Capítulo 3: La noche de póker

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Una vez viendo un documental de animales peligrosos, aprendí que para curar la picadura de alguna araña, alacrán o serpiente venenosa, el antídoto se hace del mismo veneno ¿Qué loco, no? Eso mismo que puede matarte, es lo que también puede salvarte la vida...

Es jueves, hoy es la noche de póker de Laian y sus amigos, eso significa que me quedaré en la habitación mirando Netflix y comiendo alguna comida chatarra que comprare camino a casa. No me molesta, la verdad, puedo tener un momento para mí misma y generalmente Lai gana las apuestas y se va a dormir bastante contento.

Desde la conversación con él de ayer por la mañana, no volvimos a hablar del tema. Incluso, después del trabajo me trajo un oso de peluche color rosa y un kilo de helado. Como si eso pudiera remediar algo. Ja.

Sin embargo, lo bueno fue que no aparecieron ni el Dr. Jekyll, ni Mr. Hide. Es solo Laian, ese que sé que sus otras dos personalidades lo aprensan y lo dejan salir de vez en cuando. Disfruto de esos momentos, porque cuando ocurre no hay rastro de maldad en él, solo queda ese ápice de cosas buenas que están ahí dentro muy al fondo, en un rincón recóndito de su ser. Y de una u otra manera me devuelve a la vida aunque sea por un rato.

Como ahora.

- No, Laian, basta.- digo riendo a carcajadas tratando de sacarlo de encima de mí.

- Sé que te gusta además tu perfume huele a chocolate.- dice riendo y besando mi cuello de una manera ruidosa y me da cosquillas, no lo aguanto más; si sigue haciendo eso seguro me voy a hacer pis encima y no será nada lindo. Baja la mano por mi cintura y comienza a hacerme cosquillas en el abdomen y al mismo tiempo que besa mi cuello largando aire, voy a morir meada encima y asfixiada de tanto reír.

- ¡No!- chillo. Mi estómago duele, pero en cierta manera es placentero que duela de la risa que provoca su asalto a mi cuerpo de una forma tierna y no violenta.

- ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí!- dice y continúa moviendo sus dedos más rápido y siento que me quedo sin aire.

- Es...Pe.., Es...Pe..., Espe..., Espera.- digo entre jadeos tratando de recuperar el aire y tratando de calmar mi risa. Alza sus manos y me mira divertido con su sonrisa al mayor esplendor posible. Mi pecho sube y baja y me rio, me divierte su expresión. Quiere acercar su mano a mi cuello y la tomo antes de que llegue.- ¡No!- digo con firmeza y conteniendo la risa.

- ¿Segura?- pregunta con algo de picardía.

- ¡Sí!- respondo segura. En realidad, lo quiero así, este que tengo sobre mí relajado y de buen ánimo, quiero que se quede, lo ataría a la cama si fuera posible, me encantaría encontrar el interruptor que hace que se quede así para siempre. De alguna forma debo hacerlo, debo salvarlo, debo encontrar el interruptor.

- Creo que ya es suficiente.- dice saliendo de encima de mí.- Voy a llegar tarde al trabajo.- Miro el reloj y son las 8 am y yo tengo que abrir el local en una hora ya que Lisa pesco gripe y la fiebre no la deja salir de la cama.

Laian se saca las mantas de encima y camina al baño así como Dios lo trajo al mundo, debido a su buen ánimo de esta mañana, mi emoción de ver que era su versión buena y su virilidad en su mayor esplendor inevitable fue que termine metido dentro mío y bien enredado en mis piernas.

Para ser sincera me siento extasiada y embriagada de él, es como si todo lo malo que nos rodea no existiera, es como si todo fuera una pesadilla y la realidad fuera ésta, dos locos enamorados sin importar nada. Ahora ya entiendo a Britney Spears cuando una vez en una de sus canciones dijo: "Tú eres toxico, me estoy resbalando, con el sabor del veneno del paraíso". Así estoy, envenenada de Laian y su veneno me mata cada día un poco, pero el antídoto es él mismo también, en su versión buena.

Cuando Caiga el SolWhere stories live. Discover now