Capítulo 4 (Cyborg Cider-man 2: El regreso)

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ACLARACIÓN: Si el diálogo aparece en cursiva es porque Saiki le habló (telepáticamente) a la persona con la que entabló una conversación.

***

El exquisito y dulce sabor del postre se deslizó suavemente por su lengua, atravesando a su vez las papilas gustativas, dejando que su cuerpo se relajase ante el delicioso gusto de la gelatina de café. Saiki finalmente sintió que un peso había disminuido de su espalda. Después de unas feroces semanas, donde lo único que hacía era soportar los comentarios absurdos de Nendo y los intentos fallidos de Kaido para impresionar a Nishimura, finalmente logró tener un fin de semana para disfrutar de su propia soledad, paz y tranquilidad.

Nada puede arruinar este momento. Y se llevó una cucharada de gelatina a la boca, suspirando aliviado y alegre.

—¡Kuu-chan! —una voz aguda se oyó tras la puerta de su cuarto. Era una voz que él conocía perfectamente, pues la había estado oyendo desde que tenía memoria.

Kusuo gruñó para sus adentros al escuchar como la puerta se abría, dejando ver a Kurumi con su típica angelical sonrisa en el rostro.

—No.

Ni siquiera necesitaba que su madre lo dijese, puesto que ya lo sabía gracias a que podía leerle los pensamientos.

—No era una pregunta. —replicó su madre, sonriendo de manera tétrica, ocasionando que un aura oscura la rodease—. Era una orden.

Cierto... hay alguien más arriba de mi en la cadena alimenticia...

Y allí estaba, caminando de mala gana hacia la casa de su pequeño vecino: Iridatsu Yuuta. Un niño bastante carismático que terminó creyendo erróneamente que Saiki era el superhéroe que tanto admiraba en la televisión. Por lo que su madre le había contado, la mamá de Yuuta debía salir por unas horas para encargarse de unos asuntos importantes, y como no podía llevarse a su hijo con ella, le había preguntando a Kurumi si Saiki estaba disponible para cuidarlo a esas horas.

Por supuesto que no estaba disponible, pero no podía hacer nada contra su madre mientras viviese con ella bajo el mismo techo.

—Oh, Saiki. Gracias por venir y cuidar de mi pequeño Yuu-chan. —una apurada (pero feliz) mujer se vio en el umbral de la puerta de la casa arreglando torpemente su saco negro. El psíquico de pronto supo que iba a una importante reunión de trabajo.

—¿Eh? ¡Pero, si es Cyborg Cider-man No. 2! —chilló Yuuta, quien había permanecido valientemente detrás de las piernas de su progenitora, mirando con emoción a Saiki.

¿Sigues con eso?

—¡Bien! ¡Debo irme! Adiós, cariño. —la mujer le dio un pequeño beso en la frente a su hijo y le revolvió el cabello—. Adiós, Saiki. Gracias, otra vez, por cuidarlo. Espero no haberte molestado, ¡nos vemos más tarde!

Y con eso último, la mujer salió de la casa cerrando la puerta detrás de sí. El psíquico suspiró pesadamente; quería estar en su cuarto comiendo su gelatina de café. ¿Por qué siempre eventos desafortunados le tenían que pasar a él?

—¡Cyborg Cider-man No. 2, vamos! ¡Estás en la tele! —gritó Yuuta, tomando al mayor de la mano y guiándolo a la sala de estar para que pudiesen ver el programa que se transmitían en la televisión.

Con suerte solo se entretendrá con esa porquería y...

Antes de que ambos pudieran relajarse en el sofá completamente, el timbre de la casa sonó. Sobresaltando al niño y sorprendiendo a Kusuo ligeramente.

—¿Venían visitas a tu casa?

—Mamá no me ha dicho nada, así que no estoy seguro... ¡Wo! ¡Podría ser un enemigo! ¡Vamos, Cyborg Cider-man No. 2! ¡Lo derrotaremos juntos! —Yuuta se colgó de la espalda de Saiki, rodeando ambos bracitos en su cuello para aferrarse. El mayor solo suspiró pesadamente.

Con sabor a azúcar. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora