasta que consiguieron llevar a Ethan hasta el 70%. Tuvieron que estar toda una mañana para conseguir subir un cinco por ciento. Cuando terminaron, Ethan se sentía cansado física y mentalmente. Tenía ganas de dormir y no despertar en dos semanas por lo menos.

Cuando se acercaron a quitarle los cables, se dieron cuenta de que le habían hecho heridas que le dejarían cicatrices bastante notables. Al soltarle las muñecas no intentó huir. Estaba tan cansado que apenas tenía fuerzas para levantarle.

Volver a alguien así hizo que a Vera se le revolviera el estómago. Habían pasado ya varios años y seguía sin acostumbrarse a aquella visión, y puede que nunca lo hiciera.

–¿Qué opinas?– Le dijo Clark, el científico que había estado al mando todo el rato.

–¿Qué? Lo siento, Clark, no estaba escuchando.

–Decía que a este ritmo, conseguiremos el cien por cien en casi una semana. ¿Qué opinas?

–Opino que es mucho tiempo.– Dijo y entonces los guardias que habían llevado allí a Ethan, se acercaron para volver a llevárselo.– No puedo ver esto.

Vera salió del laboratorio por la puerta de atrás para evitar ver como se llevaban a Ethan como si fuera una muñeca de trapo de nuevo a su celda.

Ella fue hasta el comedor que era donde comía todo el mundo, menos su padre. Se pasaba los días encerrado en su despacho o yendo de acá para allá, siempre con prisas, así que apenas tenían tiempo para hablar.

Con su hermano, la relación tampoco era mucho mejor. Desde que eran pequeños competían para ser el mejor a ojos de su padre, y ella siempre lo había tenido más difícil al ser cinco años más joven, cinco años más inexperta... Y a Hugo le encantaba recordarselo. Las pocas veces que se veían le contaba una y otra vez todo lo que había hecho en Europa y ella tenía que asentir con una sonrisa falsa. Pero ahora habían cambiado las tornas, ella había encontrado a un posible 100% y él no tenía nada, aunque no estaba especialmente orgullosa.

Comió sola mientras los científicos, ingenieros, guardas y todo el mundo que trabajaba allí entraba y salía sin apenas pararse a comer. Cuando terminó, estuvo dando vueltas por la central hasta que llegó al gimnasio y vio a su hermano pegándose con un saco de boxeo.

–¿Puedo acompañarte?– Dijo ella entrando.

–¿No tienes nada mejor que hacer que venir a pegarte conmigo?

–Estoy tomándome un descanso.– Vera se hizo una coleta y cuando estuvo lista, Hugo cogió un par de lanzas, le pasó una a su hermana y empezaron a pelearse con ellas.

–Te mueves bien. ¿Has estado practicando?

–No me ha quedado más remedio. Me disparate en la pierna.

–Y tu de pequeña me mordiste el brazo.

–¿Aún me guardas rencor por eso?– Vera se rió y atacó a su hermano a las piernas.

–¡Arg! No, te guardo rencor por usar los prototipos de células madre que queríamos del hospital de Fresno para curarte y destruir el resto.

–Bueno, ahora sabes que funcionan.

–Si...– Siguieron peleando como si aquello fuera una pelea a muerte entre ambos.

–¿Qué tal te ha ido en Europa?– Le preguntó ella al rato.

–Bien. Como siempre. ¿Por qué preguntas?

–¿Qué pasa? ¿No puedo preocuparme por mi hermano?– Dijo antes de darle en las costillas.

–¡Ah! No mientas, hermanita... Mi trabajo no te importa una mierda.– Vera se quedó callada y se alejó un poco.– ¿De qué no quieres hablar?

–¿A qué viene eso?

–Evitas los temas de los que no quieres hablar interesandote por mi desde que eras una cría.– Hugo intentó darle en la cabeza pero ella se agachó a tiempo.– ¿De qué no quieres hablar?

–De nada.– Se levantó.

–¿Es algo del trabajo?

–No.

–Si. Que mal mientes.

–¡Cállate!

–Solo hay algo en este trabajo que pueda hacerte perder la cabeza de esta forma.– Hugo la atacó hasta conseguir acorralarla contra la pared.– Ethan.

–Eso no es verdad.

–¿Ya has olvidado a Harry?– Hugo señaló con su lanza la rosa del brazo de Vera.

Al oír de nuevo su nombre después de tanto tiempo, Vera enfureció y atacó a Hugo hasta librarse de él. Atacó con todo lo que sabía hasta que, por un momento, perdió el control y fue directa a golpearle en la cabeza, solo que él consiguió parar su lanza a tiempo.

–Esa iba a hacer daño, Vera.

–Has empezado tu.– Vera aguantó el llanto y recuperó la lanza de las manos de su hermano.

–Con esta clase de sentimientos no llegaras muy lejos en este trabajo.

–Déjame en paz, Hugo.– Dijo dejando caer la lanza y salió del gimnasio.

Hugo sabía muy bien dónde atacarla física y emocionalmente. Una vez fuera, se apoyó contra la pared y se dejó caer hasta quedarse sentada en el suelo mientras se secaba las lágrimas. Habían pasado casi tres años y aún seguía sin superarlo, pero no iba a permitir que Ethan acabase de la misma manera.

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