Capítulo 14

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Intranquila rodé sobre la cama, ni con las dos mantas podía sacar el frío de mi cuerpo, y sin Miguel aquí como fuente de calor, pero no solamente era eso tenía una pequeña sensación que no me dejaba cerrar mis ojos y descansar; tal vez fuera toda esta maldita preocupación por lo de Emma, a decir la verdad yo lo estaba por todo. Siempre. Todos los malditos días, recordaba las palabras de Pill.

Sin duda, era una encrucijada. Me tenían agarrada por los calzones; sabía que tarde o temprano él sabría la verdad le había estado mintiendo, aunque era pésima en ello, él lo nota, aunque no dice nada, nunca dice nada y eso es lo más exasperante.

Fije mi mirada en el pequeño reloj de la mesa de noche, eran las dos de la mañana, Jesús bendito, cuando demonios iba a poder dormir. Aunque sabía que no podía dormir, esperaba a Miguel, aunque solo fuera para sentirlo a mi costado distante, pero sin duda segura.

La puerta fue abierta de sopetón logrando que golpeara contra la pared causando un estruendo, su caminar era agazapado y cansado. Me quise abofetear mentalmente yo era la causante de aquello, podía decirle, pero cada vez que lo intentaba las palabras simplemente no sabía de mis labios.

—Miguel, ¿Estás bien? —dije en un susurro, arregostado mi espalda de la cabecera de la cama.

—Tú, crees que estoy bien, me estas jodiendo. Esa es una maldita y estúpida pregunta.

Abrí los ojos como platos, sorprendida por su actitud conmigo. Avanzo hasta la cama sentándose a mi costado, su mitad se notaba arrepentido, coloco su frente con la mía, cerro sus ojos en cambio y veía cada detalle en el a pesar de su aspecto cansado Miguel siempre lucia sexy.

—Solo intento hacer que hables conmigo, maldición— mencione molesta— y tus solos pareces querer hacerlo solo, pero estoy aquí, para ti.

Jale su brazo, haciéndolo arregostarse a mi lado, apoyo mi cabeza en su pecho sin despejar mi mirada de la suya, rio y me sentí indignada. —Le pegue un manotazo en la pierna—acaricio mi cabello con sus dedos, solté un enorme suspiro nada como eso, pero ajora se sentía bien, ambos estábamos, sosteniéndonos y protegiéndonos.

Este es el Miguel que más me gusta, bueno todo en el me gusta, pero esta faceta en especial es decir cuando no está todo vestido de cuero con la chaqueta del club, se ve sexy mas no aterrador. Denle méritos, sus padres sí que lo hicieron con amor, con mucho amor.

—Está bien, está bien sentir que se derrumba todo, que no hay una solución—dije, aunque tal vez no tuviera toda la razón, detuvo su caricia en mi cabello—sigue—me queje como niña pequeña, ante mi demanda siguió.

«Solo digo, llorar es de humanos no nos hace menos. Sé que estas preocupado por Emma y yo también, pero si sigues así cuando la rescates, ella va a patear ese lindo trasero por no alimentarte bien y comer.

Entre cierra los ojos, creo que va a decir algo, pero luego se calla, suspira.

—Solo le prometí a papá que la cuidaría —dice con melancolía—y sé que estoy fallando.

Algo dentro de mí se sintió falsa, jamás había visto a Miguel tan destruido tan lastimado, pero era cierto Emma era su hermana, pero no encontraba un sentido se veía perdido. Quite sus zapatos, bese sus labios y luego saque su camisa, con mis dedos acaricie su piel caliente a mi contacto, lo que más me encantaba de él eran sus hermanos tatuajes, sabía que no era el típico hombre que se los hacía por hacerlo, todos ellos significaban algo; me senté a horcados, masajea sus hombros me detuve contemplando sus ojos por un momento estuve soltar ese «Te quiero » pero no creo que él esté listo para escucharlo.

Sim embargo estaba lista para admitirlo al menos para mí, lo quiero.

Pase mis dedos sobre sus tatuajes, en especial esa serpiente en su pecho recorriéndola con mis dedos, como si trazara cada línea.

—Te quiero—dijo con voz ronca, me detuve.

Levante la mirada perpleja la suya me miraba con adoración, y su sonrisa torcida. Me quito el aliento, lo contuve, él había dichos esas palabras.

—Te quiero, malditamente mal, te quiero —repitió con su boca sucia.

Acerqué mi rostro al suyo lentamente, sonreí, roce mi nariz con la suya, me quedé ahí por un momento me sentí completa, lo beso, es un beso lento, apasionado, pero no desenfrenando de esos que te embelesen, abro mis labios dándole paso a su lengua, coloca sus manos en mis mejillas profundizando el beso.

—Miguel —dije sin aliento separando nuestros labios.

—No permitiré que te hagan daño, Lena. Te lo prometo con mi vida—dice de manera sería—, no sé qué haces conmigo, pero cuando te veo al regresar cada noche y verte aquí causa un sentimiento que no puedo expresar, mujer, tú sí que tienes mis pelotas—se ríe, besa castamente mi frente—. Tú jodidamente me tienes.

Muerdo mis labios negando con mi cabeza sonriendo.

—Tú también me tienes jodidamente.

Se ríe y vuelve a besarme nos vamos quitando poco a poco la ropa demostrándonos cuanto nos queremos, esta vez fue lento, muy lento, recorrimos nuestros cuerpos; él se encargó de conocer cada centímetro de mi piel besando, mordiendo; en muchas partes antes de alcanzar el éxtasis, al final nos acurrucamos, me sentí completa jamás había tenido esta clase de conexión con alguien y esa emoción en mi pecho no desaparecía.

—Tengo miedo de defraudarte.

Murmure después de un tiempo se separó un poco, sorteo un jadeo.

—Se me olvidaba que todavía estoy dentro de ti—se rio—. Tú nunca lo haces así que deja de pensar esas cosas, eres mucho más de lo que merezco.

—Está bien.

—Y si alguna vez digo lo contrario nena espero que patees el trasero.

—Por qué no mejor te callas y me besas.

Mueve su cadera contra mí, entre cierro los ojos.

—Nunca me dejes, Lena, promételo.

Jadeo por la sensación de su miembro dentro de mí.

—Lo prometo—contesto sin aliento.

Cuidando De Ella✔Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin