Capítulo 17.

6K 455 24
                                    

Corrí a mi habitación y me senté en mi cama, ¿Neferet estuvo observándome siempre? ¿Porque? Quizás todo es por mi sangre, me negaba a creerlo el siempre fue muy atento conmigo y no me a dado razones para pensar lo contrario.

—Anne, el desayuno está listo —Esmeralda tocaba mi puerta sacándome de mis pensamientos.
—ahora voy —no deseaba salir, pero Neferet vendría personalmente si no aparecía.

Camine a la cocina y ahí estaba el sentado frente a mi sin expresión alguna como si nada pasara, ¿como podía hacerlo?

—estaré todo el día fuera, tengo reuniones importantes pero volveré en la noche —Neferet me observaba esperando mi respuesta.
—de acuerdo —musite mirando mi plato.
—tengo que irme, termina de desayunar —se levanto y me dio un beso rápido en los labios.

Me sonroje y asentí sin decir una palabra, me sentía confundida, estaba segura que sentía algo por el, ¿pero que sentía el por mi? ¿Quizás solo atracción por mi sangre? Es por eso que me cuida, para no perder mi sangre.

Termine mi desayuno y camine al patio no sin antes recibir una advertencia del guardia, Neferet no me permitía salir del lugar, me senté en la grama y disfrute el aire fresco pensando como estará mi madre, no e hablado con ella durante semanas, quizás no me echa de menos. Quisiera poder visitarla y que me diera consejos, suelto una carcaja al tener esa idea pues mi madre nunca entiende mis sentimientos.

—¿todo bien Anne? —Esmeralda apareció a mi lado con una sonrisa.
—por supuesto —conteste sin pensar.
—te vi escondida en el corredor cuando apareció el señor Sanna —la mire sorprendida y apenada a la misma ves.
—¿tu lo sabias? —pregunte un poco molesta.
—si, el señor Neferet siempre cuido de ti desde pequeña, cuando naciste toda la familia real se presentó para felicitar a tu madre, pero Neferet al entrar y sentir el aroma de tu sangre no pudo apartarse, quería llevarte con el pero tu madre no lo permitió, hasta que tuvieras la edad suficiente siempre estarías al cuidado de tu madre, pero Neferet siempre estuvo en las sombras cuidándote —quede asombrada.

Comencé a recordar todas las veces que me sentía observada, siempre una sombra tras de mi, ¿era el? Me sentí muy expuesta, en verdad sabía todo sobre mi.

—el señor Neferet es un buen hombre, lo hizo para cuidarte —Esmeralda sujetaba mi mano y estudiaba mi reacción.
—gracias por decirme —susurre aun pensativa.

Neferet observó cada aspecto sobre mi, me vio crecer, ¿entonces que sentía por mí? Era mi pregunta principal, necesitaba saberlo.

Me levante de aquel lugar y camine a mi habitación, ordene un poco el lugar para entretenerme un poco, no es que necesitará hacerlo pues las sirvientas mantenían muy limpio todo el castillo. Salí de mi habitación y Camine a la habitación de Neferet con paso torpe y temoroso, seguro se molestaría pero tenía curiosidad de ver si hay algo de mi en sus pertenencias.

Abrí la puerta con manos temblorosas y cerré con cuidado haciendo el menor ruido posible, las paredes eran color café oscuro y su cama tenía un lindo cubre cama de seda color rojo, no tenía adornos ni nada en su habitación, me dirigí a su cómoda y abrí un cajón, no tenía nada en el, abrí el segundo y tenía un libro.

Carmilla, de Sheridan Le Fanu (1871)

La protagonista, Laura, narra cómo su vida pasa de plácida y tranquila a desconcertante y espantosa cuando aparece Carmilla, una joven hermosa y enigmática. Laura, la protagonista de la historia, es una joven que vive con su padre y unos criados en un antiguo castillo en las lejanías de Estiria (Austria). A menudo, recuerda cuando era una niña y estaba dormida en los brazos de una joven y se despertaba al sentir dos agujas en su pecho.

Interesante elección pensé, Camine al guardaropa y abrí el primer cajón, estaba un pequeño sobre con fotos adentro, abrí el sobre y dejé caer las fotos al suelo al ver que se trataban fotos de mi, mi primer cumpleaños, mi primer día en la escuela, cuando aprendí a montar la bicicleta... No puede ser.

Puse todo en su lugar y camine fuera de ahí a toda prisa, tenía miedo pero me regañaba a mi misma diciéndome que no tenía de que temer, Neferet cuido de mi después de todo, ¿no?

Neferet. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora