Capítulo 6

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Cual principio sin fin. Ellos corrían por el páramo. Ya había pasado dos meses desde que se conocieron; y no sólo los Juegos abundaban en el bosque tras las noches. Sino también los secretos.

—¿Enserio?...no te creo— México jugaba en la rama de un cedro, resistente y ancha para prevenir accidentes.

Créeme, solo me pasó una vez y no he querido volver a esa taberna— el pequeño se tapó un ojo con una mano y escupía para parecer un cantinero de su tierra. —Aquella noche fue loca— escupió otra vez.

La niña solo lo miraba maravillada por su carisma, ¿Seria igual con su padre o con sus hermanos?. No sabía, pero de algo estaba segura; y era de que compartía con él su pequeño mundo.

Y mientras pasaban los meses...















































Pasaban las estaciones...





























































Y pasaban los años.































Y mientras más maduraban, más grato era el sentimiento; estar el uno con el otro se volvía más necesario. Que no solo fue de noche las veces que se veían, si no que de día también lo exigían.

Y no era necesario un reloj para eso.

México, heredera de la provincia más grande de Oriente, ya no era una niña de 9 a la que le gustaba jugar con trapos y ramas de los cedros para convertirlos en juguetes tradicionales.  Ahora se iba a hacer cargo de un Reino y tenía que aprender a controlar a su pueblo.

Aunque su secreto de que era omega, en realidad no la afecta del todo; ella seguía manteniendo su casta bajo la sombra.

Rusia por otra parte, 10 años le sirvieron para entender a la dama que tenía en frente. Solo dos años mayor que México, eso no le preocupaba. Lo que le preocupaba era que tarde o temprano podría llegar su celo.

Saber que cosas podría hacer, le mantenían alterado aún más. 

En cambio, le alegraba tener contacto con ella a pesar de los conflictos de sus padres. Quienes todavía han tenido roses por las heridas del pasado. A ellos en realidad ya les despreocupaban esos asuntos, y tenían declarado unir a los reinos cuando estos fuesen reyes, si se pudiera. 

Mira, te hice un atrapa sueños— la muchacha desvaneció con su voz los pensamientos del ruso mientras jugaba con una vara. Siempre era perpetua la alegría cuando se trataba de regalarle algo a aquel chico. 

Rusia lo aceptó gustoso, con una bella sonrisa risada—Gracias— Y le fascinó la manera en la que esta tejía, ¡Le fascinaba todo!, todo de ella.

Hasta que fue en un instante, cuando dentro de él algo le llamaba nuevamente. Y que últimamente le estaba hostigando sin control, era su alfa. 

¿Sientes eso?...

*—No...—*

¿Por qué no?, es una omega. Es tú omega.

*—Es mi amiga...—*

Creo que ya sabes que hacer...

Se le quedó mirando a la chica. Esta solo noto que Rusia inclinaba su cabeza. —¿Qué pasa?, ¿Estas bien?... Te noto algo...— vio que el joven se levantó del suelo. Su mirada era penetrante, sus pupilas se dilataban y hasta juró que sus mejillas se volvían más rojas.

Noto los nudillos del chico apretando el arco del atrapasueños; era extraño verlo de ese modo. Casi 10 años juntos y nunca le había visto algo así.

México, ya llegó tu celo¿Qué pasa?, ¿Por qué dice eso?. 

Rusia tapó su nariz con fuerza, y se controlaba profundamente. 

Hay mierda— miro confundida al ruso. —¡¿Que hago!?, ¿Ir a donde?—

No supo cuando llegaba, ni en donde, ni siquiera sabia si estaba en el páramo o en su territorio; definitivamente esto era una experiencia que nunca iba a olvidar. Una experiencia muy incómoda. 

Rusia si le había explicado, pero pareció que se le había olvidado todo en un minuto.

¡No se! ¡No se!...solo....ha-hazlo— era un olor que un alfa no podía negar. No pudo evitar recordar cuando su padre le advirtió que el primer celo de cualquier omega era el más fuerte.

La mujer no sabía a donde ir. Se le estaba nublando la vista y entraba en la paranoia en cuestión de segundos.

Alzó vuelo y se elevó. Zangoloteaba sus alas en forma de águila y observaba a su mejor amigo retorciéndose en el suelo. Mientras la miraba con deseo.

¡Perdón Rusia!, n-no se como es esto, que es, cuando, y tal vez me veas muriéndome de la vergüenza en este momento— observó a Rusia que ya estaba tranquilo unos momentos.

No te preocupes México. Es mi culpa; sabía que te llegaría hoy y no me atreví a decirte— respiraba hondo, y exhalaba. Sabía que las feromonas de la chica todavía estaban en él.

Entonces ya sabía que hacer. 











































7u7

𝕵𝖚𝖌𝖆𝖗𝖊𝖒𝖔𝖘 𝖊𝖓 𝖊𝖑 𝖇𝖔𝖘𝖖𝖚𝖊 ||  [✔COMPLETA✔]Where stories live. Discover now