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Oscuridad, en plena ausencia de luz se encontraba sumido el país tricolor en ese momento.

Se encontraba quieto, dormido en la incómoda posición en que los otros le habían dejado. Un haz de luz de luna diminuto se colaba por entre las cortinas de aquella habitación. Su sueño era pesado, tal vez recompensa de su cuerpo por los días pasados donde careció de descanso alguno por alguna que otra razón.

En el camino hacia ese lugar ajeno a su hogar, no había podido hacer nada más que seguir roncando, hecho que facilitó las acciones contrarias a sobremanera.

Puerto Rico se preguntaba cuántas noches de insomnio habían tenido que pasar recientemente para estar de esa manera. Le empezaba a doler un poco el que no había sido contactado en esos momentos luego de años de haber demostrado apoyo al dominicano en lo que se refería a esos instantes donde no sólo eran países. Ya luego hablaría con él, cuando se despertara.

Si es que no se quillaba con él.

Por supuesto, seguía sintiendo un poco de molestia por la situación a la que había sido arrastrado. No negaría que de ser una potencia hubiera explotado en guerras por defenderlo, pero no podía revertir su error. Sin embargo, en ese instante estaba allí cuidándolo con la misión de "cumplirles el shipp" (a palabras de México, quien ahora estaba sentado fuera de la habitación. Quizá se dormiría de pie o pediría otra habitación, ni él mismo lo sabe) y calmar al dominicano cuando despertara.

Unas cuerdas en las manos y pies impedían al dominicano revolverse libremente en sus delirios somnolientos. La molestia en cualquier momento le haría despertar. Pero aquello no fue lo que preocupó a Puerto Rico.

Una lágrima bajó por la mejilla del tricolor, la cual rodó hasta caer a las sábanas rojizas y humedecerlas. Seguida de esta muchas más se unieron, creando un charco de lágrimas bajo su rostro recostado de lado. Lloraba entre sueños, sin soltar ni un solo lamento por sus labios. Su rostro tricolor anidado en llanto fue algo que llegó a sorprender al de franjas rojas, quien ya mal acostumbrado a verle sonreír como si nada estaba.

Incapaz de verle así sin sentirse mal él también, el boricua se acercó a RD lentamente, pensando en qué hacer para calmar sus pesares.

Atinó únicamente a sentarse en la cama y posar la cabeza del dominicano en su regazo en una posición que aunque a él luego le iba a resultar incómoda, sabía que podía (probablemente) reconfortar al dominicano. Empezó a tararear alguna canción de cuna al azar, con suavidad, para ir secando el rostro tricolor sellado con un escudo dueño de la biblia.

"Después de todo, es exactamente eso lo que él hizo una vez..." pensó, sonriendo ligeramente al notar las gotas cesar con lentitud.

Y allí le siguió abrazando, siendo el haz de luz de luna el único testigo de lo que dentro de aquella habitación florecía lentamente.

🔸🔹🔸

Sus recuerdos danzaban una melodía melancólica entre sueños.

Las lágrimas no salían sólo porque si.

一Mamá... 一llamó el, apartando la hoja de una palma de su camino con dificultad一. ¿Dónde estás?

Cabría destacar que no estaba hablando español. Pronunciaba suavemente la lengua cigüaya, en susurros de volumen considerable. Estaba intimidado, pero no hablaría esa lengua maldita que le enseñaron a la fuerza como si nada pasara.

No cuando la vida que conocía peligraba.

Una mancha de sangre en el piso estaba marcada, el cuerpo de quién se desangraba hace mucho ya había sido recogido frente a sus ojos. El recuerdo de un cadáver casi putrefacto le revolvía las tripas. Pero no era momento de detenerse a pensar en ello.

El sonido de los esclavos y casi extintos taínos llorar y gritar doloridos en su trabajo forzado para el español retumbaba en sus oídos. Su madre estaba allí.

Fue casi como un acto reflejo, no planeado en realidad, pero cuando escuchó unos pasos acercarse se escondió entre las palmas para no ser visto.

一¿Cuánto tiempo más vas a intentar resistirte?

El tono lleno de cinismo del español en ese tiempo le causaba escalofríos. Le vio arrastrando a alguien sosteniendo sus cabellos largos. Una línea sangrienta se quedaba en la tierra mientras avanzaba el europeo sin titubear en su accionar.

一No le entregaré a mi hijo tan fácilmente... 一aquella voz, suave y melodiosa, no era nada más ni nada menos que la voz de su madre... Aborigen一. Él no merece nada de esto, ¡¿Por qué no mejor nos dejas en paz y vuelves a tus tierras, ser del mal?! ¡¿Cuál es la necesidad de expandir más allá de tus límites, de tu espacio?! Nada te hemos hecho nosotros para merecer esto.

一No lo entenderías, salvaje.

Y siguió arrastrando a la mujer, seguido por los ojos curiosos y llenos de temor del dominicano.

Esa tarde, esa precisa tarde... Aborigen murió.

Y pese a que encontró la manera de sobrevivir, pese a que su padre Taíno le supo cuidar en las montañas para mantenerlo alejado de las garras españolas durante un tiempo, al final terminó perdiendo la batalla y quedando completamente inmerso en el encierre de parte del endemoniado.

Con un montón de hermanos, rodeado de sonrisas condicionales... Pero con un vacío en su alma que nada ni nadie pudo borrar.

🔸🔹🔸

Él, de tez tricolor firmada con un escudo de biblia, despertó.

El ruido matutino de los estudiantes tomando camino hacia sus respectivos planteles educativos empezaba a sonar estridente desde afuera hacia dentro del hotel; y por consiguiente a sus oídos en la habitación. Pese a no ser un ruido tan fuerte, el cambio de ambiente tomado a esas siete y media de la mañana era lo suficientemente notorio para el país.

Al inicio, no supo de si mismo.

Simplemente estaba allí, con los ojos cerrados intentando volver a dormir y seguir soñando aquello que había visto en sus delirios de descanso durante la madrugada. Se intentó acomodar en la cama, pero algo (alguien, en este caso) se lo impedía.

Fue mostrando sus orbes lentamente al mundo, separándose a regañadientes del mundo de sus sueños para reacomodarse a la realidad. La claridad procedente de la ventana le cegó, obligando a que cierre sus ojos un momento antes de volver a intentar. Cuando al fin sus ojos se acostumbraron a la luz, cuando por fin fue capaz de comprender el hecho de que no se encontraba en su casa... Allí fue cuando lo vio a él.

Puerto Rico, durmiendo tranquilamente en una posición que luego le iba a causar problemas. La cabeza del tricolor que despertaba estaba en sus piernas y el resto del cuerpo casi fuera de la cama de desconocida procedencia.

El primer impulso del dominicano fue asustarse. Intentó moverse de allí con rapidez, alejarse para analizar más a fondo la situación en la que se encontraba y la razón por la que estaba allí (porque en su mente ya se estaban formulando posibilidades no aptas para todo público). Quería saber qué demonios había pasado la noche anterior para despertar de esa manera. Pero no pudo sino lastimarse un poco las muñecas por las sogas amarradas con tal firmeza y notar su aprensión.

El pánico consumía su mente, pensamientos llegaban a su cabeza incesantes, de relevancia nula. Forcejeó con las ataduras por un largo rato, moviéndose hasta el punto de quedar al borde de la cama y tener que obligarse a sí mismo a parar. Dio un par de vueltas hasta volver a centralizarse en el centro de la cama con la mirada fija en el techo.

一¿Qué diantre' hago yo aquí?... 一se preguntó en voz alta.

Puerto Rico se movió entre sueños para acomodarse, cayendo en un golpe seco al suelo sólo para seguir roncando. El dominicano ni siquiera volteó, solo se quedó mirando arriba; contaba las manchas de humedad que se habían quedado grabadas en el plato.

Solo esperaba que Rico tuviera una buena excusa para no tener que partirle la cara.

Quisqueya's Feelings {E D I T A N D O}Where stories live. Discover now