Capítulo 40 (No más secretos)

2.1K 289 175
                                    




—Entonces... ¿si te irás?

—¡Sí! La verdad es que estoy bastante emocionada, ya que es la primera vez que viajaré sin mi familia. Será extraño no escuchar a mis hermanos llorar en el viaje. —respondió la azabache, acomodando su ropa dentro de la gran maleta roja.

—Ya veo...

Ambos permanecieron en silencio por unos cuantos segundos. Kusuo observaba con detenimiento los movimientos de su novia, mientras que esta intentaba recordar todas las cosas necesarias que debía llevarse.

Un extraño sentimiento de tristeza se instaló en el pecho del psíquico. Frunció el ceño y resopló cuando se dio cuenta a qué se debía tal cosa, ¿por qué tenía que sentirse de esa manera? Era simplemente estúpido e irracional.

Solo será una semana.

7 días.

168 horas.

10080 minutos.

Y aproximadamente 604800 segundos.

—Oye, Kusuo, ¿no viste mi cepillo para el cabello? —la voz de Hikaru lo sacó de sus pensamientos, casi sobresaltándolo—. ¿Eh? ¿Pasa algo?

—No.

Saiki siguió comiendo su gelatina de café en la mesa, bajo la atenta y curiosa mirada de su novia, quien tenía la sensación de que detrás de esa respuesta negativa había algo más. Sonrió, ya teniendo una idea de lo que podía ser, caminando hacia él para poder abrazarlo por la espalda y darle un beso en la coronilla de la cabeza.

—Vamos... serán solamente unos pocos días. Una semana pasa volando. —comentó ella, soltando una risita boba al notar el ligero rubor que apareció en la blanca piel de Kusuo.

—No sé de qué estás hablando. Al menos lograré librarme de ti por unos días.

Hikaru dejó escapar otra risa, aunque esta fue más pausada y con un toque más burlón que la anterior.

—Mhm... ¿quieres que haga una lista de todas las cosas que podrías extrañar de mí? —cuestionó ella, todavía abrazándolo desde atrás.

—No.

—Hmm. Estoy segura de que vas a extrañar mis abrazos... —comenzó, haciendo que Kusuo pusiera los ojos en blanco. La joven cerró sus párpados y mantuvo su boca cerca del cabello contrario—. Mis besos...

Lentamente, Hikaru movió sus labios hasta la oreja de su novio, este se removió en su asiento ante la ligera molestia-cosquilla-que le producía sentir el aliento caliente de su novia contra su piel. Casi se atraganta con su postre cuando sintió que ella le daba un beso detrás de la oreja.

—Mi voz... —murmuró, de una manera lenta. Una sonrisa se formó en sus labios al ver que el rubor se había incrementado—. Mis manos...

La azabache deslizó sus manos por los hombros del psíquico para después llevarlas al pecho de este. Y a partir de allí, empezó a descender. 

Si sigue haciendo eso...

—¿Puedes parar? Ya entendí.

Hikaru se alejó, soltando una carcajada.

—Bueno, pero hablando en serio, ¿no sabes dónde está mi cepillo?

—Hikaru... lo empacaste hace diez minutos.

—OH, ES VERDAD. —habló ella, luego de unos cuantos segundos sumida en sus pensamientos, intentando recordar el momento en el que hizo aquello—. Gracias, Kusuo. Y...

Con sabor a azúcar. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora