Prólogo: El que no busca la muerte, no morirá.

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—Mamá, papá, ¿por qué siento que algo me hace falta? —la niña azabache con ojos negros y piel pálida, Hui Ying, hacía esa pregunta constantemente.

—Es idea tuya, ahora, deja a mamá terminar con la comida. —los padres de la niña día tras días le decían que era idea suya, hasta hartarse y regañarla por esa absurda pregunta.

—Pero...— un golpe fuerte a la tabla de picar en donde estaba una papa hizo que Hui se encogiera de hombros.

—¡Ve a dibujar, Hui Ying, sé buena! —la menor frunció el ceño con coraje, dio una patada hacia el piso y subió a su cuarto haciendo pucheros. Esa escena se repetía casi todos los días.

"La maestra dice que si no entiendo algo pregunte, entonces, pregunto a mamá y papá y ellos me tratan así, ¡Ying Ying resolverá su duda por sí misma!"

Finalmente, la niña decidió dejar de preguntar y callar, para buscar la solución por cuenta propia. Ella apenas contaba con cuatro años, y su forma de hablar parecía ser la de un niño grande. Desde que tuvo consciencia, el sentimiento de un vacío la incómodaba, entonces quería saber el porqué.

La niña nunca olvidó esa pregunta aún cuando creció, se convirtió en una joven de 14 años de edad, y conforme creció, esa no era la única pregunta.

Siempre se decía interiormente que ella no era del todo una mujer, o que originalmente fue un hombre en su vida pasada, por varias razones. En sí, era "femenina", le gustaban las cosas lindas y pequeñas, aunque siempre odió el rosado, y usar faldas o vestidos porque eran tediosos, amaba muchas cosas que le gustan "convencionalmente" a las mujeres.

Prácticaba varios deportes, pero el ganador por excelencia era el karate, cosa que Hui Ying adoraba con todo su corazón.

Hui Ying siempre tuvo un sentido de orgullo muy parecido al de un hombre, si no es que, igual. Le gustaba ser genial como los hombres, ser más fuertes que los hombres, tener belleza tanto feminina como masculina, o eso pensaba, y cuando se daba cuenta de lo que pensaba, respiraba profundamente un par de veces, y se hacía la muerta por unos segundos. El cabello de Hui Ying era sedoso y largo, brillaba contra el Sol, y daba ganas de querer tocarlo, pero nadie se atrevía. Hui Ying era alguien intocable, no por popularidad, sino porque odiaba que le tocaran, y la persona que lo intentara, terminaría con una herida nada pequeña.

Un viernes bastante rutinario salió en la madrugada al colegio para tomar transporte, su día fue cansado y atareado, eso por ser presidenta del consejo estudiantil, y jefa de grupo, además de la consentida de todos los profesores.

Al volver del colegio y dirigirse a su casa, pasó por un antiguo templo de la ciudad, nadie sabía el porqué fue abandonado, Hui Ying no era la excepción.

Para ella, el templo, lejos de ser escalofriante, era bonito, y no sabía ni tenía idea de porqué pudo ser abandonado.

Nt:Imagen arriba, piensen en ese mismo templo como viejo de siglos. Más descuidado, y desgastado, obviamente.

Hui Ying vio un collar de jade en forma de lágrima tirado en el suelo de piedra. El collar emitía un brillo indescriptible, tentada y absorta, lo recogió, y le miró escuadriñándole por bastante tiempo. Recordando que no era suyo, lo dejó en donde lo encontró y fue a su hogar a paso lento.

"¡Idiota, en realidad toqué algo en el suelo del templo! ¡Estoy buscando ser maldecida, de seguro! ¡¿Qué mano mía lo tomó?! ¡Ven, ven, te cortaré limpiamente, asquerosa mano mía!"

En la entrada de su casa, ¡en realidad estaba ese mismo collar que dejó antes!

"Wuuu wuuuu, ¡estúpida!, es una maldición de seguro, wuuuu, debo bañarme con agua bendita. Ciertamente, el que no busca la muerte no morirá, wuuuu."

El Sistema De Reencarnación PerpetuaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora