Capítulo 38 (El querer del destino)

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El grisáceo polvillo se coló por su nariz, provocándole un estornudo. Hikaru tosió, mientras trataba de limpiar todo el polvo que reposaba sobre las cajas con un trapo amarillo.

Era un lunes por la mañana y la azabache se encontraba en el ático que había en la casa de sus padres. El día anterior, sus padres encontraron milagrosamente la llave del ático, por lo que le pidieron a su hija que revisara por si había algo que era de ella, y que si así fuera, se lo llevara o lo tirara.

—Aunque no hay cosas muy interesantes... —se dijo a sí misma, dejando largar un suspiro, observando el largo y rosado vestido de seda que había usado cuando apenas era una mocosa de cinco años.

El ático no tenía tantas cajas como había pensado en un principio. La mayoría contenía algún que otra colección de libros viejos, algunas ropas antiguas, incluso habían guardado cosas como tocadiscos y sus respectivos discos de música. No era la gran cosa.

—Tal vez podría dar estas cosas. Dudo que Rin o Haru quieran usar esto. —se dijo a sí misma, observando ropas grandes, holgadas y desgastadas—. Bueno, mejor bajaré y-... ¿uh?

Dentro de una de las grandes y sucias cajas, bajo la ropa que Hikaru había tomado entre sus manos, una pequeña y delicada cajita se encontraba reposando junto a un libro color rojo y una carta.

—¡Es una cajita de música! —una sonrisa de emoción se coló por sus labios al ver a la mini bailarina en el centro de la caja, moviéndose lentamente al compás de la suave musiquita—. ¿Qué es esto?

El libro era grande y bastante pesado a pesar de ser un simple álbum de fotografías familiares. Cuando lo abrió, pudo oír el sonido de las hojas amarillentas y antiguas crujiendo. Hasta pudo sentir el amargo sabor del polvo, a lo que tosió al instante.

—¿Y estos quienes son? —se preguntó, viendo las fotos en blanco y negro de unos hombres con largas y espesas barbas, posando con trajes elegantes y negros.

De repente, un recorte de periódico se deslizó entre las hojas del libro. Hikaru la recogió para después centrar su atención en la misma, sorprendiéndose por el contenido y por las fotos.

—¿Descubrimiento de personas con poderes extraordinarios? —murmuró, leyendo el título y el cuerpo del texto del periódico.

La cara principal del diario mostraba la fotografía de un conjunto de personas con largas túnicas blancas, cada una sosteniendo la mano de su compañero de cada lado. Y por lo que podía entender, en aquella época la gente empezó a alterarse ante la posible existencia de personas con habilidades sobrenaturales. A los cuales se perseguía y, una vez atrapados, se los mandaba a la hoguera a morir.

—O sea, ¿que a las personas psíquicas los mandaban a matar? Eso me recuerda la manía que tenía la Iglesia con las mujeres que creían que eran brujas. Tal vez se refieren a eso. —dijo, cerrando el libro con tanta fuerza que el polvo que quedaba salió disparado a todos lados—. De todas formas, jamás se ha comprobado la existencia de personas con tales habilidades. Y si lo hicieron, nadie lo creyó.

Sí que te llevarás una gran sorpresa cuando descubras que soy un psíquico.

—¿Y? ¿Qué encontraste? —cuestionó la mujer de cabello negro perfectamente liso, esperando a que su hija terminase de bajar las escaleras que conducían al ático.

—Nada muy interesante. —respondió Hikaru, tendiéndole a la contraria el libro y la cajita de música que había encontrado—. ¿Supongo que esto es tuyo?

La mujer tomó las cosas con delicadeza, formando una expresión de leve sorpresa al verlos.

—La caja si es mía, me la regaló mi bisabuela cuando tenía doce años. —comentó, abriéndola, dejando que su mente se invadiera de recuerdos acerca de su familia—. Y el álbum nunca lo había visto. No sé como llegó a parar ahí.

Con sabor a azúcar. Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang