Capítulo 10.

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La azafata me sonrió con cortesía mientras me guiaba a mi asiento, observe la ventana y no podía evitar sentir un nudo en el estómago, esto no estaba bien pero no podía evitarlo solo necesitaba saber que Leo estaba bien, que Regina estaba bien. Seguro Neferet lo entendería, no era la sirvienta ideal.

El avión aterrizó horas después, pedí un taxi y me dirigí a casa pues es sábado por la mañana, las ansias recorría cada poro de mi piel, de camino a casa vi un pequeño grupo caminar con pequeño ánimo por su vestimenta diría que estuvieron en una fiesta pues eran dos chicas con vestidos muy cortos y tres chicos con ropa casual, al mirar el rostro de ellos me quede helada.

—espere, deténgase un momento —pedí de golpe.

El taxi paro y yo me quede observando aquella escena que me resultaba increíble de creer, era Leo... Iba de la mano con Regina, ella se recostaba en su hombro y seguían caminando como si nada, a la par de ellos estaba nuestros amigos de la escuela, todos se miraban agotados como si hubieran tenido una noche muy larga, sentí mi corazón romperse en mil pedazos y un nudo doloroso se formó en mi garganta, las lágrimas se resbalan por mis mejillas sin poder detenerlo, mi mundo se había derrumbado en tan solo pocos segundos.

—¿puedo avanzar? —pregunto el taxi en tono cansado.
—si —logre decir con voz rota.

Llegue a casa y corrí a mi habitación con mi corazón roto, no podía creer que Regina me hiciera tal cosa solo había pasado un mes desde mi ausencia y el... Corrió a sus brazos es decir, ¡¿como paso?! Se supone que era mi mejor amiga, una espina se clavo en mi corazón y el rencor se hacía presente, negué con tristeza mientras pensaba que ya había respondido mi duda mucho más rápido de lo que yo esperaba, Neferet tenía razón... Esta ya no era mi vida, lo mas seguro es que mande a un rastreador por mi, solo me quedan unos días seguramente si no es que menos, cerré mis ojos y me deje llevar por el sueño que invadía mi cuerpo.

Sus ojos rojos me observaban desde la oscuridad con cautela como cuando asechas a tu presa antes de comerla, podía ver la sed en sus ojos, deseaba mi sangre en sus labios.

—ven conmigo Anne —susurro con voz grave y seductora, sus palabras tenían efecto en mi como si estuviera hipnotizada.

Me levante sin ánimos y baje a la cocina para comer, llame a la aerolínea pidiendo un vuelo de retorno pues no quería enfadar más a Neferet, había sido una tonta por haberme ido de esa manera y lo más seguro es que me castigue por esto, pero ya no importaba, había tenido la respuesta que quería y quizás era lo mejor pues no tenía vida aquí, encendí la televisión y me deje caer en el sofá.

Mi mente era un caos, no sabía que hacer, no sabía que pensar, ni siquiera sabía cómo sentirme, ¿traicionada? ¿Dolida? ¿Decepcionada? Sentía eso y muchas cosas más, me reprendi a mí misma por darle mucha importancia a algo que simplemente ya había pasado no había vuelta atrás, Leo estaba con mi ex mejor amiga y eso no cambiaría, así que solo me resigne a ello, solo esperaba que Neferet no me cambiará tan rápido como Leo...

Neferet. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora