°•Capítulo 9•°

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El ascensor se abre y Anna aparece por los pasillos.

—Te avisaré por la mañana —Asiento molesto.
—De nada —Susurra haciéndome rodar los ojos y entrar a la habitación de Madison.

El sonido de la puerta al cerrarse es invadido por todos aquellos pitidos que envuelven la habitación. Aún que tenga todos aquellos vendajes y máquinas sigue siendo hermosa, sigue siendo la misma.

Me siento junto a ella y la observo detenidamente, toco su mano y respiro hondo. Quito un poco de pelo de su cara y suelto una mueca.

—Te he traído algo —Cojo aquel libro viejo de mi madre y lo miro con una dolorosa mueca.
—He pensado en leerlo y... Dios estoy perdiendo la cabeza —Me siento ridículo hablándole cuando se que no me está escuchando.
—Tengo la necesidad de hablar contigo —Mi voz es ronca.

Me quedo en silencio mientras abro aquel libro y empiezo a leer en bajo aquellas letras tan pequeñas y formales las cuales me sumergen en otro maldito mundo. En un mundo que me hace desvanecer de la realidad por milésimas de segundo y que hacen que vuelva respirar.





Despierto con el libro en el pecho y viendo cómo Anna cambia aquellas bolsas de un líquido cristalino.
Desvía sus ojos hacia mí y suelta una delicada sonrisa.

—¿Qué hora es? —Digo cerrando de nuevo los ojos.
—Es tarde, tenía trabajo y no he podido venir antes —Asiento sin abrir los ojos.
—He pensado en ir a desayunar a cualquier sitio —Niego.
—Tengo que ir al campus, necesito volver a clase —Esta asiente y abro los ojos mirando a Madi.

Me levanto de la silla mientras estiro cada uno de mis malditos huesos los cuales están destrozados por aquella incómoda silla azul. El libro se encontraba en el suelo y no dudo ni un segundo en cogerlo y colocarlo en la pequeña mesa que hay junto a la cama.

—¿Y a comer? —Gruño bastante enfurecido pasando mis manos por toda mi cara.
—¿No vas a parar verdad? —Esta se encoje de hombros.
—Un trato es un trato. Tú ves a Madison y yo quedo contigo —Esta suelta una sonrisa forzada.
—¿He oído que me recogerás? Genial a las tres en la entrada del hospital —La chica camina hacia la puerta.
—¿Que? Anna no puedo tengo cosas que hacer —La chica rueda los ojos.
—Oh vamos, no mientas —Me encojo de hombros.
—Vamos... —Me susurra.
—¡No sabes nada de mi vida! No sabes cómo soy realmente Anna, y te aconsejo que no me conozcas —Esta traga saliva y se acerca a mí.
—Por mi culpa Madison está aquí, así que déjame de una puñetera vez en paz —Aprieto los dientes al igual que los puños y mis ojos se ponen rojos.
—Esta bien —Musita.

Cojo mi chaqueta enfadado y salgo de la habitación a gran velocidad. La sangre me hierve, las llamas azules repletas de impotencia recorren todo mi maldito cuerpo y la cosa no podía empeorar hasta que veo a Gabriel hablando con una de las enfermeras.

—¡Tú! —Me grita.
—¡No estoy de humor para partirte de nuevo la cara! —Le doy varías veces al botón de el ascensor.
—No puedes venir a ver a Madi —Me volteo para mirarlo.

Muerdo mis labios y aprieto demasiado mis puños. No puedo evitar soltar una sonrisa y acercarme a él lentamente.

—Callate la puta boca —Le susurro.
—Eres tú el que no debería estar aquí —Puedo ver como Alisson corre hacia nosotros y se pone rápidamente en medio.

De espaldas se parece demasiado a Madison y algo dentro de mi vuelve a nacer. La miro algo más calmado y siento como esta me toca mi pecho y me habla pero estoy tan concentrado en sentirme de nuevo vivo que su voz es totalmente silenciada.

