Capítulo 20

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En el recibidor, una bolsa que conozco bien. ¡Papá ha vuelto a casa! Ha terminado antes de lo previsto. Me ilumino y voy a su encuentro.

– Sólo he hecho una escapada a ver cómo estáis, después tengo que volver a irme. –Y mi entusiasmo se apaga en seguida.

Mamá se ha levantado de la cama, se ha dado una ducha y se ha pintado. Ahora está preparando la comida, está ahí, delante de los fogones, en silencio, con la mirada fija en las chuletas de la sartén. Voy a mi cuarto a dejar la mochila y el diccionario. Papá se acerca a la camita de Camilla y la coge en brazos.

– Eh, Cami, ya empiezas a pesar, ¿eh?

Mamá apaga el fogón y se reúne con él en la habitación.

– ¡La comida está lista!

Pero él no oye, tan concentrado como está en su hija. Y Camilla se ríe, se ríe desdentada y no deja de poner caras graciosas. Entonces mamá se enfada:

– Déjala. ¿No ves que la alteras?

La quita a la niña y vuelve a dejarla en la camita.

– ¡No la altero en absoluto! –Y vuelve a cogerla en brazos.

Y mamá no quiere que toque a Camilla, no quiere que toque nada, como si esta casa ya no fuera suya y nosotras, sus hijas, tampoco fuéramos suyas. Se la vuelve a quitar y la vuelve a poner en la camita. Y Camilla arranca a llorar, en ese columpio, en ese sube y baja de brazos. Lo entiende, no es un juego. Entonces papá se rinde, coge la bolsa, nos da un beso y abre la puerta de casa.

– ¿Ya te vas? –le pregunto.

– Sí, Alice, me voy. Tu madre no quiere que me quede.

Mamá lo alcanza en el recibidor y le explica las condiciones:

– ¡Si vuelves, tienes que cerrar la puerta detrás de ti y ya está! No puedes seguir yendo y viniendo. ¡No puedes hacer de padre a ratos!

Grita y utiliza muchas palabras, porque no es capaz de decir: “No, te estás equivocando, quiero que te quedes…” Papá cierra la puerta a su espalda, regresa a la “Toscana”. Y mamá, bueno, mamá se vuelve a meter en cama.

Las estrellas se pueden contar (versión lésbica)Where stories live. Discover now