Capítulo 8

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Esta noche es la fiesta del instituto. Me cruzo con Malari, el profesor de italiano, por los pasillos del colegio:

– Saricca, procure no cansarse y no tomarse demasiado en serio la selectividad. Mis colegas y yo la conocemos desde hace ya cinco años y sabemos perfectamente lo buena que es, no hace falta que se mate para sacar la nota máxima, usted no lo necesita.

Y pienso que Malari es mono, que no tiene por qué sonreír y preocuparse de si un estudiante está cansado.

– Gracias, profesor, lo que pasa es que siempre tengo miedo de no hacer lo suficiente, de no ser suficientemente…

– ¡Usted no es suficiente, usted es demasiado! Abandónese a las debilidades, en la vida no se puede estar siempre preparado.

Sonrío, me meto el consejo en el bolsillo y vuelvo a clase. Andrea se acerca a mi pupitre.

– ¿Y qué? ¿Vas a venir con tu amiga a la fiesta de esta noche?

– ¡Sí! –Y le demostraré a todo el mundo que no es sólo una amiga.

– De acuerdo. De todos modos, si tu amiga no viene, te paso a recoger yo. Con el Mini. Sólo tienes que decírmelo.

Su Mini cooper S rojo, con la bandera británica pintada en el techo… Lo más entre los hijos de papá.

– Gracias, pero no, no hace falta.

Carla entra en clase con paso decidido, todo en ella sonríe.

– ¿Y a Carla qué le pasa? –le pregunto a Andrea.

– Tienen un rollo: Carla y Ludovica.

– ¿Qué quieres decir con un rollo?

– Pero bueno, Alice, coge apuntes: “llámase rollo cuando dos personas están juntas sin estar juntas”.

– Estar juntas sin estar juntas… Es un concepto complicado…

Andrea resopla.

– Un rollo es cuando dos personas se lo montan, se dan el lote, se enrollan sin ser novias, sin salir juntas. Es una relación un poco clandestina y muuuy poco seria, del tipo “divirtámonos y después, adiós”, ¿entiendes?

Asiento con la cabeza.

– ¿Y Carla sabe que no salen juntas y que sólo es un rollo?

Porque Carla no es una tía de rollos.

– ¡Pues claro que lo sabe!

¡¿Lo sabe?!

– ¿Y le parece bien?

– Bueno, no es tonta, hay oportunidades que las tienes que pillar al vuelo. Ojalá todas las chicas fueran como Ludovica…

Andrea me hace un panegírico sobre Ludovica y creo que ella es de las que se encuentran a gusto en este mundo. Ha entendido cómo funciona: estar juntas sin estar juntas.

– Mira, Alice, tú tendrás que ser más fresca, más como Ludovica…

– Mira, Andrea, yo no quiero a una chica que sólo me quiera para follar.

– Claro, como tú no la tienes…

– ¿Y tú qué sabes?

– No te pasa a buscar por el colegio, no te llama y tú no hablas nunca de ella, ni siquiera dices cómo se llama, cómo es…

Bastaría con tan poco… Se llama Giorgia y es guapa, condenadamente guapa. Hace seis meses que estamos juntas. Dice que me quiere, pero que no quiere que la vean conmigo para que su ex no sufra, pero a mí no me parece una buena razón…

Las estrellas se pueden contar (versión lésbica)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora