Capitulo 30

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A las tres empiezo a vestirme para ir a ayudar un poco, se supone que esto empieza a las cuatro, vendrá algunos hijos de los hermanos del club y sus amigos del Kínder, muchos niños desastrosos y corriendo por todos lados.

Me visto con un lindo vestido rosa, últimamente uso de estos tengo como diez de diferentes colores, porque los pantalones ya no son lo mío me parecen molestos e irritantes a la hora de bajarlos o subirlos con esta panza.

Me coloco en el espejo observando mi aspecto, nunca pensé que la maternidad me sentaría así, mi cabello es más brilloso y mi piel más hidratada con la cantidad de agua diaria que bebo que antes no hacía, lo que más me emociona es verla crecer así midiendo cada semana con Ben, y anotando detalles en un pequeño libro que compre para la idea que me surgió escribir cada avance, hay de todo un poco desde ecografías, fotos de mi vientre, hasta mías comiendo cosas que parecerán asquerosas solo de imaginar las combinaciones. Salgo del cuarto y bajando las escaleras con el esposo de Viví, me tiende una mano y la agarro para sostenerme.

—Gracias.

— ¿Cómo vas? —pregunta.

—Va bien, solo un poco cansada—sonrió—, pero creo que lo normal.

—Lo normal— ambos soltamos un suspiro exasperado al oír a Viví gritar por alguna parte de la casa—, demonios esa mujer no sabe dirigirse a la gente, solo gritando un día de esto me va a volver loco.

—De amor—digo burlona.

—también podría dejarme sordo—— dijo antes de marcharse por la dirección contraria.

—Creo que a todos.

Voy al comedor encontrando a Aurora con el vestido azul que le regalé y nada menos que usando su infantil chaleco, se acerca y me abraza y besa mi barriga.

—Falta poco, Lena, falta poco.

Sonrió contagiándome de su emoción, acarició su mejilla.

—En eso tienes razón.

Voy a buscar a Ben, para ver si ya ha llegado con las fresas, me detengo en la puerta de la cocina al escuchar una acalorada disputa entre María y Ben.

—No puedes decirle, eso haría que le subiera la tensión sabes que puede ser peligroso —susurra ella.

—Lo sé, pero se va a enterar—dice jalando su cabello varias veces—. No crees que no he pensado como decirle, no es fácil, pero en algún momento va a ver la televisión.

—podemos mantenerlo en secreto al menos hasta que ya no haya peligro, sabes lo del sangrado que tuvo recién, no le des una noticia como ésta.

Respiro lentamente, que podría ser, ¿Miguel sabe que estoy acá? ¿Será con respecto a Susan?

—Tampoco voy a darle los detalles— dice con un ápice de sarcasmo—. Solo le diré que su madre está muerta.

Siento mis pies fallar, estoy en schok ¿está muerta? Abro la puerta todavía con el corazón latiéndome a mil.

— ¿¡Eso es verdad!?— siento el pitio en mis oídos, me cuesta respirar, necesito aire.

—Nena tienes que calmarte— pide Ben.

Siento el aire pesado, siento mi corazón latir fuertemente. Siento las lágrimas caer por mis mejillas, no sé porque estoy llorando si de alegría o tristeza, realmente no sé cómo sentirme estaría bien si me sintiera feliz, digo después del todo daño que me hizo, estaría mal sentirme libre al saber que nunca me hará más daño que no podrá tocarme, nunca más.

— Vamos respira lentamente.

Así lo hago hasta que siento que mi respiración se normaliza.

— ¿Qué sucedió? —pregunto luego de u rato.

—Lena, no creo...

—Deja que yo le diga— pide él—, déjanos solo, por favor.

Ben me condujo a la habitación sentándome en su regazo, me abrazó fuertemente por un momento pensé que me rompería del llanto, no podía parar, nadie se merecía una muerte como aquella, ni la peor de las personas, tal vez Pill nunca llego hacer eso conmigo muchas veces me defendí pero luché, salí y lo logré, la odié por no amarme como una madre debería, tal vez lo suya no fuera aquello, tal vez nunca lo fue pero debió protegerme, alentarme a seguir que fuera fuerte, valiente y feliz.

Pero el karma es fuerte. Llega cuando menos te lo espera y no te da la oportunidad de redimirte.

Solo te toma desprevenido, y puede matarte.

—No sé cómo sentirme— digo después de un rato—, tal vez no fue la mejor madre, tal vez en ningún momento, pero ninguna merece morir así, violada y.... ¡Dios, solo de pensarlo!.! Solo digo nadie se lo merece.

—Tal vez no corazón, pero debes saber que cuando te metes con las personas equivocadas y debes dinero al cartel esto pasa, sin importar quién seas—acaricia mi estómago—. Puedes sentirte como quieras nena, ahora, puedes sentir paz, mañana un poco de dolor con el tiempo realmente sabrás como te sientes con respecto a su muerte.

La puerta es abierta de fuertemente haciéndola chocar contra la pared. Abro los ojos lentamente, es María y por sus piernas corre un líquido...

—Creo que he roto fuente—dice con sus manos en su vientre, aprieta la mandíbula por el dolor—, creo que, si se paran ahora, y me llevan al maldito hospital.

Nos levantamos rápidamente, Ben va por las cosas de los bebés, mientras agarro su mano fuertemente, dándole aliento, al llegar a bajo tenemos a María soltando maldiciones, Viviana se sorprende y sale corriendo diciendo a su esposo que encienda el auto, dejamos a Aurora con la esposa del sargento de armas del club.

Al llegar al hospital María no suelta mi mano, me pide que me quede con ella, yo estoy nerviosa y eso que no estoy en trabajo de parto, la ánimo diciéndole que falta poco, cuatro horas después entra el doctor diciéndole que ya eso hora, al ver mi vientre me dice que ante cualquier alteración mía debo salir, me colocan tensiómetro en el dedo para estar seguros de que mi tensión no vaya a elevarse, dos horas después nacen dos matas de demasiado cabello, al ver a la enfermera acercarse me derrito pensar en esas visitas tan pequeñas, le da a los bebé a María para que los vea.

— Jhon y Josué—susurra besando sus cabezas, le sonrió.

—Son hermosos nombres—digo completamente embobada con los bebes— y sabes que es lo mejor te sale cumpleaños triple—me burlo, tomando sus lindos deditos en mis manos son tan suaves—amo el olor a bebé.

—Que te puedo decir yo también—dice para entregarle los bebes a la enfermera.

La pasan a una habitación y en menos de que canta un gallo está llena con regalos y flores, por parte de su padre quien le sonríe, el médico entra y arma lío.

—Solo pueden estar cinco personas en la habitación—se quejó, se quedó quieto esperando que algunos de nosotros salieran—, necesito revisar a la paciente, chequeo.

Todos salimos, algunos se quedan de pie y yo tomo asiento junto a Viví, arrecuesto mi cabeza en su hombro.

—Ya no puedo esperar a tenerla conmigo—digo agotada, bostezando me acurruco contra ella—. Ya quiero ver su linda varita.

—Yo también chica, yo también—susurra.

Cuidando De Ella✔Where stories live. Discover now