—Vete —Le dice a Gabriel.
—¿Alisson? —Le dice el chico con una sonrisa sin entender nada.
—Hablaré con él —Este asiente y desaparece por uno de los pasillos.

Desvío mi mirada hacia Alisson la cual traga saliva y le da varias veces al botón del ascensor. Mis pulsaciones se aceleran cuando entramos los dos a aquella pequeña cámara repleta de espejos.

—¿Sabes algún bar cercano? —Dice intentando quebrar aquellos segundos de pleno silencio.

Asiento sin mirarla y ella asiente también, el ascensor se abre y salimos a la vez de el.
El más cercano era una pequeña cervecería la cual era muy de mi estilo, era oscura con música alta y camareras demasiado sexy.

Caminamos hacia aquel bar el cual se encuentra justamente enfrente. Al abrir la puerta el calor del aire acondicionado me hace dejar de temblar. Alisson elije mesa a gran velocidad y no dudo en ir tras ella.
Me siento enfrente de Alisson mirando sus ojos azules y su pelo rubio. La chica pide una gran café y yo solo me limito a pedir un buen vaso de cualquier licor fuerte y la camarera rápidamente va hacia la barra.

—Es bueno empezar el día con un poco de alcohol —Dice con sarcasmo.
—Si... —Le respondo mirando hacia otro lado.
—¿Porqué haces esto? —Le pregunto molesto.
—Por mi hermana y para que mi madre no llame a ningún sicario para que acabe contigo —Dice endurecida.
—A quién se le ocurre James ¿Estás loco? Presentándote allí sabiendo que está Gabriel y aún más sabiendo como es —Gruño.
—He dormido allí —Me armo de valor.
—¿Pasas la noche en el hospital? —Asiento tragando saliva.
—¿Todas las noches? —Asiento de nuevo.
—No lo sabía... —Dice impresionada.

La camarera nos trae lo que hemos pedido y no puedo evitar darle un buen sorbo. La garganta me arde pero necesito que aquel ardor me haga sentir bien.

—No le diré nada a mi madre —Musita.
—Gracias —Le digo molesto.
—Solo limítate a venir lo menos posible, no quiero problemas —Algo en mí se parte y no puedo evitar negar con la cabeza.
—Parece que a ninguno le queda claro que haré lo que me dé la gana —Esta traga saliva y me mira demasiado seria.
—Te lo digo para que no acabes en la cárcel o con una denuncia —Suelto una sonrisa.
—¿Y porqué me iban a denunciar o meter en la cárcel? ¿Por ir a ver a la única persona que me importa la cual a sido traicionada por todos los que los rodean? —Esta da un sorbo a su café.
—Se que lo sabías, se que todos sabíais lo que estaba pasando —Digo enfurecido.
—Pero ninguno a tenido la cara de decirle lo que le estaba haciendo aquel capullo —Digo señalando a la puerta.
—Yo seré peligroso, tengo un pasado demasiado oscuro, he estado con millones de chicas, les he echo daño, peleas, droga y millones de cosas más ¿Pero sabes qué? Yo nunca le haría lo que le habéis echo a alguien que quiero —Se le empiezan a cristalizar los ojos y no duda en mirar hacia otro lado.
—Eso no es problema tuyo —Doy un golpe en la mesa.
—¿Y si no es mi problema porqué me decís que soy el culpable? ¿¡Porqué demonios no me dejáis verla!? ¡¿Porqué tengo que ir a escondidas todas las noches?! —Esta aprieta los puños.
—Eso es problema de mi madre yo no me puedo meter en la mente de mi hermana y decidir su vida, solo mi madre —Trato de tranquilizarme pero no lo consigo, el alcohol me está subiendo demasiado rápido y tengo calor.
—Que os jodan Alisson —Digo con los ojos rojos.
—Que le jodan a tu madre y a todos  —Me levanto de la mesa.
—Voy a ir todos los putos días ¿Te queda claro?

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Peligrosamente Inevitable® ✓ (2)Where stories live. Discover now