Capítulo 24 (Al ritmo de tu corazón)

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Kurumi Saiki y Kuniharu Saiki eran un matrimonio extremadamente particular.

Dejando de lado a sus inteligentes hijos, ambos se caracterizaban por ser cariñosos y amorosos, gustando de celebrar cada momento que pasaban juntos. Y ese día, no era la excepción.

—¡Ku-chan! ¿Estás seguro que podrás quedarte solo? —cuestionó su madre, con un rostro que mostraba preocupación, mientras que su marido preparaba todo para partir—. Ten mucho cuidado y no le abras a los extraños.

Yare yare...

—Lo sé. Puedo cuidarme solo.

No soy un bebé.

Hace unos días, en medio de una de sus tantas salidas para celebrar sus "mesiversarios", la pareja había ganado en un sorteo un viaje hacia una de las ciudades más lujosas y hermosas de Japón. Partirían un sábado por la mañana y regresarían al día siguiente al mediodía. Kusuo, cuando se enteró, lo único que hacía era contar los minutos que faltaban para poder quedarse totalmente solo en su casa.

—¡Cariño! Olvidas decirle que nada de fiestas extrañas en la casa. —avisó Kuniharu, quien solo recibió una mirada mortal por parte del psíquico—. Bien, ¡es hora de irnos! El taxi está aquí. ¡Nos vemos, Kusuo!

Kurumi le sonrió por una última vez a su hijo menor antes de subirse al coche y partir hacia el aeropuerto. Y una vez que Saiki cerró la puerta de la casa, se permitió lanzar un suspiro de total alivio; las pocas veces que pudo quedarse solo tanto tiempo habían sido una gloria. Ni su padre estaba molestándolo para que lo transportase a su casa o lo ayudara a construir sus estúpidas colecciones, ni su madre intentaba arrastrarlo para comprar ropa. Era una soledad perfecta para él.

Pero aun así...

Claro, todo iba bien. Había estado disfrutando de su soledad por unas cuatro o cinco horas, y era genial... hasta que notó que extrañaba la compañía de Hikaru. Y cómo era un fin de semana largo, no la vería hasta dentro de unos cuatro días. Aquello era, dentro de todo, bastante tiempo.

Yare yare... ya estoy pareciéndome a Kaido.

Así que no tuvo otra opción de tomar su móvil y llamarla.

—Entonces, ¿quieres venir o no?

—Que sí. Pero... ¿a dormir? —preguntó la azabache al otro lado de la línea telefónica, envuelta en toallas, mientras buscaba ropa para poder cambiarse.

—¿Cuál es el problema?

Silencio. Uno muy extraño para Kusuo.

—Hmm... claro... —murmuró Hikaru, con un raro tono de inseguridad y recelo—. Dame unos minutos. Es que acabo de salir de la ducha, y necesito preparar todo. Nos vemos.

Saiki se alegró de haberla llamado y no usar sus poderes, ya que hace unos minutos atrás estuvo a punto de usar su clarividencia en ella. No quería saber lo que hubiese pasado si lo hubiese hecho...

—Está bien.

Y la llamada terminó.

Kusuo se quedó observando la pantalla de su móvil por unos segundos. No había entendido por qué Hikaru pareció estar reacia a aceptar la juntada, sin embargo, luego de otros cortos segundos pensando, decidió dejarlo pasar y acomodar un poco la sala antes de que ella llegara.

Y mientras tanto...

—QUE SAIKI HIZO... ¿¡QUÉ?! —gritó Akane a través de llamada. Su tono de voz demostraba lo atónita que se encontraba en esos momentos.

Con sabor a azúcar. Where stories live. Discover now