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一YO ME QUEDO, AY MAMI, YO ME QUEDO.

一¡DAME UNA MIRADITA CON DESEO!

一YO ME QUEEEDO, AY MORE, YO ME QUEDO.

Gritaban dos, desahogándose a grito limpio. Pero no ebrios, ¡no! Aún faltaba para eso.

"¡Solo me descuidé un segundo!" Pensaba Bahamas, mirando el tremendo show que montaban Seychelles y RD en plena madrugada. Se habían llevado bien demasiado rápido.

El Bahamiense se ocupaba de mantener el licor lejos de ambos por su propio bien, mientras miraba a todos lados con inquietud. La gente a su alrededor solo veía y se unía de vez en cuando a la amargura. La vergüenza y pena ajena estaban haciendo mella en su cabeza.

Pero, demonios, ¡El colmado seguía encendio' y la noche era joven!

🔸🔹🔸

Era.

Palabra clave.

Cuando se hicieron las cuatro, todos se cansaron y la madrugada se silenció. El tricolor de la biblia y su nueva amiga se quedaron con las ganas de seguir amargándose.

A la mañana siguiente, el dominicano se despertó con melancolía y el gusto de estar casi deshuesado en su cama. El sol pegaba con fuerza sobre sus parpados cerrados, y un fresquecito bueno envolvía sus sábanas. Despertó echo bolita, en su suave y cómodo hogar.

Movió su rostro unos cuantos centímetros para huir del sol, su mente en blanco y sus labios curveados en una sonrisita de satisfacción. Se sintió inalcanzable, un dios, una estrella, ¡El mejor del universo! Solo por esas simples sensaciones que habían tardado en aparecer. Nada podía arruinar ese momento.

Y, ¡Efectivamente! El dominicano se pasó la mañana de flojo en su cama. Pero ya cuando dieron las doce... Oh, no, se arrepintió de quedarse allí de esa manera.

Un olor a quemado picó en su nariz.

一¡Mierda, mierda, mierda, mierda...!

Se levantó como alma que lleva el diablo, arrastrando las sábanas con él, y fue casi corriendo a la cocina. A medio camino tropezó con sus propios pies, levantándose de una vez para dejar tiradas las telas en pleno pasillo.

一¡MI COCINAAAA!

Allí, en la cocina llena de humo, la capital en el rincón lloraba aterrado y una provincia de nombre San Cristóbal intentaba abrir las ventanas para que saliese el humo. El par de archipiélagos que la noche anterior habían dormido allí miraban perplejos por la puerta.

一Le dije que no eia buena idea.

一No me tienes que recordar mi desgracia, Montecristi 一la capital abanicó frente suyo con la cuchara que tenía en sus manos一. Esto me pasa por querer hacerle la comi'a a nuestro pai, ya no guelvo a ser generoso en mi vida.

一No tendias vida luego de esto... 一murmuró la provincia, oyendo el escándalo del tricolor por llegar a la cocina.

一Diañe, es por estas cosas que papi no nos quería dar la llave de su casa 一notó la capital, rascándose la cabeza.

Los archipiélagos se alejaron de la puerta discretamente, para salir corriendo a algún hotel, el mismo en que el día anterior dejaron sus maletas. Bahamas fue quien haló a Seychelles, sabiendo que esto no era algo que ella quisiese ver.

一¡¿CUÁNTAS VECES TENGO QUE DECIRTE QUE TE ALEJES DE MI ESTUFA, HIJO E LA GRAN PUTA?!
一¿Tuve mamá?

一¡Y ME DESAFIAS!

一¡CON LA CORREA NO, PA!

La capital, Santo Domingo; lamentablemente no sabía cocinar si no era en su propia casa. ¿Una maña? Quien sabe.

Solo algo era seguro. La tarde había iniciado mal.

Quisqueya's Feelings {E D I T A N D O}Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt