XXXII. Errores

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He decidido dejar de contar los días que llevo sin descansar. Cada vez que cierro los ojos me persiguen esas pesadillas... Sueños tenebrosos en los que me convierto en uno de los Herederos secuestrados, o en los que revivo el día en el que presencié cómo la familia de Skylar se rompió en pedazos.

No puedo seguir usando el amor que siento hacia una persona que jamás ha existido como escudo. No son dos personas diferentes; sólo un monstruo vil que ha dedicado su vida a destrozar las de los demás. El frío que envolvió a mi corazón el día que vi a mis padres morir desangrados es real, tanto que nunca he sido capaz de deshacerme de él. El monstruo que los mató, el que me utilizó, el que ha asesinado a la familia de Skylar, es real. El hombre del que me enamoré nunca ha existido. La rabia que me provoca pensar en él y en sus acciones es, cada día, más potente que cualquier amor que pueda sentir.

Durante años, la única razón por la que soporté esas torturas, por la que reprimí cualquier atisbo de humanidad en mí, fue porque quería encontrar a los asesinos de mis padres y, finalmente, vengarlos. Culpé a personas inocentes del dolor que Heller me ha causado, maté a cientos de padres, tíos, abuelos, hijos... Cuando el verdadero asesino estuvo a mi lado todo el tiempo; asegurándose de que no me desviase del camino que él había creado para mí. Y, cuando dejé de serle útil, simplemente me dejó tirada bajo la lluvia. Me hizo pensar que era lo único bueno que tenía aquel ejército, empecé a sentir que si él no estaba perdería el rumbo, que le debía la poca estabilidad y felicidad que sentía en aquel lugar... Pero, en realidad, nunca le he debido nada, nunca ha hecho nada por mí que no le beneficiase a él, todo lo que hacía era parte de su maldito plan.

No pienso seguir viviendo a ciegas. Él pagará por todos sus pecados, y yo también; sólo entonces este mundo podrá vivir en equilibrio y paz.

Lo único bueno que sucedió tras salir de aquel incendio fue que, mientras huía del furioso gentío, me topé con Jax. Él salía de una tienda, sosteniendo una bolsa de papel en sus manos, cuando chocamos. Al levantar la cabeza para disculparme, me encontré con su rostro entristecido...y no pude evitar llorar. Él y el pequeño Alec se mudaron a un pueblo cerca de Egia después de lo que pasó con Andrea... Nunca olvidaré ese día en la azotea cuando, el mismo monstruo que ha matado a la familia de Sky, se presentó con la cabeza de Andrea en sus manos. Jax no quiso contarme nada sobre la muerte de la pelirroja, pero bastaba con mirar sus vacantes ojos verdes para saber que aún sigue atrapado en el recuerdo. Le ofrecí volver conmigo al orfanato, pero se negó, pronunciando una frase que me ha perseguido hasta el día de hoy:

«―Cuantos más enemigos de Heller estén bajo el mismo techo, más fácil se lo ponemos para acabar con todos de un sólo ataque.»

Tiene razón, Heller sabe que estamos en algún lugar de este pueblo, igual que sabía que nos subiríamos en el tren. No puedo arriesgar la vida de estos niños sólo para tener un techo sobre mi cabeza. Debimos haberlo pensado mejor antes de exponer a los pequeños a un ataque, sé que a él no le importaran sus vidas si eso significa acabar con las nuestras.

Camino nerviosa en busca de Zariah, este es un tema que quiero solucionar cuanto antes. Es bastante probable que Heller conozca nuestra ubicación exacta, no voy a quedarme de brazos cruzados esperando a que nos ataque.

Corro escaleras abajo, el sol de la mañana ilumina los suelos de madera. Oigo risas infantiles a lo lejos. Me pregunto si Elsie estará jugando con los pequeños.

Atravieso el vacío pasillo y, al abrir la puerta que lleva a la cocina, un paquete de harina vuela justo por encima de mi hombro e impacta contra el suelo, estallando.

―¡Eres un desastre! ―grita una voz femenina ―. ¿¡Cómo has sobrevivido tú solo si no sabes ni cocinar!?

