°•Capítulo 45•°

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Narra James:

Caminé hacia la habitación donde se encontraba la camisa que me había comprado Madi, colgada en una percha. Ya solo faltaba una hora para irnos y Madi lleva demasiado tiempo en el baño arreglándose para esta ridícula fiesta de fin de año.

Aún recuerdo todas las cosas que me han paso este año, desde Halloween toda mi manera de ver las cosas cambió drásticamente.

—¡¿James?! —Dice Madi desde el baño.

Salgo de mis pensamientos y camino hacia la puerta.

—¿Pasa algo? —Le digo tocando el pomo de la puerta.
—Solo quería saber si te estás arreglando —Trago saliva y apoyo mi cabeza en la puerta.
—Bueno, estaría muy bien si pudiera entrar para ducharme —Doy unos pasos hacia atrás y veo como Madison abre la puerta.
—Lo siento —Dice nerviosa.

No puedo evitar mirarla de arriba a abajo, veo como se encuentra de puntillas en el espejo, haciéndose la raya del ojo con demasiada paciencia. Llevaba mi camiseta negra la cual le llegaba por encima de la rodilla.

—Creo que vamos bien de tiempo —Me encojo de hombros y niego.
—Falta una hora Madi —Me quito la camiseta y abro el grifo de la ducha.
—Aún me queda vestirme y terminar de pintarme, no sabía que era tan difícil esto... —Dice nerviosa.

Me introduzco en la ducha, el agua comienza a recorrer todo mi cuerpo y a mojar por completo mi cabello.

—¡Listo! —Musita la chica guardando todo el maquillaje en una pequeña bolsa transparente.
—Voy a vestirme —Asiento viendo cómo sale del baño.

Me echo bastante champú y comienzo a lavar mi cabello, oigo como la puerta se abre y Madi coloca la percha con camisa negra que había comprado en el toallero al igual que mis pantalones negros. Ruedo los ojos mientras veo como sale del baño y cierra la puerta para que no pueda ver como se viste.

—¡De nada! —Dice desde la habitación.
—Si, gracias —Le respondo molesto.

Una vez ya me he enjabonado cierro el grifo de la ducha y procedo a salir de ella para poder secarme el cuerpo y el pelo.
Por culpa de la toalla mi cabello se queda húmedo y despeinado pero no es uno de mis mayores problemas.
Me pongo mis pantalones y observo la camisa negra que se encontraba en una percha blanca.

—Hay que joderse... —Musito cogiendo la camisa.

Nunca me había arreglado, tampoco he tenido necesidad nunca de arreglarme por lo cual tampoco tengo la culpa de vestirme siempre de la misma manera.

—¿Cómo vas? —Oigo decir a Madison desde el otro lado de la puerta.
—Ya salgo —Le digo abrochando el último botón de la camisa.

No me quedaba nada mal, no me disgustaba la idea de ir en camisa aunque me sentía raro, sentía como me apretaban los brazos y como una presión en el pecho aparecía.

Al abrir la puerta mi corazón late con fuerza. Madison se encontraba poniéndose unos pendientes y al verme no puede evitar sonreír nerviosa.
Mi boca roza el parqué de la habitación y mi corazón va demasiado rápido, tan rápido que puedo llegar a escucharlo con fuerza.

—¿Voy bien? —Me pregunta al ver que me quedo unos segundos en silencio.

Su vestido negro de lentejuelas resalta demasiado su figura y está realmente sexy con aquel precioso vestido. Es inevitable no mirar sus caderas al igual que sus finas piernas y su escote.

—Estás impresionante... —Le digo caminando hacia ella.

Madison no duda en soltar una sonrisa y mirarme de arriba a abajo.

Peligrosamente Inevitable® ✓ (2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora