Capítulo 33 (Un miembro más de la familia)

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Con delicadeza, descolgó el pequeño y gracioso calendario que se encontraba en una de las puertas de la sala de estar. En él, habían fotos de animales bebés y, los días, estaban marcados con una gran cruz. Su padre se había encargado de marcar cada día que pasara hasta que llegara fin de año.

Y ahora, finalmente, el día '31 de diciembre' también había sido marcado horas antes.

Hikaru suspiró con profundidad, recordando todos los acontecimientos que había vivido durante el año.

"Jamás esperé nada de lo que pasó este año." Pensó, mientras tiraba el calendario a la basura.

La hija mayor de los Nishimura llegó temprano a la casa de sus padres para poder ayudarlos con la comida y la limpieza. Después de todo, su familia era bastante grande y se necesitaba mucho espacio para acoger a todos.

—¿Sabes, cariño? —comentó su padre mientras ella barría por debajo del sofá—. Sería muy lindo si Ku-chan pasara la fiesta de año nuevo con nosotros.

—¿Eso crees? —preguntó Hikaru, ya sabiendo hacia donde se dirigía la conversación.

—Es decir, él prácticamente ya es como de la familia. —el castaño sonreía pacíficamente y hablaba con un tono soñador—. No me molestaría, EN LO ABSOLUTO, que lo invitases, cariño.

—Ajá...

—Nosotros tenemos espacio de sobra, Hika-chan. Y a tu madre tampoco le molestaría, ¿verdad, querida? —el señor le dio una corta mirada a su esposa, quien simplemente rodó los ojos y negó ligeramente—. ¿Lo ves? Ella y yo estaríamos más que cómodos con la idea de que Ku-chan viniese esta noche.

—Sí, bueno, ¿quien tiene hambre?

Su padre la iba a regañar por ignorarlo olímpicamente de esa manera, hasta que algo en sus recuerdos se activó.

—Oh, me hiciste acordar que debo ir a buscar el pavo que encargué en la tienda. —el castaño miró su reloj de pulsera para después correr a buscar sus llaves y su abrigo—. ¿Sabes? Tal vez hemos hecho comida de más, sería bueno tener más invitados y-...

—¡QUE YA ENTENDÍ SOLO VE A BUSCAR EL MALDITO PAVO QUE ENCARGASTE! —gruñó Hikaru, ya perdiendo la paciencia con el intento de manipulación por parte de su padre.

Una vez que el hombre abandonó el hogar, la azabache se permitió suspirar tranquila. A su vez, su madre se acercó a ella con una expresión neutra.

—Si sabes que no va a detenerse hasta que invites a Saiki, ¿verdad?

—Lo sé.

—Así que mejor apúrate. Ha estado con que quiere conocerlo mejor desde la mañana y ya no lo soporto. —la mujer se cruzó de brazos.

—Voy a ver que hago... espera, ¿a ti no te molesta? —Hikaru alzó una ceja y miró a su progenitora.

—No es una idea que me guste mucho. —aclaró—. Pero supongo que es una oportunidad para conocerlo mejor y para que se siente un poco más incluido con nosotros.

—Ya veo...

Las dos se quedaron en un extraño silencio.

—Es bueno saber que tus gustos en los hombres cambiaron. —habló de repente su madre, mostrándose indiferente—. Por fin me viniste con alguien lindo. El otro tenía cara de mono.

—¡Mamá! —regañó la azabache, pero la mencionada ya había subido las escaleras y estaba demasiado lejos para que la escuchase. 

Luego de haber terminado de acomodar, subió a la habitación que antes era su cuarto. Todavía se podían apreciar algunos muebles y cosas que le pertenecían, sin embargo, todavía no había encontrado tiempo ni ganas para mover todo de una vez. En silencio y un poco nerviosa, tomó su teléfono y marcó el número de su novio.

Con sabor a azúcar. Where stories live. Discover now