Capítulo 36 (Bajo la boca del diablo)*

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ADVERTENCIA: Contenido sexual. Cuando aparezca el ⚠️ deja de leer. :)

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—Deja de poner esa cara.

—No tengo otra.

—Vamos... no fue tan malo.

—Tienes razón. Fue peor.

—¡Kusuo! ¡Solo fue una cucharada que tiré! —reprochó la azabache, largando un suspiro pesado.

La pareja se encontraba caminando hacia la casa de Kaido, quien por alguna extraña razón que todos desconocían, había decidido hacer una fiesta de disfraces en su casa (aprovechando que toda su familia no estaría en casa hasta la noche siguiente, dejándolo solo) y había invitado a sus amigos. Sin embargo, para mala suerte de Hikaru, Kusuo se había negado a vestirse en pareja con ella. Aquello ocasionó una pequeña discusión que luego terminó peor cuando Hikaru no se dio cuenta y tiró la gelatina de café que su novio estaba tomando, pensando que este ya se lo había terminado.

—Una cucharada fue desperdiciada. Podría haber estado en mi boca.

—¿Sabes qué más puede estar en tu boca?

Silencio. Y uno muy incómodo. Kusuo rodó los ojos, sintiendo su rostro calentarse por la vergüenza.

—¿Tienes que decir esas cosas en medio de la calle?

Una carcajada se escapó de los labios de la azabache.

—¡Estaba hablando de mi puño! Traté decir que quería golpearte... —respondió Hikaru, con una sonrisa burlona, haciendo que el psíquico gruñera, aún más avergonzado—. Luego me dices a mí que soy yo la de la mente sucia, y tú eres igual.

—No es cierto.

—Ajá, lo que tú digas... Batman.

—¿Sigues resentida por eso? ¿En serio?

—¡Podríamos haber quedado increíbles! ¡Tú como Batman, y yo como Catwoman! —reprochó la azabache, haciendo un pequeño puchero.

—Bueno, Catwoman no necesita a Batman para verse genial.

Kusuo le dio una vaga mirada al disfraz que Hikaru tenía puesto. Sonrió ligeramente; todavía podía sentir cómo su respiración se atoraba cada vez que la veía con el traje de Catwoman. Sin duda, ese disfraz le quedaba increíblemente genial.

—Aw, ¿eso fue un cumplido?

—No.

—¡Sí lo fue! ¡Estás sonriendo!

—Claro que no.

Cuando finalmente la pareja llegó a casa de Kaido, este los recibió alegremente. Haciendo reflejar toda su emoción por la fiesta en su cara.

—Qué ternura... Kaido parece un niño pequeño en Disneylandia. —comentó Hikaru, una vez que entraron a la casa del mencionado, viendo cómo este tenía una sonrisa de oreja a oreja y las mejillas ruborizadas de felicidad.

—No entiendo cuál es la emoción. Es solo una fiesta.

—Deja de ser tan aburrido y amargado. Será genial.

Kusuo iba a responderle hasta que una mata de cabellos azules se abalanzó contra la mayor, haciéndola girar al punto de que casi se cae al suelo.

—¡Hikaru-san!

—¡Teruhashi! —respondió Hikaru, rodeando con sus brazos a la joven, todavía tambaleándose por el acto—. Me asustaste...

—¡L-lo siento, Hikaru-san! —acotó Kokomi, riendo sonrojada—. ¡Te ves bien en tu disfraz!

Con sabor a azúcar. Where stories live. Discover now