Capitulo 35. Una gran sorpresa.

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Pese a su firme determinación de pillar a Malfoy, Harry no tuvo suerte en las dos semanas siguientes. Aunque consultaba el mapa siempre que podía, en ocasiones haciendo visitas innecesarias al lavabo entre clase y clase para examinarlo, ni una sola vez vio a Malfoy en un sitio sospechoso. En cambio, sí vio a Crabbe y Goyle paseando por el castillo, cada uno por su lado, con mayor frecuencia de la habitual; a veces se detenían en un pasillo vacío, pero Malfoy no sólo no estaba cerca de ellos, sino que era imposible localizarlo. Eso era muy misterioso. Harry barajó la posibilidad de que Malfoy saliera del colegio, pero ¿cómo, si en el colegio se habían instalado severas medidas de seguridad? Supuso que todo se debía a que costaba mucho distinguirlo entre los cientos de puntos negros que aparecían en el mapa del merodeador. Respecto al hecho de que Malfoy, Crabbe y Goyle fueran cada uno por su lado, mientras que hasta entonces habían sido inseparables, era algo que solía suceder cuando uno se hacía mayor: Harry recordó que Ron, Destiny y Hermione, lamentablemente, ofrecían un claro ejemplo de ello.

Febrero dejó paso a marzo y el tiempo no cambió mucho, aunque además de llover hacía más viento. Todos los estudiantes manifestaron indignación cuando en los tablones de anuncios de las casas apareció un letrero que informaba sobre la cancelación de la siguiente excursión a Hogsmeade. Ron se puso furioso.

—¡Iba a coincidir con mi cumpleaños! —exclamó—. ¡Me hacía mucha ilusión!

—A mí no me sorprende que la hayan suspendido, la verdad —dijo Harry—. Después de lo que le pasó a Tom...

Tom todavía no había vuelto de San Mungo. Y además, El Profeta había informado de otras desapariciones, entre ellas varios parientes de alumnos de Hogwarts.

—Pues lo único que ahora podrá motivarme un poco es esa tontería de la Aparición —refunfuñó Ron—. Menudo regalo de cumpleaños...

Ya llevaban tres sesiones y se estaba demostrando que la Aparición no era coser y cantar; a lo sumo, algunos estudiantes habían conseguido despartirse. Aunque Destiny habia logrado aparecerse, erróneamente en la ultima sesión, porque no quedo en su aro, sino habia aparecido enfrente de Malfoy, cayendo encima de él. Harry estuvo tan molesto con ella durante un tiempo, al igual que Warrick.

A pesar de ello, se respiraba un ambiente de frustración y una palpable hostilidad hacia Wilkie Twycross y sus tres D, lo cual había dado pie a varios apodos para el instructor; los más educados, don Desastre y doctor Desgracia.

—¡Feliz cumpleaños, Ron! —dijo Harry el primero de marzo cuando los ruidos de Seamus y Dean, que se iban a desayunar, los despertaron—. Toma, tu regalo.

Lanzó un paquete sobre la cama de su amigo, donde ya había un pequeño montón de obsequios que Harry supuso le habían dejado los elfos domésticos por la noche.

—Gracias —contestó Ron, adormilado, y mientras desgarraba el envoltorio, Harry se levantó, abrió su baúl y buscó el mapa del merodeador; siempre lo escondía ahí después de utilizarlo. Sacó la mitad del contenido del baúl hasta que lo encontró debajo de los calcetines, hechos una bola, donde todavía guardaba la botellita de poción de la suerte Felix Felicis.

—Hey —entraba Destiny con animo al dormitorio, el chico seguía enojado con su amiga, que se acercaba abrazando a Ron y le entregaba una caja.

Se llevó el mapa a la cama, le dio unos golpecitos y pronunció: «¡Juro solemnemente que mis intenciones no son buenas!», pero en voz muy baja para que no lo oyera Neville, que en ese momento pasaba por allí.

—¡Son fenomenales, Harry! ¡Muchas gracias! —exclamó Ron, agitando unos guantes de guardián nuevos.

—De nada —repuso Harry, distraído, mientras escudriñaba el dormitorio de Slytherin en busca de Malfoy—. ¡Eh, me parece que no está en la cama...!

Destiny y el Principe Mestizo [DEH #6]Where stories live. Discover now