Capítulo 22: Cómplice.

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"Un mono vio a un pez, y pensando que estaba triste y en peligro, lo sacó del agua. El pez murió..."

Esta es una reflexión anónima muy conocida y nos enseña que lo importante es entender el entorno del otro. En lo personal creo que si queremos ayudar a alguien solo vamos a poder hacerlo entendiendo el contexto en el que vive. De lo contrario, seríamos una piedra más en su camino porque no lograríamos nada.

Tengo mi corazón subido en mi garganta, me late rápido y tengo ganas de vomitar. Es sábado y manejo hasta la casa de los padres de Laian. Clara. Su madre. Me llamó para que tomemos el té junto con Aimara quien a último momento ella cancelo porque su mejor amiga llega de Europa y fue a recibirla al aeropuerto. Solo seremos Clara y yo.

Desde que mi suegra me hizo la invitación decidí juntar cada video de la cámara de seguridad del departamento, los archive en mi computadora y los descargué en mi teléfono para llevarlos. Estoy muy tentada en volver a casa y no decir nada. Incluso pare a un lado del camino unas dos veces para pensar si lo que estoy haciendo es lo correcto, si en realidad es lo que debo hacer.

Y sí. Es lo que debo hacer. No hay vuelta atrás es ahora o nunca.

Aun así me siento aturdida. Seguramente son los nervios que me provoca pensar en toda esta situación. Estoy confiada que todo lo que haga hoy posiblemente tenga un muy buen resultado. Confío en Clara ella es una mujer inteligente que sabe tratar estos temas y lo hará con profesionalismo.

Pero no olvides que es su madre...

Ese recordatorio en mi cabeza retumba, retumba y yo trato de alejarlo porque si lo escucho terminaré por dar la vuelta y volver a casa. Sería muy feo hacerlo, ya que estoy estacionando en la puerta de su casa en este momento.

Cuando estoy saliendo del auto, Clara abre la puerta y me espera con una sonrisa. Pongo mi mejor cara y avanzo hacía ella.

- Ama.- dice y me estrecha en sus brazos.

- Clara ¿Cómo estás?- pregunto con mi mejor animo

- Muy bien ¿Y tú?

- De maravilla.- miento.

- Ven, Rosa nos preparó nuestra merienda en el jardín.- dice mientras atravesamos la sala de estar de su casa.

Después de tantos años de estar en la familia Fox ya me acostumbre a todo el protocolo de gente rica, pero todavía se me hace muy incómodo ¿Para qué poner una mesa en el jardín? Con una taza en la barra de desayuno estaríamos bien.

Al llegar al jardín, como era de esperarse, hay una mesa con un mantel blanco, los sillones individuales que hacen juego con la mesa y sobre ella una tetera, una lechera, dos tazas de porcelana a juego con la tetera y la lechera, y una linda bandeja de tres pisos llena de delicatesen y galletitas caseras. Esto es muy exagerado.

- Wow, está todo muy lindo, pero no te hubieras puesto en gasto con todo esto. Una taza de té estaba bien.- comento

- Pero linda, no te preocupes. Además, era una ocasión especial, hace mucho no tenemos una charla entre nosotras.- dice casi sin importancia. Claro, porque parece que cuando uno tiene dinero puede gastarlo en una merienda si quiere.

Mi suegra me invita a sentarme y una vez que lo hacemos Rosa llega para servirnos el té cosa que podemos hacer nosotras.

- No, no, Rosa. No te preocupes. Puedes retirarte, nosotras nos servimos.- dice Clara gentilmente, porque a pesar del dinero no mira a los demás con altura y trata a todos con amabilidad. Esa es una de las cosas que admiro de ella.

Cuando Caiga el SolTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon