1. introducción

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Mi vida es simple. O eso es lo que era.

Se basa en cumplir con mis responsabilidades, pasar el rato escuchando música o hablando con mi mejor amiga, leer un rato y repetir.

Estoy agusto con eso. Puedo describirme fácilmente: no soy social. Quisiera no sonar como la chica solitaria que se encierra en su cuarto y escucha música toda la tarde porque es única y diferente pero... es lo único que me define. Y aunque me de un poco de vergüenza de vez en cuando, me gusta. Puede sonar muy estúpido, pero es mi forma de vivir la vida.

Esperaba ser algo importante para mí misma de grande. A penas tengo diecisiete soñaba con escribir un libro. Y quizás de nuevo estoy sonando como la chica cliché y aburrida, pero no me importaba lo que pensaran los demás para ese punto. Yo estaba bien así. Además Alex, mi mejor amiga, me apoyaba.

—Deberías de sonreír más, Grace.— me dijo, dándome un golpe con el codo.

Estábamos sentadas en las gradas de la cancha de fútbol. Habían terminado ya las clases. Alex gustaba de venir para acá para hacer los deberes. Decía que era divertido ver a los chicos entrenar. A mi me daba igual, sinceramente, con estar con ella me bastaba.

—Sonrio lo suficiente.

—Yo no lo creo. Deberías de buscarte un novio —musitó soltando una risa. Rodé los ojos.

Ella sabía que no me gustaba hablar del tema. No pensaba mucho en tener un novio o novia. Sinceramente me daba igual. Incluso lo consideraba como una distracción. Alex si tiene pareja, o eso decía ella; aún sigue sin querer presentarme a su persona especial.

—Que tu tengas uno no significa que yo debería —reproché y ella se encogió de hombros, juguetona.

Era lindo pasar tiempo con ella. Alex era la única que me entendía y escuchaba. Nos habíamos conocido años atrás, exactamente en sexto grado. Yo era la nueva y ella fue la que me habló primero, claramente. Desde ahí siempre estamos juntas. Ella acostumbra a ir a mi casa y yo a la de ella. Desde que mi padre murió... nunca había tenido amigas. Hasta que Alex apareció.

—Bueno, pero por lo menos puede atraerte alguien, ¿no? —siseó. Sacudí la cabeza, con negación—. Oh, vamos. ¿Ni siquiera el guapísimo Chalamet?

Bufé. Ese idiota. Sabía que Alex lo nombraba a propósito, pues nunca me había caído bien. Era el chico popular de la escuela, quizás por eso lo detestaba. Ya saben el típico deportista con muchos amigos y una nueva chica con la que pasar el rato cada mes. Y aunque a penas alguna ves había cruzado palabra con él, para mí no era más que un idiota con una vida muy aburrida. Tal vez la mía no era demasiado divertida, pero por lo menos yo no me basaba en la superficialidad como lo hacía Chalamet.

—Ni me hables de ese idiota —bufé.

—No se por qué lo juzgas tanto, tal vez en el fondo es totalmente distinto.

—No me interesa averiguarlo. De verdad, no tengo curiosidad por nadie, Alex —respondí.

—Me aburres. Pero sabes, así mejor. Puedo pasar mi vida contigo hasta que seamos viejas solteras dueñas de cuarenta gatos y una mansión gigante —soltó orgullosa. Sonreí, eso se ajustaba mucho más a mí.

—No es mal plan —dije riendo.

Habíamos estado toda una hora haciendo trabajos de la clase de historia. Normalmente era yo quien la hacía y Alex copiaba todo. Menos en Inglés, ella era mejor que yo.

A pesar de que había nacido aquí, mi madre es colombiana. Desde que tengo memoria he sabido hablar el idioma con fluidez. Mi padre era de aquí, Nueva York. Pero murió hace años. Aún duele recordarlo.

ɴᴏ ᴊᴜᴇɢᴜᴇꜱ ᴄᴏɴᴍɪɢᴏ, ᴛ | Timothée ChalametDonde viven las historias. Descúbrelo ahora