Capitulo 41. Reportes de la misión elfica.

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Durante la semana siguiente, Harry se estrujó el cerebro buscando una manera de que Slughorn le entregara el auténtico recuerdo, pero no se le ocurrió ninguna idea genial y acabó recurriendo a lo que últimamente solía hacer cuando se sentía perdido: enfrascarse en su libro de Pociones con la esperanza de que el príncipe hubiera garabateado algún comentario útil en alguna página.

—Ahí no vas a encontrar nada —le dijo Hermione el domingo por la noche.

—No empieces, Hermione. Si no llega a ser por el príncipe, ahora Ron no estaría aquí sentado.

—Estaría aquí sentado si hubieras escuchado a Snape en primero —repuso ella con desdén.

Harry no le hizo caso. Acababa de encontrar un conjuro (¡Sectumsempra!) escrito en un margen, seguido de las intrigantes palabras «para enemigos», y se moría de ganas de probarlo. Pero no le pareció oportuno hacerlo delante de Hermione, así que dobló con disimulo la esquina de la hoja.

Estaban sentados delante del fuego en la sala común, donde aún quedaban unos pocos compañeros de sexto que pronto se irían a dormir. Un rato antes, al volver de cenar, hubo cierto alboroto porque en el tablón de anuncios habían puesto un letrero con la fecha del examen de Aparición. Los alumnos que el 21 de abril —fecha del primer examen— tuviesen diecisiete años podrían apuntarse a sesiones de prácticas complementarias. Se realizarían en Hogsmeade rodeadas de estrictas medidas de seguridad.

A Ron le entró pánico al leer la noticia porque todavía no había conseguido aparecerse y temía no estar preparado para aprobar el examen; Hermione, que ya había logrado aparecerse dos veces, se sentía un poco más confiada, pero Harry ni Des, que cumpliría los diecisiete años hasta meses más tarde, no podrían examinarse.

—¡Pero tú al menos sabes aparecerte! —le dijo Ron con nerviosismo—. ¡Cuando llegue julio no tendrás ningún problema!

—Sólo lo he hecho una vez —le recordó Harry. Al fin, en la última clase, había conseguido desaparecerse y rematerializarse dentro de su aro.

Miro a Des, que se enfrascaba en su propio libro, ella dejo de estar examinada, al ser la primera del curso en aparecerse, cinco veces seguidas, siendo retada por el examinador, que le explicó un método mejor, que sus tres patéticas Ds.

Ron, que había perdido bastante tiempo hablando de sus preocupaciones respecto a la Aparición, se decidió a terminar una redacción condenadamente difícil, encargada por Snape, que Des, Harry y Hermione ya habían acabado. Harry estaba convencido de que Snape iba a ponerle mala nota en ese trabajo por haber discrepado con él sobre la mejor forma de enfrentarse a los dementores, pero no le importaba: lo que más le interesaba en ese momento era el recuerdo de Slughorn.

—En serio, Harry, ese estúpido príncipe no te ayudará en esta misión — dijo Destiny por fin, quien últimamente no hablaba tanto como antes, y eso era preocupante, porque su amiga, siempre tiene algo que decir, bueno o malo, no importaba, siempre lo decia—. Sólo hay una manera de obligar a alguien a hacer lo que uno quiera: la maldición imperius, pero es ilegal... también la violencia, pero no siempre hay que recurrir a ella.

—Sí, ya lo sé, gracias —dijo Harry regresando la mirada del libro—. Por eso busco algo diferente. Dumbledore me advirtió que el Veritaserum no serviría, pero quizá encuentre otra cosa: alguna poción o algún hechizo...

—No estás enfocando bien este asunto —se obstinó su amiga—. Dumbledore afirma que eres el único que puede sonsacarle ese recuerdo. Eso da a entender que tú puedes convencerlo con algo que no está al alcance de nadie más. No se trata de hacerle beber una poción; eso podría hacerlo cualquiera...

Destiny y el Principe Mestizo [DEH #6]Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora