Capítulo 40

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Eli

Desperté y supe de inmediato que no era mi cama, pero estaba tan cómoda y calientita que no quería ni abrir los ojos, hasta que me di cuenta de algo duro, y eso duro estaba tocando mi muslo, abrí los ojos y lo primero que me encuentro es el atractivo rostro de mi mejor amigo a centímetros, esos divinos y apetecibles labios ¡a centímetros! Miré para abajo y en efecto, eso duro era el amigo de mi amigo.

Me le quedé viendo, su fuerte mandíbula, sus delgadas aunque largas pestañas de un color café, no completamente oscuras, pero lo que me llamaba más la atención eran sus labios. Sentí como su respiración cambiaba, así que me hice la dormida, sentí su mirada y como acomodaba un mechón de cabello detrás de mi oreja

- Buenos días – le dije

- ¿te desperté? – me estiré como gata

- Nop – luego me quedé quieta - ¿no hice nada malo anoche, verdad?

- Solo desvestirte frente a mí, tuve que sostener tu bra en tu cuerpo, aunque debo decir que tienes bonita lencería, no sabía que te gustaban las tangas, siempre dijiste que eran incomodas

- Y lo sigo diciendo – lo dije lento, la verdad es que si me había puesto una

- Eli ayer traías una – me quedé un rato pensando y luego el calor subió por mi cuello hasta mi rostro

- Oh dios, lo siento tanto – will comenzó a reírse – de que te ríes, ¿te das cuenta que me viste en lencería bastante provocativa?, que estoy segura que ni Sarah usa – le dije, él se quedó pensando

- ¿Puedes convencerla de usar cosas así? – estúpidos celos, sin embargo

- Veré que puedo hacer, pero no te prometo nada – ahora fui yo la que se quedó pensando - ¿Qué más hice? – vi como will se sonrojaba un poco

- Nada, solo eso

- Bien, con eso basta

Will

Llegamos a su casa y esta estaba en silencio, lo único que se escuchaba eran los quejidos de Eli por el tremendo dolor de cabeza

- No debiste tomar tanto – me miró mal

- Lo sé – se estiro y masajeo su cuello – Auch

- ¿Por qué te duele tanto el cuello? – el rojo subió por su rostro y comprendí – Eli te estas convirtiendo en todo un caso

- Ni que lo digas – sacó una jarra de agua fría y unas pastillas para el dolor – ¿te importa si vamos por mi carro?, lo voy a necesitar

- Claro, solo le digo a Sarah que vamos para allá

Ver a la mamá de Sarah seguía siendo algo incómodo, lo peor es que ella lo notaba y de vez en cuando hacia comentarios que en serio me hacían enrojecer furiosamente y claro, la pequeña astuta sentada a mi lado se dio cuenta, y con la clara pregunta en su mirada azulada

- Así que tú eres la mejor amiga de mi Sarah - trina dejó su taza de té delicadamente – eres muy hermosa, te pareces más a tu padre que a tu madre, debo decir – Eli levantó las cejas

- Gracias y si muchos me lo han dicho

- Y dime, ¿Cómo está tu padre? – Sarah me había advertido que su mamá había estado tras Dominik durante unos meses, se conocieron en un congreso, de ahí ella quedó prendada y creo que tener a la hija de su reciente flechazo era una oportunidad

Un ángel con cuernos y colaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora