D i e c i o c h o .

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Acabábamos de terminar de cenar y, después de lavarme los dientes, Kate terminó mi maquillaje aplicándome un pintalabios rojo bastante llamativo.

—Va a acabar esparcido por toda mi cara, ya verás —señalé, no muy convencida de que llevar eso en mis labios fuese una buena idea. Probablemente se me olvidaría que estaba ahí y me lo restregaría sin querer, convirtiendo el maquillaje que Kate me había hecho en un completo desastre.

—No te preocupes, es mate —aclaró. La miré confusa —. Se seca. No es pegajoso y no mancha. Puede que te reseque un poco los labios pero no pasa nada. Casi ni notarás que lo llevas.

Asentí con la cabeza. Con que no manchara me bastaba. Confiaba en su palabra.

Me miré de reojo en el espejo. El cabello se me había secado y me moría de ganas de recogérmelo en una cola de caballo. Había sido todo un reto no mancharme ni un solo mechón con la comida durante la cena. Además, no sé por qué Kate pensaba que me quedaba tan bien. No era horrible, pero era demasiado aburrido. ¿Cuántas personas tienen el pelo negro y ondulado? Yo veo a diez por lo menos cada vez que salgo a la calle. No tiene nada de especial.

—¿Estás segura de que debería dejarme el pelo suelto? —pregunté. Kate asintió energéticamente.

—Te queda de maravilla —aseguró —. Ya pareces sacada de una revista con el pelo recogido, pero así... Así estás deslumbrante.

Me encogí de hombros. Una vez más, confiaba en su palabra. Aún así, llevaba un coletero en la muñeca por si acaso el cabello suelto terminaba molestándome.

Mi móvil sonó. Estaba sobre mi cama, justo a mi lado y lo pude coger con rapidez.

—¿Estás lista? Estoy saliendo de casa ya. En unos diez minutos estoy en tu casa. —Era Axel, por si aún quedaba alguna duda.

Me sorprendía a mí misma mi capacidad de responder a las llamadas cuándo se trataba de Axel. En cualquier otra ocasión le habría pasado el teléfono a Kate primero.

—Estoy lista. Mándame un mensaje cuando llegues.

—Claro. Te veo luego —se despidió. Asentí y finalicé la llamada. Después miré a Kate, quien a su vez me miraba con mucha curiosidad.

—Me parece increíble que puedas hablar con él por teléfono y no ponerte roja ni siquiera un poquito —dijo —. Ethan lleva casi toda mi vida llamándome princesa y yo aún me sonrojo a muerte cada vez que lo oigo llamarme así.

—Lo sé. También te sonrojas cuando dice tu nombre. Creo que te sonrojarías hasta si te dijese algo así como "eh, tú" en vez de llamarte por algo bonito —señalé. Ambas sabíamos que era verdad. Era la atención que le daba lo que hacía que se enrojeciera tanto.

—Probablemente —admitió.

Me levanté de la cama caminé hacia la entrada para buscar mis zapatos. A pesar de llevar un vestido, no pensaba ponerme nada que no fuesen mis deportivas negras. Revisé los bolsillos de la cazadora negra de Edith y después me la puse. A ella no le importaba que le cogiese su ropa. Louise, sin embargo, habría enloquecido.

—Estaremos viendo películas hasta tarde, así que no dudes en llamarnos si necesitas que te recojamos o cualquier otra cosa —ofreció.

—Gracias —sonreí —. Con los bolsillos de la chaqueta probablemente se me caiga la tarjeta del bus así que no pensaba llevármela. Si podéis recogerme, sería genial.

—Claro. Sin problemas.

Justo entonces vibró mi teléfono. Aunque la pantalla estaba bloqueada, pude leer el mensaje de Axel.

Zoe & Axel ✔️Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon