D i e c i n u e v e .

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Besar a Axel no se comparaba a nada. El sabor de sus labios, su tacto, la forma en la que me atraía hacia él como si el espacio entre nosotros le molestara...

Al principio el beso fue dulce pero después él se encargó de intensificarlo. Bajé las manos y dejé que él me guiase. Me agarró el pelo tal y como lo había hecho la última vez. Su boca se movía como si hubiese anhelado este momento desde la última vez que nos besamos. Yo lo había hecho, ahora no quedaba duda.

Había una diferencia entre besar a Axel y a cualquier otra persona. Los besos de otros traían el recuerdo de Axel a mi mente. Los de Axel la nublaban por completo. Me era imposible pensar mientras lo tenía tan cerca y lo sentía tan mío.

Posó sus manos en mi cintura y me guió hasta que quedé sentada sobre su regazo. Esta vez fui yo quien se dedicó a hacer de su pelo un desastre mientras le besaba con devoción.

Ojalá se detenga el tiempo en este instante. Ojalá se haga eterno.

Casi no me quedaba aire cuando me separé de él y lo miré a los ojos. Nunca me había hechizado tanto una mirada. Y me miraba a mí. Era yo quien acaparaba toda su atención.

Quizá el vestido sí que había funcionado. Aunque había conseguido algo más que un par de miradas por su parte.

Sus manos recorrieron mi mejilla y bajaron hasta acariciar mi hombro. Era electricidad. Su cuerpo entero era electricidad en estos momentos. Hacía que saltaran chispas en mi interior.

—Ahora ya no me siento tan estúpida por haberme arreglado —pronuncié en voz alta, aunque mi intención había sido que se quedara en mis pensamientos. Axel alzó una ceja y me miró sorprendido —. Aunque no lo volveré hacer. No tiene sentido arreglarse por alguien que nunca llegará a apreciarlo.

Mi mente comenzó a enclarecerse. Me aparté de él y volví a apoyar mi espalda contra la pared.

—¿Te has arreglado por mi?

—Para llamar tu atención, más bien.

No sé porqué tuve que reconocer eso. ¿A caso no tenía sentido de la vergüenza? Supongo que mis filtros me habían abandonado en el mismo momento en el que lo hizo mi autocontrol y mi moral.

—Pero ha sido una tontería porque me has mirado igual que siempre.

—Porque siempre llamas mi atención, no importa la ropa que lleves o lo maquillada que estés —aseguró.

—Vaya mentiroso —me quejé.

—Lo digo en serio. —Giró mi rostro con su mano para obligarme a ver su expresión. Sí que parecía serio. El mundo entero volvió a encenderse. ¿Qué significaba que yo llamara su atención? —. Apenas puedo apartar los ojos de ti cuando trabajamos.

—Lo ocultas muy bien —dije.

—Tú no —sonrió.

—Ni pretendo hacerlo —aclaré con la cabeza en alto. La sonrisa de Axel se ensanchó —. No hay ninguna ley que me prohiba mirarte.

—A mí me gustaría poder dejar de hacerlo —confesó.

—¿Y por qué no puedes? —pregunté. Me gustaba que fuese incapaz de hacerlo.

—Porque eres jodidamente guapa —murmuró. La piel se me erizó. Joder, estaba borracho de veras. Nunca en la vida habría admitido algo así, si no.

—Es la primera vez que me dices que te parezco guapa —señalé —. Sabes, eres muy confuso. Incluso ahora tengo muchas dudas entorno lo que opinas sobre mí.

Zoe & Axel ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora