Capítulo 18 (Todo es culpa de Toritsuka)

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Era una noche calurosa, donde las estrellas habían inundado por completo el cielo raso y la luna empezaba a acercarse lentamente a su punto más alto. Kusuo le dio una vaga mirada al jardín que era exageradamente grande, lleno de personas que conversaban, reían, bebían, y se divertían en la piscina. Al psíquico le llamó la atención como esta poseía en el fondo del agua un par de luces de colores para hacerla ver más bonita y graciosa.

Solo espero que esto termine pronto.

—Vaya, sí que el jardín es muy bonito, ¿cierto, Saiki? —Aren, quien se encontraba parado junto a él, sonrió—. Además, es un ambiente agradable. Me alegro de que Nishimura-san me haya invitado.

El psíquico ahogó un gruñido.

Se suponía que tú no ibas a venir.

No obstante, Saiki debía admitir que Kuboyasu tenía razón en aquello. Estaban envueltos en un ambiente que no era desagradable, dentro de todo. El bullicio de la gente y el tono de la música que transmitían por los parlantes era calmado, nadie se encontraba gritando o haciendo algún desastre. Incluso muchos bebían en la barra con moderación. Definitivamente no era el tipo de fiesta que Saiki esperaba encontrarse.

Por las palabras de Hikaru pensé que iba a ser mucho peor.

—Hey, lamentamos la tardanza. —finalmente, la voz de Hikaru se hizo presente—. Tuvimos... unos problemas técnicos. Gracias por esperarnos mientras nos íbamos a cambiar.

A sus espaldas, Aren y Saiki pudieron apreciar a la azabache, con ambas manos en las caderas, en su bonito bikini (de color negro, por supuesto), cuyas tiras se unían delicadamente en el centro de su estómago. Al lado de ella, se encontraba Akane quien, a diferencia de su amiga, tenía una pose que demostraba lo pudorosa/avergonzada que estaba en esos momentos. Aren sintió como su rostro adquiría un leve tono rojizo y Saiki simplemente desvió la mirada por unos segundos.

—¡Se ven muy bien, Makera-san, Nishimura-san! —comentó Aren, sonriendo con sus mejillas rosadas.

Debo admitir que... Hikaru se ve... extremadamente bien...

—Gracias. Ahora, Akane... ¿Irás o no? —preguntó la azabache, mirando a su amiga. Esta gruñó ligeramente—. Vamos... te preparaste desde hace días para esto. ¿Por qué ahora te estás echando para atrás?

—¿¡E-es que tú las viste, Hikaru?! —murmuró Akane, deslizando su mirada hacia un grupo de personas que se encontraban jugando dentro de la piscina—. ¡Mira como les quedan sus bikinis! ¡No soy nada comparada con ellas!

La mayor largó un suspiro.

—Akane, ya hablamos de esto. Estás perfecta, no te sientas así. —intentó convencer, posando ambas manos en el hombro de su amiga.

—Mi autoestima se acaba de ir por el caño...

—Akane...

Mientras Hikaru intentaba conversar con su amiga, Saiki sintió como Aren le daba un leve codazo para llamar su atención.

—Oye, Saiki... ¿ese no es...? —empezó él en un tono bajo, mientras miraba disimuladamente a una dirección en particular.

Yare yare...

Y allí estaba Hairo. Este hablaba animadamente con un grupo de chicas que parecían estar escuchándolo con suma atención. Y no faltaba ser psíquico para saber que seguramente les estaba dando ánimos y consejos para hacer ejercicio al máximo.

—No pensé que lo fuésemos a encontrar aquí... —acotó Aren—. Iré a saludarlo, ¿vienes?

—No.

Con sabor a azúcar. Where stories live. Discover now