°•Capítulo 37•°

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Narra Madison:

Coloco bien mi cabello al igual que mi sudadera y no dudo en abrir nerviosa.
Al levantar la vista puedo ver a Lydia con su pelo naranjado y sus labios rojos.
La observo en silencio algo enfadada pero ella suelta una delicada sonrisa nerviosa.

—¿Qué quieres? —Ella me mira y más tarde mira hacia su derecha.
—¿Podemos hablar? —Trago saliva y miro hacia el pasillo donde se encontraba James enfadado.
—Me pillas en mal momento —Le digo tragando saliva.
—Solo quiero hablar —Cierro los ojos y asiento.

La chica pasa pero rápidamente oigo como la puerta del apartamento de al lado se cierra bruscamente. Cuando me doy cuenta Gabriel está entrando a mi apartamento con una sonrisa.

—¿Estás sola? —James sale del pasillo mientras observa a Gabriel y a Lydia.
—¿Qué queréis? —Les pregunta James con un tono firme y frío.
—Venimos a pediros perdón por todo lo que ha pasado —James suelta una sonrisa mientras niega.

Parece que las palabras de Gabriel le hacen demasiada gracia, sus ojos son oscuros y siento como comienza a arder demasiado enfurecido.

—Un perdón no tapa la verdad —Gabriel abre los ojos y puedo ver como Lydia lo mira nerviosa.
—Te dije que no era buena idea —Musita la chica enfurecida.
—Pues no, no ha sido buena idea —Le dice James.
—Solo queremos estar bien, ser vecinos y respetarnos —Miro a James el cual rueda los ojos.
—En cualquier momento nuestras madres pueden enterarse de lo que está pasando en estos apartamentos, creo que es buena idea ser amigos y llevarnos bien —James me mira y me quedo en silencio nerviosa.

Una vez ha terminado lo miro, no me cae bien y mucho menos Lydia.

—Desde que he despertado he sentido un odio incomprensible hacia ti Gabriel —Le digo enfadada.
—No quiero una amistad, claro está voy a respetaros y no le voy a decir nada a tu madre y espero que tú tampoco a la mía —Gabriel asiente varias veces nervioso.
—Claro —Farfulla.
—Y Lydia —Le digo a la chica.
—No quiero problemas contigo, todo lo hago por las chicas y por Dan —Lydia asiente.
—Estoy arrepentida por todo lo que pasó —Yo asiento.
—Yo también, pero por no haberme dado cuenta antes —Un silencio se forma y puedo ver como James me mira con una mueca.

El fuego recorre mis venas y siento que ya no soy la misma persona, no pienso callarme las cosas, me han hecho mucho daño y eso ha encendido la llama de mi cuerpo haciendo que me vuelva otra persona y que ya no sea tan inocente.

—Nos vamos —Asiento viendo cómo caminan lentamente por el salón hacia la puerta.

Lydia está algo molesta, se le nota en su mirada pero me da igual. Cuando cierro la puerta no puedo evitar apoyarme en ella y respirar hondo. James niega con una mueca y camina hacia la cocina.

—No debería ser así pero a la vez siento que sí —Le digo desde el salón.
—Que les den Madi —Oigo como abre el grifo y se llena un vaso de agua.

Una vez ha bebido agua suelta el vaso en la encimera de la cocina y camina de nuevo hacia el salón.

—Me hicieron daño —Le digo con dolor.
—Mucho —Me dice.

Camino hacia él y lo abrazo, creo que necesitaba esto, necesitaba a alguien que por primera vez en mi dichosa vida me apoyase. El chico peina mi cabello y oigo como sus pulsaciones aumentan un poco. El latido de su corazón acelera el mío y hace que sienta nervios en mi interior.
Levanto un poco la cabeza para mirar sus ojos azules y su pelo azabache, es tan perfecto y tan irresistible. James se acerca para darme un dulce beso en la frente el cual hace que mate todos mis sentidos. Me pongo de puntillas para poder besarlo, ya que es mucho más alto que yo. Cuando nuestros labios se juntan navego por un mar de sensaciones, todas ellas demasiado placenteras.
James me obliga a dar un pequeño salto y a rodear de nuevo mis piernas en su cintura. Me agarro a su cuello mientras él me agarra de las nalgas para no caer.

Peligrosamente Inevitable® ✓ (2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora