Capítulo 18

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Frío, un ambiente templado...olvidado. Entre los escombros de recuerdos muertos y ojos vendados.

Habría jurado que este lugar se veía más vivo cuando ella estaba aquí; no negaba que las urbes estaba bien cuidadas, pero a pesar de eso el lugar se sentía solitario.

Hace unos momentos que había despertado por el cambio de temperatura...la capa negra no le brindaba calor y sintió frío en un instante. Por más que quisiera visualizar algo por las ventanas: las empañaduras no se lo permitían. ¿Acaso estaba lloviendo?, ¿Desde cuando no observaba un ambiente así?.

Un buen chocolate era lo que le haría feliz el día de su llegada...que ya no faltaba mucho para ese momento, pues ya sentía el reír de sus hermanos llamándola por aquellas puertas de cedro que separaban el Reino de los barrios bajos. Ya presentía el aroma a  la buena comida de su hermana Perú, la música de España, los bailes del próximo Rey de Oriente; Argentina, por toda la sala principal hasta el tope de lleno...y por último: cree que no sólo van a estar ellos.

Si no muchos nuevos aliados más. 

Hace cuanto que no veía el mercado de chinches o pasaba por los parques de Zaeta. ¿Hace cuanto?, que no conocía a la gente del pueblo: que al parecer ya tienen buenas relaciones con los de Occidente.

Las historias tenían razón; esa gente era de tez Alba y cabello de Marfil, ojos del mismo color que el cielo y que el mar, una actitud muy refinada y decente: con su porte derecho y la mirada al frente nunca inclinada. ¿Y como sabía todo eso?, pues podrías diferenciar a un occidental de un oriental fácilmente caminando por los mercados del Reino de su padre.

-Princesa México...- el chofer de la carreta llamó a la chica que seguía observando por la ventana a la gente que pasaba.

-Dime...¿Ya vamos a llegar?- correspondió.

-No mi señora. Sólo...quería comentarle algo- la voz del joven se oía decidida a querer expresarle muchas novedades. -Es sobre la compañía en el Castillo...- ¿Compañía?.

-¿A que se refiere?-

-Bueno, jeje...las cosas por el Castillo son un poco complicadas desde que llegaron los Lébeveb (La familia de Rusia) el Príncipe es un poco cerrado y no se diga de su padre...sólo, quiero que sepa que esa gente es un poco menos abierta que nosotros mi princesa. No me gustaría que alguien la hiciera sentir menos- el chico tiro de las cuerdas para acelerar el ritmo de los caballos. Pobrecito, lo único que lo cubría de la lluvia era el impermeable con unas cuantas aberturas.

-No se preocupe por mi. No conozco todavía al príncipe...pero si dices que es serio: no dudó que hay alguna pizca de amabilidad en su rostro- trató de ser positiva y hablar tranquilamente. Aunque sí le aferraba la idea de ver a los ojos al hombre que "mata con la mirada".

-Y sea lo que sea...no mire su cicatriz- 

Ya habían llegado...

-¿Ya va a llegar?-

-No-

-...- esperó... -Creo que ya está afuera-

-Rusia, no. No está afuera-

-¿Porque tarda tanto?- miró las ventanas que apenas denotaban un brillo.

-¡Rusia!, maldita sea. Tranquilo...mantente a la raya y compórtate. Llegará en cualquier instante- URSS se levantó del asiento de cuero tan escandalosamente que tiró la pila de libros que estaban en la mesita de centro.

Le desesperaba ver a su hijo tan atento de cada detalle. Se sobaba su sien y no dejaba de maldecir en lo bajo; le costaba tanto parar de dejar de ver las ventanas, suspirar, verlas de nuevo y saber que aún no había ninguna carreta en la entrada; y ese ciclo se repetía y repetía. 

𝕵𝖚𝖌𝖆𝖗𝖊𝖒𝖔𝖘 𝖊𝖓 𝖊𝖑 𝖇𝖔𝖘𝖖𝖚𝖊 ||  [✔COMPLETA✔]Where stories live. Discover now