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一Culikutaka ti.

一Culikitaka ta.

一¡Culikitaka ti!

一¡Culikitaka ta!

一¡Sabarakatiki taka tiki, sabarakatiki taka ta!

El dominicano gritaba como loco, moviéndose sobre su propio eje imitando los movimientos de un baile. A su lado, Brazil hacía lo mismo.

La de habla portuguesa había ido a verle solo para preguntar acerca del carnaval, pero terminó así, bailando ambos como poseídos por demonios una canción que otros tantos también consideraban satánica, la radio a todo volumen, y la gente en la calle viéndolos enloquecer.

A lo lejos, los archipiélagos se acercaban al hogar del dominicano.

En algún momento más gente se había acercado a la zona donde los países bailaban, uniéndose extrañamente al baile. El tricolor de la biblia tomó de las manos a la otra, empezando a danzar ambos de forma rápida y como tenía que ser. La gente cantando, algunos trayendo bebidas de los colmados, y quienes solo estaban allí para aplaudir a los bailarines y acompañarles en su locura; se habían montado una fiesta en plena tarde sin planearlo.

Lo bueno era que estaban en un barrio cualquiera y no en plena calle Máximo Gómez. Así hacían su festejo sin ningún contratiempo de por medio.

一Y entonces... 一la archipiélago hizo silencio, afinando el oído en la dirección a la que se dirigían一. ¿Por qué tanto ruido? ¿Habrá pasado algo?

Más que música, en la posición en la que estaban se escuchaba el bullicio de las voces. Con tanto ajetreo, sonaba a que algo fuera de lugar estaba tomando paso.

一No lo sé... Es música, aquí siempre hay música por todos lados 一Bahamas se rascó la cabeza y apresuró el paso.

Allá la canción iba acabando ya, la gente se había puesto en una ronda alrededor de quienes mejor bailaban; ya era como si fuese una competencia, y los dos países de américa iban ganando.

一¡Oye! Creo que deberías traer a tu mayimbe pa la próxima 一le dijo entre risas a la sudamericana.

一¿Mi mayimbe? 一le cuestionó, sonriendo ahora con un poco de confusión.

一¡Si! ¡Cuba!

Esas dos palabras fueron como una bomba en las mejillas de la sudamericana. Pero no dijo nada y siguió bailando con los pómulos rojos, apretando los labios con algo que se podía confundir con molestia: Amargura.

El dominicano entendió que no debía preguntar más.

Los dos archipiélagos ya habían llegado al revoltoso grupo de gente, siendo recibidos por algunos saludos de personas al azar, mismos que devolvieron con extrañeza. Vieron a los dos bailar con tanta pasión, que sintieron haber llegado en un mal momento.

Bahamas hizo señas con la cabeza a Seychelles, señalando a un lado un tanto apartado de la gente donde una par de sillas de plástico estaban libres. El bahamiense ya estaba acostumbrado a aquellas situaciones, pero notaba incómoda a su acompañante.

Hablarían de ello más tarde.

🔸🔹🔸

一Mire, mi loca 一un largo rato luego, República Dominicana y Brazil se habían sentado a beber一. Yo sé que Cuba ta medio apendejao, y por eso te wa dar un consejito de mi parte.

Brazil asintió, llevando la botella a sus labios para dar un sorbo.

一Debes decírselo, porque sino él nunca se va a dar cuenta.

La portadora del amazonas cerró los ojos un momento, tragando amargo.

一Dudo mucho gustarle a él 一apuntó ella, pasando los dedos por su largo cabello rizado一. Así que solo esperaré mirándolo y lo conquistaré así.

Aunque había querido decirlo en son de broma, la desilusión de la brazileña era mucho más que notoria. El tricolor de la biblia se sintió empatizar más con ella en ese instante.

一Así no funcionan las cosas... 一suspiró él tambien一. Si quieres te ayudo en algo, aunque sea para que te acerques más a él y le hagas caer a tus pies.

一¡Hey, Dominicano! 一la exclamación de un bahamiense sonó un tanto alejado, llegando a oídos del tricolor con efectividad.

一Parece que tengo más visitas.

La brazileña se puso en pie, acabando de dos tragos la botella en su mano con el propósito de irse a un hotel ya a prepararse para su vuelo.

一¿Ya te vas? Mínimo dime tu respuesta 一cuestionó, algo contrariado.

La brazileña solo le mostró una de sus más sinceras sonrisas, despidiéndose con un asentimiento.

一Me encantaría tu ayuda... Pero solo si aceptas que yo te ayude en alguna otra ocasión.

一Bien.

Y dicho eso se marchó del fiestón, pasando por el tumulto de gente con profesionalidad y calma, dejando al tricolor con una sensación de satisfacción común.

一Y ahora... 一volteó a ver donde Bahamas se encontraba sentado junto a una persona que él desconocía, tomando con la mano derecha su silla y con la izquierda una botella de Corona.


Quisqueya's Feelings {E D I T A N D O}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora