Capítulo 19

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Hola!!! Enserio discúlpenme; es que voy a inscribirme a la preparatoria y toda la semana ah sido de ir para allá y pa ca'. Entonces la neta perdón por no actualizar.

Además como tengo ganas de escribirme un lemmon bien perron Y NO PUEDOOOOOO. ¿Porqué?: les daría un chingo de spoilers de la historia.

PERDÓN.

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Día 1|

La Luna empezó a marcar el tiempo, las estrellas son sus consejeras y el cielo es su guía. A partir de ahora cualquier error costará mucho y al menor detalle se le habrá de poner más atención.

Ya era cuestión de que Rusia tuviera palabra y cumpliera la única meta que ha anhelado por más de 5 años: hacer a la mexicana su esposa.

Y para eso tiene una serie de cosas a las que le dedicó tiempo minucioso y técnica para enamorar a aquella dama que estaba en los jardines del Castillo. Era primavera y sabía que el Festival estaba tocando su música por los mercados de Zaeta: ese sería su primer tiro.

Más sin embargo algo le impedía ir allá con la princesa...no estaba seguro de que era la misma; a decir verdad, se notó un poco más fría de lo que la recordaba y sus gustos se volvieron más secos y menos vistosos.

Tenía un miedo interno y poco conmovedor; ¿Y si la princesa se volvía fría?. Era más probable que fuera rechazado. Le dolía pensar así: saber que su amada ya no era igual.

Ayer en la noche, a la hora de su llegada se le vio muy cansada y con poco interés en lo que era "nuevo" para ella. Seguía sin entender que le habían enseñado en el reformatorio pero si eso provoca tan poco en la princesa: era algo malo.

Decidió dejar sus rencores del lado de la ventana; y bajar para el desayuno. La mañana era su parte favorita de todo el día. Podía regocijarse en la buena comida de los chefs y de vez en cuando hacía comida el mismo.

¿Y si le preparaba comida?, bueno, no es que el chico tenga la mano de Dios para preparar manjares como la dama tricolor. Pero estaba seguro de que su platillo era especial, y más si era para ella y para ahora.

Bajo ansiosamente por las escaleras y removió la puerta de la entrada para el salón real. Nunca tuvo esos pequeños hormigueos sólo por preparar una pequeña pero deliciosa sopa.

En frente de él estaba la cocina: grande fue su sorpresa al percatarse de que el vapor de las ollas salían sin supervisión alguna. Todo, cebolla, jitomate, aguacate, limón. Estaba partido de una manera ordenada y limpia sobre la mesa principal, de decoración colonial y sin olvidar los detalles en los murales que su querida México había pintado.

-¿Está alguien ahí?- preguntó al aire para asegurarse de que hubiera un chef o por lo menos una criada en la cocina.

Más no respondió nadie.

-Hay una olla con salsa y otra con carne...¿No son de nadie?- olía tan rico que sus sentidos querían dar un pequeño provete. -Entonces voy a agarrar un poc...- había tomado la cuchara antes de tocar la salsa y probar.

Pero creo que el tenedor que voló a su mano se lo impidió. -Alejese de mi pipián Príncipe- Era ¿México?, estaba en el jardín hace unos momentos; como llegó tan rápido sin que se diera cuenta. Y lo mejor de esto; ¿Como preparó todo tan rápido?.

-México...- sus suspiros lo delataban.

Ante el libro abierto que tenía en frente no podía dejar de sentir lo amado que fue en su momento. Pero ahora la tenía en agallas y en pos deciciva con carácter fuerte....cuanto había cambiado.

Lo acostumbrado que lo dejó a sus cálidos abrazos y bello cantar. Ahora sólo los conservaba como recuerdos perdidos...

-...Principe...¿Príncipe?, ¿Está bien?- no se dio cuanta que se perdió en su pequeño Reino. Aún tomando su mano por el golpe la miró a los ojos y ante él; deseo poder ver la sonrisa que le regalaba cuando eran niños.

