17| Los ojos se hicieron para mirar

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         —¡¿QUÉ?! —LA VOZ DE CHARLOTTE resonó en todo el comedor al escuchar el nombre de Agatha—

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         —¡¿QUÉ?! —LA VOZ DE CHARLOTTE resonó en todo el comedor al escuchar el nombre de Agatha—. ¿Cómo pudieron elegir a esta estúpida que ni siquiera se comporta como una dama? —Para dar más crédito a sus palabras, Agatha estaba justo en ese momento atragantada con agua y pollo.

Cuando sus palabras llegaron a los oídos de Agatha, esta se recompuso y logró erguirse en su lugar.

—Lo siento, dijeron damas, no niñas malcriadas —dijo, echando su cabello a su espalda.

—Además ni siquiera eres bonita.

Agatha se paró de la mesa y la miró fijamente. ¿Y esa que se creía? ¿Una modelo famosísima del mundo muggle?

No era por ser narcisista, pero Agatha sabía que era hermosa. Tenía unos rasgos finos, delicados y, al mismo tiempo, aristocráticos. Sus ojos grises eran cautivantes, su piel nívea no tenía marcas, y su cabello rubio platinado tenía un precioso brillo natural que podía ser la envidia de cualquiera.

—Zabini, no es como si tú fueras la persona más bonita del mundo —se defendió Agatha.

Charlotte bufó.

—Yo sí soy bonita —aseguró la morena, envolviendo un mechón de su cabello alrededor de su dedo índice.

—Claro, claro —murmuró Agatha—. Si tú eres bonita, de seguro yo soy la Miss Universo del momento —Algunos chicos que la escucharon comenzaron a reír, aunque verdaderamente no entendieran la referencia. Ese tipo de concursos de belleza no eran parte del mundo mágico—. Mira, Charlotte, serás todo lo bonita que quieras, pero dime: si el mundo fuera ciego ¿a cuánta gente impresionarías?

Charlotte la fulminó con la mirada, haciendo que Agatha sonriera con suficiencia.

—Hazte a un lado, Nicholas Flammel —masculló la morena—. Ni siquiera sé por qué quedaste en Slytherin. Eres una sangre sucia que no debería asistir a Hogwarts.

La expresión de Charlotte Zabini era de pura rabia. Su rostro estaba sonrojado de tanta sangre acumulada bajo su piel por el coraje, apretaba sus puños hasta que sus nudillos se tornaron blancos, y una vena se brotaba en su frente. Agatha podía jurar que estaba a punto de echar humo por la nariz como un toro en las caricaturas.

La rubia mordió la lengua para no reír. ¿Era en serio? ¿Sangre sucia? Ese era un insulto pasado de moda en el mundo mágico luego de la caída del señor Tenebroso. Además, ella no necesitaba ser la pureza personificada. En sus venas corría la sangre de la bruja más brillante de toda su generación, una heroína de la guerra, una mujer inteligente e importante, y del heredero directo de dos familias pertenecientes a los Sagrados Veintiocho.

—Señoritas, por favor —intervino McGonagall, poniendo fin a la discusión entre las dos adolescentes—. Smith, reúnete con las demás concursantes en el despacho de la profesora Welsh.

La hija de Draco Malfoy y Hermione Granger. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora