C a t o r c e .

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9 de julio de 2019

Eran las once de la mañana y por alguna extraña razón, yo estaba despierta. Me encontraba en el salón, sentada en el sofá. Me había adueñado de la televisión. Ahora podía ver a los personajes de Brooklyn 99 en una pantalla mucho más grande que la de mi portátil.

Sin embargo, no fue por mucho tiempo. Mi teléfono comenzó a vibrar desesperadamente y tuve que levantarme del sofá para ir a por él. Pensé en llevárselo a Ethan para que contestara por mí, pero vi en la pantalla que quién llamaba era Axel, así que decidí cogerlo yo misma.

—¿Hola?

—Buenos días —murmuró él —. No sabía si responderías. Pensaba que eras de las que se quedaban durmiendo hasta la una del mediodía.

—Y lo soy —respondí, hasta que me di cuenta de una cosa —. Un momento... si pensabas que estaba durmiendo, ¿por qué me has llamado? ¿Pensabas despertarme? Dios, no tienes corazón.

—Qué dramática. —Su voz sonó algo alegre, lo cual me hizo sonreír a pesar de mi indignación —. Pensaba que serías del tipo de persona que siempre tiene el móvil en silencio, también.

—Pues no —aclaré —. No lo necesito. No me llama mucha gente, de todas formas.

—Vale, buen punto —dijo —. Siento haberte llamado tan temprano.

Le escuché decir muy bajito algo así como "aunque no sé si las once cuenta como temprano".

—Ve al grano, anda.

—¿Tienes algo que hacer hoy? —preguntó.

—Sí. Mi plan es quedarme en casa todo el día viendo Brooklyn 99, con la única excepción de salir a correr en algún momento del día.

—No son grandes planes.

—Es literalmente lo mejor que uno puede hacer un martes de vacaciones —señalé.

—Me refería a que se pueden cambiar —aclaró —. No tengo nada que hacer y el domingo nuestra sesión de estudio no fue muy productiva. La cafetería está cerrada hoy, así que no habrá nadie allí. ¿Crees que podríamos encontrarnos allí y compensar las horas del domingo?

Definitivamente, estudiar no es algo por lo que yo habría cambiado mis preciosos planes. Pero pasar tiempo con Axel me gustaba más de lo que me habría gustado admitir.

—¿A qué hora? —pregunté.

—Ahora mismo. En cuánto estés lista tú.

Solté un gran suspiro y pasé una mano por mi cabello, aunque no sirvió de nada porque lo llevaba recogido en un moño. Edith había pasado el día anterior por una tienda al terminar de trabajar y me había comprado gomas nuevas, así que había vuelto a mis recogidos habituales.

—Está bien. Tardaré entre media hora y una hora en llegar.

—No te preocupes. Si quieres, puedo pasar a recogerte.

Levanté ambas cejas y sonreí, aunque él no podía ver ninguno de esos gestos.

—Estás generoso, ¿eh? —señalé, recordando lo reacio que se había mostrado durante mis primeros días en la cafetería a llevarme a casa en coche. Axel soltó un gruñido al otro lado de la llamada.

—Estoy intentando ser amable —se excusó —. Pero si no quieres, no hay problema. No soy yo quien tiene que coger el autobús para llegar a la cafetería.

—¿Qué problema tienes con el transporte público? —le piqué.

—Prefiero no responder a eso —suspiró —. ¿Quieres que te recoja o no?

Zoe & Axel ✔️Where stories live. Discover now