―¡No deberías moverte de esa manera, se te van a saltar los puntos!

―¡Si se me saltan será por los disgustos que me das, Skylar Dyer!

Asomo la cabeza y veo a Skylar, Evelyn y un par de niños en la cocina. Skylar está cubierto de harina y Evelyn sentada frente a la encimera, que se encuentra repleta de cuencos y desorden.

―C-Chicos... ―titubeo, abriendo un poco más la puerta.

―¡Eso es lo que hacéis en el ejército: el vago! ¿¡De qué te va a servir saber disparar una pistola si te vas a morir de hambre!? ―La pelirroja alza las manos, indignada.

―Evelyn, en el ejérc...

―¡Calla y presta atención! ―ordena ella, procediendo a romper la cáscara de un huevo con el borde de uno de los cuencos de cristal.

Skylar suspira y se sienta frente a su hermana. Los niños no pueden dejar de reírse y, una de ellos, se acerca a mí y me coge de la mano, pidiéndome que pase.

―Buenos días ―saludo, tratando de contener una risa al ver de cerca el pelo polvoriento de Skylar.

―Buenos días, Lilith, ¿has dormido bien? ―pregunta Evelyn, mezclando los huevos con una cuchara de madera ―. ¿Ves, Skylar? No hace falta ser violento para que se mezclen ―Me llevo una mano al rostro, intentando ocultar lo mucho que me divierte esta situación.

―Como te rías pienso derramarte esto por encima, así ya tendremos desayuno: salchicha chamuscada con huevos ―El momento en el que Skylar termina su frase, Evelyn le lanza la cuchara, golpeándole justo en la frente―¡Evelyn!

―¡Esos no son los modales que nuestro padre nos enseñó! ¡Vas a morir soltero!

―Mejor morir soltero que con una mujer como tú a mi lado... ―refunfuña él, recogiendo la cuchara del suelo.

―¿¡Qué has dicho!? ―Esta vez, Evelyn levanta un cuchillo y puedo ver el miedo en los ojos de su hermano.

―Que voy a coger el salero porque... me gustan los desayunos salados...

Si las miradas matasen, Skylar habría muerto varias veces desde que entré a esta cocina.

―La hermana de Sky es muy graciosa ―comenta uno de los niños, mientras juguetea con un pequeño mantel.

La chica de pelo rojizo le sonríe. ―Tomad, pequeños, el desayuno ―Su voz suave contrasta con el tono seco con el que se dirigía a Skylar hace tan sólo unos minutos.

―Skylar, tenemos que hablar.

―¿Tiene que ser justo ahora? Me muero de hambre ―El moreno detecta la urgencia en mis ojos y suspira. ―Está bien, vamos.

Él abre la puerta de cristal que da al jardín trasero, caminando delante de mí con las manos en los bolsillos de su pantalón.

―¿De qué quieres hablar? ―pregunta, apoyándose contra un árbol.

―Hemos cometido un grave error viniendo a este orfanato.

―¿Por qué? Aquí estamos seguros, y estando todos juntos podemos pensar mejores estrategias para atacar a Heller.

―Si descubre que estamos aquí y decide atacar, moriremos todos ―explico cruzándome de brazos ―. Nos hemos servido en bandeja.

Skylar pasa una mano a través de su oscuro cabello, sus ojos no se quedan fijos en un lugar concreto; sabe que lo que he dicho es la verdad y eso le aterra tanto como a mí.

―¿Cómo hemos sido tan estúpidos?

―Hemos estado cegados por otros asuntos... pero es posible que aún tengamos tiempo, si no ha descubierto que estamos aquí podremos irnos antes de que suceda lo peor.

―Lo más sensato es dividirnos en equipos, no debemos cometer el mismo error dos veces.

―¿Dónde está Zariah? Tenemos que hablarlo con ella.

―Sígueme. 

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¡Hola a todos! 

No actualizo desde junio, imagino que muchos de vosotros no estaréis por aquí ya, pero quiero agradeceros a los que sigáis aquí y a los que os unáis a la aventura de Lilith por primera vez. Espero que os guste este capítulo de vuelta. Echaba de menos esto. 


Lilith: desolación [SIN EDITAR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora