Capítulo 43

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- Cariño, ¿estás bien? – la voz de mi madre me distrajo, mi mente viajaba una y otra vez a las palabras de Giorgio

- Si, solo estresada - me tomó de la mano y me dio una pequeña sonrisa, casi se me botan las lagrimas

Estaba muy asustada, hacia dos semanas que no iba a las carreras, cada cuando los chicos me mandaban mensaje para ofrecerme carreras pero todas las había rechazado

- Estas rara – me dijo Morgan mientras me acariciaba la espalda desnuda. Había ido a su casa para que me ayudara con una tarea, pero terminamos en su cuarto

- No es nada y... yo mejor me voy – sus ojos verdes adoptaron un brillo travieso – no... - me volvió a besar y de inmediato se puso encima de mí

- Solo una más – reí

- Solo una más

Salí de su casa casi al anochecer, el cielo estaba pasando de naranjas, rosas y rojos, a tonos azules claros y oscuros.

Me subí al auto y comencé a manejar hacia mi casa, pero vi como un auto negro deportivo salió de una de las calles y se fue detrás de mí, no pensé que fuese tan importante hasta que después de pasar varias calles este aún no se desviaba.

En un instante pesé que era de alguien de nuestros vecino pero, ese auto jamás lo había visto por los rumbos de donde vivía, no pertenecía a algún vecino, estaba cien por ciento segura, de todas maneras subí la velocidad, pero al ser también un deportivo el carro misterioso, me siguió fácil el paso

- Mierda – en ese momento la cara de Giorgio se me vino a la mente, y si... giré el volante para dar vuelta y quedar justo frente al auto, prendí y apagué las luces, tardaron dos minutos cuando dos hombres altos salieron del auto, iban de traje negro. Puse mi pie en el acelerador haciendo rugir el motor, pero uno de ellos sacó un arma y me apunto, el otro fue hacia mi lado y tocó la ventanilla, no tuve otra opción más que bajar el vidrio y este solo me pasó un celular – Aló – mi voz temblaba

- Hola leonessa, te he extrañado – la ronca voz de Giorgio me hizo tragar duro – verás mañana te necesito en las carreras

- No puedo

- Si puedes

- No – colgué y pise el acelerador

Al día siguiente entré al salón y todos estaban alrededor del lugar de Rodrigo, pensé que estaba contando una de sus grandes historias, ese niño tenía labia

- Dios, mírate, esos salvajes deberían pagar – dijo una chica

- Pues ya no se puede hacer nada – dijo Rodrigo con la voz algo forzada, comencé a temblar – no vi cómo eran porque traían mascaras – me fui acercando poco a poco – lo raro fue que no se llevaron nada, solo llegaron y me golpearon como si no hubiera mañana

- Pero Rodri, no deberías estar aquí, deberías estar descansando

- Si, solo vine a presentar examen y me largo

- Rodrigo – vi voz sonó bajo y débil

- Hola hermosa – su rostro estaba algo hinchado, tenía un moretón en el ojo que se veía desagradable, sus manos tenías rasguños, su labio estaba partido y se sostenía el costado haciendo muecas de dolor. Quería llorar, un mensaje me llegó

Te quiero hoy en las carreras, la próxima vez que lo veas será en un ataúd

- Nena, ¿estás bien?, te pusiste pálida, ¿enserio estoy tan mal? – le di una sonrisa

Un ángel con cuernos y colaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora