11

619 71 53
                                    

Los pensamientos del tricolor mientras volaba encima del mar eran un revoltijo de emociones y confusiones. Para entretenerse, una historia en su cabeza se dispuso a escribir; intentando calmarse.

En realidad, ese era uno de sus hobbies más olvidados.

"Una princesa cayó del balcón de su castillo, a quince metros del suelo. Abajo, un hijo del cacique, esperaba ingenuo su caída".

一Hey, hey, psst, quisqueya, erredé, hey, HEY, oyéme, no me puedes ignorar por siempre.

一Si puedo.

"Al caer, la princesa aplastó al cacique y lo mató. La sangre ajena empapó el vestido blanco con el que se planeaba casar, pero por lo menos había podido sobrevivir".

一No, no puedes.

一Si, si puedo.

"Una horda de enojados indígenas le dió caza a la princesa, ignorando su alto estatus social actuando en la monarquía".

Alguien a su lado sacudía su hombro constantemente. No lo veía, los ojos cerrados como con candado tenía. Quería descansar, dormir en todo el trayecto a casa de la forma en que en la casa de su tutor no había podido.

"Pero eso estaba bien, porque no eran sus tierras para ir ilusionando a la gente así".

一PR, déjalo tranquilo 一la voz del militar comunista fue la que detuvo las molestias del de una estrella hacia el tricolor, exhortándolo a dejarle dormir.

一Pero me está ignorando, ¡No quiero que me ignore!

En un arrebato de drama, el puertorriqueño berrinchó como un niño, zarandeando con más fuerza el hombro del tricolor.

"Y entonces la gente alcanzó a la princesa, quien por un barranco se tiró, y todos cayeron con ella".

Frunció el ceño, aún con los ojos cerrados, e intentó apartarlo con manotazos. No sirvió de nada, el boricua seguía gustoso molestando.

"Y murieron felices para siempre... No sirvo para contar historias".

一Pero buen ñame, déjame dormir 一abrió los ojos abruptamente, empujando al puertorriqueño con brusquedad.

一Que malo 一masculló el contrario, acomodándose en su asiento con una mueca de tristeza一. Y yo que pensaba que te iba a agradar mi idea...

一¿De que tu me tas hablando? No te presté atención.

一¡Hay que hacer una organización yolera! 一exclamó con una enorme sonrisa el de franjas rojas.

一¿Qué? ¿Para qué?

一¿Cómo que pa' qué?

一Es una idea que vió en internet 一explicó Cuba pacientemente, sentado tras ellos.

一A bueno.

Y entonces el boricua aflojó la boca y empezó a hablar con ganas sobre las ventajas de una organización basada en el transporte en yola a diestra y siniestra. Se le notaba bien convencido de su idea de una Asociación de Yoleros del Caribe, lo llamaba "ASOYOCA".

Tanto fue su parloteo, que el dominicano cayó dormido más por el cansancio de oírlo que de no haber dormido bien la noche anterior.

Al parecer, el puertorriqueño sí que había dormidobien.

🔸🔹🔸

El día era bonito.

El sol resplandecía en medio del cielo, las plantas enverdecían, y las aves volaban elegantemente por el firmamento. La gente se posaba bajo las matas para intentar soportar el calor expresado por el esplendor de la estrella mayor, hablando con sus conocidos con el gusto que un momento tan intimo podía implantar en ellos.

Quisqueya's Feelings {E D I T A N D O}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora