Capitulo 1

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-Puedes salir, pero ya sabes las condiciones-. URSS sabía de lo que su hijo era capaz. Y romper las reglas era una de ellas. Claro, siempre y cuando el chico tuviera una razón para hacerlo. 

El niño era serio, pero cuando se trataba de salir, podía ser otro; uno que borraba aquel rostro de apabullante frialdad y mostraba la que en verdad conservaba desde su interior. Su padre tenía una idea de las raras y extrañas mañas de su hijo cuando salía, era raro verlo emocionado. 

En cambio, Rusia, para salir debía sentirse libre y menos acomplejado, con ello descubría uno que otro lugar para pasar la noche. Y siempre, siempre, cazaba para no pasar hambre. Nunca se extendía más allá de su Reino para conseguir comida. 

Avanzaba a sus anchas convertido en lobo y con unos pasos agigantados que dejaban huella en la tierra. Con unos incesantes ojos azules, y un pelaje acrisolado que cubría gran parte de su cuerpo, hacía que la noche se reflejara eternamente en él.

Los peluches de su hermana nunca le harían competencia. 

Esta vez, no iría a las orillas de un río, ni se quedaría en la falda de un cerro: exploraría la frontera. Justo un poco antes de salir del yermo. 

Los veteranos de su ciudad decían que allá había centenares de cuevas, escondidas en las muelas del valle, hermosas y amplias para el exigente gusto del príncipe. Simplemente aceptó algo que en sus adentros no podía negar, le encantaba ser montañero, y que los citadinos le explicaran con seguridad que eran sorprendentemente enormes solo le hacía despertar más la curiosidad. 

Y fue tras aquellas minas de paz. 

Uno volaba...

Otro corría....

Pero ambos tenían algo en común: se estaban perdiendo entre el bosque. México seguía volando por el firmamento del follaje, tenía la vista al frente y con su audición casi intuitiva reconocía los riachuelos que surcaban el valle. Había ascendido hasta las copas con suspicacia, un poco desorientada y dudando si realmente había tomado el camino de siempre. 

Rusia estaba contemplando el escondite que había encontrado. Se veía tan acogedor y calientito que decidió entrar. Las lianas que resbalaban del árbol se veía como la lluvia y sus flores eran tan hermosas que podías presenciar su brillo en la noche sin necesidad de la Luna.

No se dieron cuenta de que no hubo falta un hilo para acercarlos; simplemente se dio por destino o casualidad. Una hermosa casualidad. 

-Esa rama está bien para descansar-. La pequeña descendió a unos diez metros, el frío se sintió entre las plumas como un mechazo de aire. 

No podía pedir más; era un lugar en el que podía ver todo, incluso el Reino de Occidente y el páramo abismal. Sin rodeos diría que fue el mejor lugar que pudo haber encontrado en su viaje nocturno.

Suspiró, contemplado el panorama, creándose historias en la cabeza para sí misma mientras existía todo lo que amaba alrededor de ella. Sin embargo, fue interrumpida, su agudo sentido de la vista la ayudó a divisar unos pequeños árboles siendo zangoloteados con fuerza. Parecía que quien estuviera sacudiéndolos quería tirarlos de un jalón. 

-No- en ese mismo instante tuvo presente la promesa de su padre. La que había defendido a capa y espada entre sus hermanos. Inquebrantable e inexorable. 

-Le prometí a papá- giró con sus alas en la dirección contraria.

Pero apenas dio la vuelta, los árboles nuevamente empezaron a sacudirse. Escuchó con claridad como se terminaron cayendo y el espacio vacío que dejó entre la fronda -Nada. No hay nada-. Se convencía. Pero aun suspendida en el cielo se maldijo. ¡La curiosidad era aún más fuerte que su fuerza de voluntad! 

-Será rapidísimo- no contuvo ese deseo de saber que era. Y fue.

A vuelo veloz, no quiso perder ni un minuto de su preciada noche. Con cautela y sigilo se acercó a unas de las ramas más cercanas de la zona. Al postrarse sobre ella; esta tronó escandalosamente. Palideció. De un instante a otro la bulla se redujo al silencio particular del bosque: hojas, agua y murciélagos. México trató de agudizar su vista entre la maleza, pero esta pareció hacerse densa y opaca.

Parpadeó, estaba lista para alzar el vuelo y abrir bien las garras, pero al tiempo en que el objetivo estaba claro, algo saltó sobre ella.

Fue abrumador, aplastante y sucedió con la misma rapidez que con la que cazaba a un ratón. Sintió como dos patas se enterraban en sus alas y unos colmillos delgados le amenazaban el cuello. 

-¿¡Quien eres y que haces aquí!? -. Era un Lobo. Uno negro muy distinto a los otros.

𝕵𝖚𝖌𝖆𝖗𝖊𝖒𝖔𝖘 𝖊𝖓 𝖊𝖑 𝖇𝖔𝖘𝖖𝖚𝖊 ||  [✔COMPLETA✔]Where stories live. Discover now