°•Capítulo 40•°

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Narra Madison:

Cierro la puerta una vez se han ido todos y al voltearme puedo ver como está James mirándome.
Me quedo callada mientras lo observo, sus ojos azules se han vuelto demasiado oscuros y por culpa de su camiseta negra no veo el fuego azul de su brazo.

—Lo siento —Me suelta con voz fría.

Me quedo callada mientras respiro hondo y niego.

—Gracias —Veo como James levanta la mirada extrañado y no dudo en acercarme a él.
—Eres el único que ha tenido el valor de contármelo —James asiente.
—La verdad duele, pero mejor una verdad dolorosa que una mentira intranquila —Me dice el chico mirándome a los ojos.

Sus palabras me llegan a lo más profundo de mi corazón, me duele aún más que todo esto lo sepa mi hermana y ella no me haya dicho nada. James me abraza de nuevo y no puedo evitar cerrar los ojos para sentir mucho mejor aquel cálido y necesario abrazo.

—Debería ir a mi residencia a coger algo de ropa —Asiento mirando al chico.
—¿Aún sigues queriendo que viva contigo? —Lo miro con dulzura.
—¿Quién sino me iba a proteger de la realidad? —Suelto nerviosa.

James da un paso hacia mí para arroparme con sus brazos y hacerme sentir segura en ellos. Después de aquel corto, pero irresistible abrazo, me da un delicado beso en la frente haciéndome que un escalofrío recorra todo mi cuerpo.

James se separa de mí y camina hacia la puerta para salir del apartamento e ir hacia la habitación del campus. Toda la casa se queda en silencio, está totalmente vacía y eso me hace que lo esté yo también.
Mi móvil me causa un sobresalto al romper todo aquel silencio que inundaba cada rincón de aquel pequeño apartamento.

—Hola cariño ¿Qué tal en tu nuevo apartamento? —Suelta Alisson entre carcajadas.

Me quedo callada y siento como una furia recorre todo mi cuerpo. Me agarro fuerte al sofá y suelto una forzada sonrisa.

—¿Hola? —Aprieto los dientes y reacciono.
—Perdón estoy liada —Suelto nerviosa.
—Me va genial en el apartamento, es lo que necesitaba —Oigo como Alisson suelta un suspiro.
—Pues te echo de menos... La casa está muy vacía sin ti —Trago saliva.

«¿Y por qué mamá no paga a alguien para que la casa no esté tan vacía?» me grita mi subconsciente desde lo más profundo de mí.

—Que pena —Camino de un lado para otro por el salón.
—Mamá me manda besos y que tengas cuidado, dice que puede colarse gente en el apartamento, okupas los llama. Ya sabes cómo es mamá, menuda maniática —Dice con una carcajada.

La piel me arde y sin darme cuenta me he recorrido cada una de las habitaciones que tiene este pequeño apartamento. Respiro hondo e intento calmar mi sed de venganza.

—Si, cosas de mamá —Le digo algo más tranquila.
—Te noto extraña ¿Estás bien? —Me quedo unos segundos callada.
—Pareces otra Madi ¿Qué ha pasado con mi hermana? —Se burla.
—Estoy resfriada, no me encuentro muy bien —Ella suelta aire.
—Está nevando demasiado por allí, aquí parece que se ha calmado desde el día que te fuiste —Me dice.
—Pues que mal... —Le digo sin ganas.
—Creo que deberías tomarte algo y descansar, parece que estás demasiado mal —Sienton como me duele demasiado el pecho.
—Si, creo que debería irme a la cama —Le digo cansada.
—Te quiero, ya vamos hablando —Dice preocupada.
—Adiós —Cuelgo el teléfono.

Me entristece que ella haya sabido toda la verdad y no me haya dicho nada.
Siento que me duele demasiado la cabeza, toda aquella sobredosis de información me hace estar demasiado agotada.

Peligrosamente Inevitable® ✓ (2)Where stories live. Discover now