-Si, estoy bien- pero no fue así.

-Siento tanto lo del tenedor. No me gusta que toquen mi comida cuando no está todavía- como se le pudo haber olvidado.

La mujer detestaba cuando metían mano en su sazón. Cuando eran apenas jóvenes de 16 e iban al bosque a cazar: sus platillos en la tarde era lo que más solían hacer. Y a los dos les encantaba cocinar...juntos.

-No se preocupe princesa...disculpe mi impertinencia. Es que...a veces sólo es cuestión de pocas palabras para dejarse caer...- ¿Eh?.

Esa misma cara hizo la muchacha al escuchar las palabras del joven ruso. Claro, las iría entendiendo conforme pase el tiempo; y se iría dando cuenta del verdadero significado.

-Cuando un Príncipe baja a la cocina, quiere decir que tiene hambre. Y usted no es cualquier tipo de Príncipe: su mano lo hace independiente. Dígame, ¿Bajo para prepararse algo?- México había tomado la cuchara de madera y puso ambas manos en su cintura.

-Ehhh...creo que si- no sabía que contestar ante esa lógica.

-¡Pues perfecto!, que mejor que dos personas trabajen juntas. Créame; soy una experta en el arte culinario- y como toda maestra de baile o música, de arte o arquitectura: manejaba todos los instrumentos de cocina como una experta y creadora de las cucharas de madera.

-No me gustaría decirle que 'no' a la princesa- por primera vez había dicho algo claro sin perder su coraza.

Y por primera vez había dejado su capa de terciopelo a un lado de la puerta.

No la soltaba ni para correr.

Vestida de una prenda tradicional empezó a batir todas las semillas de girasol junto al nórdico. Era buena compañía y fácil de tratar, cada palabra que entraba en el oído de Rusia se quedaba ahí y nunca salía. Más si era de una boca dulce y sonriente.

México tenía gracia.

En la forma en la que habla, en la forma en la que viste, cocina, dibuja. Dones sencillos y humildes, los más hermosos que pueden existir; anhelaba escuchar más todos los días a todas horas en cualquier momento.

Lo volvía loco.

-Yo crecí aquí. Era una niña valiente, recuerdo que siempre hacía muñecas de trapo para venderlas en el mercado. Pero mi padre siempre iba por mi al puesto con sus caballos y sus guardias que intimidaban a mis clientes- la joven estaba partiendo cebolla, ¿Como es que no lloraba?, Rusia estaba en ríos y mares en este momento. Pero escuchaba a la chica con mucha atención mientras movía su sopa.

-¡También recuerdo a mis hermanos!, jugaba con ellos a las escondidas. Me sentía sola algunas veces porque ellos eran los únicos que se podían transformar- México cortó el último cuadro de cebolla para tirarlo a la olla.

-Perdón...¿Como princesa?- a Rusia le desconcertada escuchar eso. Le están engañando y eso era lo que más le dolía. Pero quería saber que historias le contaban a su amada.

-Pues, mis hermanos son los únicos que se pueden transformar; Colombia, en una garza. Chile; fácilmente podría cambiar a un reptil, Brasil. Dios, sus aves son signo de belleza. Argentina, él tiene la corona. Se puede transformar en un ciervo...pero yo, sólo puedo aparecer en las pinturas volando. No puedo cambiar- El nórdico soltó la cuchara y la sangre le empezó a hervir.

Quería matar a España, y si cumple con su cruzada va a hacer todo lo posible para hacerlo. Mientras el viva, nadie va a tocar a México una vez más...

Ya no.















































































































𝕵𝖚𝖌𝖆𝖗𝖊𝖒𝖔𝖘 𝖊𝖓 𝖊𝖑 𝖇𝖔𝖘𝖖𝖚𝖊 ||  [✔COMPLETA✔]Where stories live. Discover now