Capítulo 25

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Día 4| Parte 2

Los más pequeños iban al frente. Y la tierra que pisaban se metía entre sus zapatos; era su tradición favorita y para seguir honrandola tenían que traer una ofrenda digna para su padre y el padre de Rusia. Es gracioso pues a pesar del tiempo que éste lleva con ellos todavía no saben su nombre.  

Colombia y Ecuador  miraban impresionados al chico de ushanka. El respeto que sentían por este aumentó notablemente. Rusia no es un joven que se llene la boca de ínfulas, en realidad era ya un hombre acostumbrado a la buena gracia, y se preguntaban por qué traía consigo dos grandes Ciervos con las patas delanteras cortadas. 

-—Disculpa príncipe Rusia...¿Porqué trae dos ofrendas?-— Preguntó el más pequeño de los dos: Colombia. Mirándose a sí mismo con un par de conejos en las manos y comparando su caza con la de Rusia.

El más alto les regaló a los dos una sonrisa ladina —-En poco tiempo sabrán...-— En aquellos dos se había levantado un aura de intriga. Y solo miraron como los guardias del castillo les abrían las puertas a los príncipes. 

Ellos contemplaban la caza de cada uno de los sucesores de España y del primogénito de URSS. Todos traían consigo el peso de un animal. Pero los más chicos llevaban solo conejos y aves.

Su hermana, México. Fue la primera que los recibió con una sonrisa orgullosa y unos brazos estirados. La satisfacción de ver a todos sus hermanos con algo que dar para esta noche y el festin de mañana era enorme.

España apareció detrás de ella junto con el Rey de Occidente. Y sin importarles mucho que sus hijos estuvieran manchados de sangre los abrazaron con fervor. Más el viejo URSS; que se deleitaba al ver que  su hijo era el que tenían más caza.

Dos ciervos que a simple vista hacen imaginarte sabores disgustables.

—Hijo mío...— sostuvo su rostro entre sus manos. —Me tienes tan orgulloso—.

España tampoco se quedó atrás. Y es que, a diferencia de el otro rey; él tiene una relación un poco más distante con sus hijos. Claro, los amaba: pero si alguno de ellos tocaba una fibra sensible del viejo español. Desataba una furia invencible.

¿Y no fue mi hermosa México, quien se atrevió a tocarla primero?.

Ella veía a su padre darle miradas de orgullo a todos sus hijos. Sacudiéndoles el cabello mientras regalaba sonrisas de satisfacción y desvordaba tormentas de emociones. Que si bien era para todos, se sentía excluida.

Quiso convencer a su padre de que acompañara a Argentina. Pero este se negó rotundamente. Maldita suerte y mala fortuna: no recordaba mucho, pero estaba segura desde lo más profundo de aquella coraza que ella nunca hubiera faltado a algo como eso. Entonces, ¿Que pasa?. Se sentía de cierta manera un poco, pesimista y sin lugar en aquel castillo.

Y era que la gran princesa ya estaba dudando de muchas cosas. ¿Era normal no acordarse de tu propia infancia?, ó, ¿En dónde estaba su animal espiritual?.

Porque era la única que no tenía uno. 

México...— llamó el joven. Sintió que estába perdida en un momento emotivo.

—Rusia. Perdón...— rió al portarse tan nerviosa. Que mejor forma de disimular tu nerviosismo que riendo.

—¿Porqué no fuiste con nosotros?. Antes de ir a cazar vi un rostro anhelando salir— "Con razón se había quedado un momento antes de irse". Pensó México. —Y era el tuyo...—.

—Decidí ayudar en la cocina. Y...bueno— recogió el mechón de cabello que le estorbaba —Y-yo no tengo un animal espiritual—.

El chico soltó una pequeña risa; tal vez si le contaba aquella historia. Se daría cuenta de que se puede ser feliz con muchas más cosas...como su simple compañía. Claro está que también le hierve la sangre por la mentira que la hacen vivir; pero todo se va a resolver con el poco tiempo que le queda.

𝕵𝖚𝖌𝖆𝖗𝖊𝖒𝖔𝖘 𝖊𝖓 𝖊𝖑 𝖇𝖔𝖘𝖖𝖚𝖊 ||  [✔COMPLETA✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora