Capitulo 26

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Tomo las manos de Ben entre las mías enlazándolas, y aprieto el agarre, puedo escuchar el latir de mi corazón contra mi pecho, estoy nerviosa, como la mierda que lo estoy.

—Señorita, esperamos por usted—dice impaciente el doctor, uno muy joven.

—Claro, ¿dónde me cambio? —— digo mi voz suena rasposa y forzada.

Me indica dónde está el baño y entro, tomo una bata y empiezo a desvestirme lentamente ya que el temblor en mis manos no me deja hacerlo rápidamente. Me coloco la bata, abro la puerta del pequeño baño y salgo, el doctor me indica que tome asiento en la camilla, así lo hago y que coloque las piernas abiertas, casi muero de la vergüenza.

—Ben——murmuró avergonzada, siento mis mejillas arder de la vergüenza.

—Puedo salir si quieres—dice sonriéndome—además es algo que ya he visto.

Se encoje de hombros. Enojada le tiró mi camisa.

—Sal de aquí ¡Fuera! ——grito, recoge la camisa del suelo y me la lanza, el doctor nos reprende y hace a Ben salir.

— Su esposo para ser muy comunicativo —dice el doctor con voz ronca, se coloca unos guantes. Me mira un momento—. Introduciremos esto para ver el feto, ya que me imagino que si no tienes idea debes estar en tus primeras semanas.

— —Él no es mi esposo —digo en un susurro apenas audible—. Me separé hace meses de mi pareja.

Explico rápidamente, aunque Miguel no se considere como una pareja sentimental, más si sexual, algo que ahora tal vez me arrepienta.

—¿Sabe qué es lo gracioso?

—¿Qué cosa señorita? ——pregunta mientras coloca un condón en el aparato.

— Que podría no estarlo, y ellos estén exagerando y le haga perder su tiempo—hago una mueca al sentir el aparato introducirse por mi vagina—. Tenía una inyección por seis meses.

—Hay medicamentos por más que sean que llegan alterar o anular la dosis de las hormonas puestas en ellas——dice rápidamente—, además si estabas en tu último mes y fue el caso de alguno de ellos puedo haber pasado ¿Cuándo deberías haberte colocado la otra inyección?

—Se supone que hace dos meses. Y usábamos condones.

— Se rompen, a veces los chicos son tan irresponsables—abro los ojos sorprendida será atrevido, este doctorcito.

— Y a usted deben gustarle mucho las vaginas para ser ginecólogo— chasqueo la lengua de forma odiosa como si hubiera tenido la última palabra, me estoy comportando como una cría.

Sonríe y sus ojos se vuelven más pequeños en el proceso, dirige su atención a la pantalla, y con el mouse señala un lugar en específico.

—Ahí está, calculo que tienes aproximadamente once semanas——dice, y me sonríe —mide 3 centímetros y pesa 4 gramos ¿Quieres escuchar su corazón?

Niego con mi cabeza, el doctor saca el instrumento me indica que puedo cambiarme y eso hago, salgo y tomo asiento, ahora su expresión es seria.

—Si hubieras sabido que tenías más tiempo podríamos haber hecho un eco—toma una pausa—— pero como no fue así, Lena, tienes muchas opciones sabes——apoya sus codos sobre la mesa—podemos buscarle unos padres desde ahora o la última opción todavía podemos interrumpir el embarazo. Queda claro que hospitales como este ofrecemos ayudas a madres solteras que necesitan un empujón para salir adelante, esto no quiere decir que te juzgaremos por la decisión que decidas.

Escuches mis oídos zumbar, no sé qué hacer estoy asustada, y esto no estaba en mis planes ni ahora ni en un futuro cercano. Salí del consultorio diciéndole que me iba a quedar hacerme unos análisis y que se ponían marchar me miraron dudosos, pero lo hicieron, María se acercó y me abrazó fuerte, por un momento pensé que lloraría entre sus brazos, más respiré dándome valor y me despedí de ellos; volví al consultorio.

Ya había mandado a traer los papeles, solo faltaba mi firma, aquello podría sellar mi destino tal vez mañana me arrepintió, pero hoy es una decisión firme que estoy tomando no solo pensando en mí, si no viendo a futuro lo que puedo y no puedo ofrecerle.

