XVI. Nieve roja

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Llevamos tres días viajando. Tres días que han podido ser cruciales para la vida de los demás herederos. Tres días en los que puede haber cambiado todo, y aquí sigo yo, dando vueltas a través de un bosque congelado cuya salida parece no existir. Guiada por un tipo irascible, una niña y un perro.

La verdad es que estoy preocupada, y echo de menos a mis amigos. Echo de menos las trastadas de Ava, la serenidad de Ilya y la luz de Edric. Desearía que, al final de este bosque, todos estuvieren esperándome. Que todo fuese una simple pesadilla. Si lo fuese, despertaría en aquel apartamento, y correría en busca de Edric, para asegurarme de que entiende lo profundamente arrepentida que me siento; por mi comportamiento durante estos dos años, por haberle hecho perder todo ese tiempo, por no haber sabido comprender sus gestos de preocupación y cariño antes, por el dolor que le he causado... A él y a todos. Haré lo que sea por traerlos de vuelta sanos y salvos.

―Nos hemos perdido ―afirma Elsie, con el perro arropado dentro de su abrigo.

―¡No nos hemos perdido! ―asegura Skylar, que camina delante de nosotras ―. Estamos a punto de llegar.

―Eso dijiste hace media hora.

―No voy a discutir con una niña pequeña.

Elsie se detiene repentinamente.

―¡No soy ninguna niña pequeña, sé hacer explosivos y podría patearte el trasero!

―Sí lo eres, y por eso no quería traerte. Haz el favor de callarte y no molestar más, niñita.

La pequeña rubia arruga su roja nariz, está tan enfurecida que no sé decir si el rubor de sus mejillas es producto del frío o del enfado.

―No deberías ser tan duro con ella, fue gracias a sus explosivos que pudimos escapar de aquel lugar.

Los ojos de Elsie se iluminan en cuanto oye mis palabras. Skylar me mira por encima del hombro y exhala, su aliento se convierte en vaho al instante.

―Dos contra uno, eh, es injusto.

Elsie le saca la lengua y se agarra a la tela de mi capa.

―Creedme, si hay alguien que quiere llegar soy yo... ―comento, mirando a mis pies descalzos, morados por el frío y la nieve. Estoy segura de que un humano normal habría muerto en estas condiciones. Este destrozado vestido y la capa que me ha dejado Skylar, casi no consiguen resguardarme.

―¿Por qué no la llevas en tu espalda, Sky? ―pregunta Elsie.

―E-Está bien, si queda poco podré seguir caminando sin mucho problema.

―Pero...

―Ya la has oído, Elsie ―interrumpe el de pelo oscuro ―. Continuemos, no podemos perder más tiempo en este bosque.

Elsie deja escapar un suspiro decepcionado, y vuelve a caminar sin rechistar.

Mientras tenga pies, podré seguir caminando. Es una pena que esté decaída y mis alas no tengan fuerza para alzarme más de dos metros sobre el suelo.

Nos movemos hacia Elev, un pequeño pueblo cercano a Egia, lo que quiere decir que nos aproximamos al lugar en el que perdí a mis padres. Fue precisamente en Egia donde aquella niña murió en mis brazos, y detonó en mí el sentimiento de culpa con el que aún cargo. Estaba ciega, pensaba que matar a rebeldes hasta encontrar a los asesinos de mis padres me daría paz. Estaba convencida de que el trato que recibí en el ejército era el que merecía. El ejército era lo único que tenía, lo único en lo que creía. Había olvidado a Edric y los demás por completo... Porque olvidar es más fácil que atragantarme con la culpa y la decepción.

Lilith: desolación [SIN EDITAR]Where stories live. Discover now