— ¿Estas segura Lena, si haces esto no hará vuelta atrás? — pregunta el doctor, le sonreí estaría bien, había tratado de conversarme, pero mi decisión estaba tomada.

—Estoy segura, quiero hacerlo.

—Firma estos papeles—dice pasándome un planilla—, espero que este papel no te traiga consecuencias.

《El karma, puede ser un hijo de puta.

Luego de hacerme algunos exámenes le saque una copia al papel, tenía unos dólares en mi bolsillo así que me dirigí al correo postal de la ciudad, pensé que me sentiría mal por hacer aquello, pero era lo gusto, era un ciclo por cerrar y olvidar esa parte de mi vida, tome un taxi hasta el correo, en el lugar había como diez personas.

Compre una estampilla, saque de mi bolso mi libreta y arranquen una hoja, tome mi bolígrafo por un momento no sabía por dónde empezar mientras venía en el taxi había tenido miles de ideas, algunas habían sido muy crueles pero ahora que estoy aquí con el lapicero en la mano simplemente no logro encontrar la palabra adecuada por la cual empezar, no sé si decir lo siento, no sé si disculparme por haber mentido por las cosas que guarde para mí, pero también quería agradecerle por cuidar de mí.

Eran sentimientos confusos agradecimiento, rencor, cariño y temor. Nunca había tenido que sentir temor o compasión por algo mayormente me la tenía a mí misma, porque antes no tenía a nadie, antes tenía a una posible familia, pero ahora sé que estoy donde quiero estar, junto a esta increíble y alocada familia en la cual me han acogido.

Miguel, he pensado mil maneras de empezar esta carta la verdad no es por dónde empezar tal vez debería empezar diciendo lo siento, pero siento que no es lo adecuado tal vez decirte que te odio como sé que me estás odiando, lo siento por mentirte pero yo también tenía miedo de perder a lo único bonito que me había dado el estúpido universo, por arriesgarme a no perder ese hogar que tenía, lo siento por dejarte creer que te traicione.

Lo siento por haber sido cobarde, pero a veces los cobardes sobreviven, los valientes no tanto, tal vez ahora de aquí en adelante comprenda lo que es ser valiente y enfrentar cada reto, pero déjame decirte que te odio por no darme la oportunidad de hablar de explicar, por tratarme cómo si fuera algo desechable.

También estoy agradecida contigo, por salvarme esa noche tal vez ese día haya muerto de hipotermia. Eso es lo único que te agradeceré.

Creo que ahora me siento mejor saber que al menos te lo dije en pocas palabras, tal vez no merecemos más, estamos dañados de maneras en las cuales no deberían hacerle a un niño.

Estoy dañada, estoy rota y muy sola. Por tal vez mucho o poco tiempo.

Te escribo esto porque creo que tienes derecho a saberlo, porque al final fuiste un padre de un feto no nato, debería decir ¡Felicidades! Pero creo que es la mejor decisión que he tomado, ahora es momento de decir ¡Lo siento! Siento no poder darte la oportunidad de verlo alguna vez.

Si no me crees aquí dentro están los papeles.

Con amor y odio Lena Miller.

Cierro la carta y la meto en el sobre, tomo la hoja que me dieron del hospital y tomo la hoja de la cartera arrancó el nombre del hospital y el del médico.

Guarde todo adentro con doscientos dólares, mientras pego la estampilla siento que estoy cerrando un ciclo es momento de seguir adelante, es momento de avanzar y seguir.

Tal vez el doctor tuviera sentido, tal vez algún día el destino me diera mi lección, pero ahora no me arrepentía, tenía que ser fuerte, y no dudar en mis acciones.

—Buenas para mandar una carta—dije a la chica de la caja, apreté la mandíbula al escuchar la manera ruidosa de mascar el chicle—. Para Silfos. Sin dirección de envío por favor.

Luego de pagar salí del correo, tome otro taxi de vuelta a casa cuando llegue solo María estaba así que la abracé fuertemente, subimos la habitación y me recosté y lloré, tal vez fueran muchas cosas después de todo.

—Todo estará bien cariño ya lo veraz— susurro contra mi cabello acariciando, cuando los tengamos con nosotros a estos dos será maravilloso.

—Veraz que sí.

Cuidando De Ella✔Where stories live. Discover now