2. equipos

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Cuando llegamos a mi casa, mi madre nos recibió muy sonriente. Siempre le gustaba ver a Alex. Hasta diría que la quiere más que a mí.

—Que guapa se ve, señora García —comentó Alex, a pesar de que iba vestida con su uniforme de trabajo. Mi madre era enfermera.

—Gracias, Alex. Y dime Elena, por favor —contestó mi madre con su particular acento.

Mi madre había conocido a mi padre aquí. Ella estudiaba la universidad con mi padre y decidieron casarse terminando los estudios. Luego nací yo y todo parecía hermoso, hasta que los recursos fueron decayendo. A mi padre no le iba muy bien en su trabajo, por lo que decidió apuntarse como voluntario en en el ejercito. Prometían mucho dinero terminada la guerra en Irak. Pero mi padre no tuvo mucha suerte. Él murió a causa de un tiro en la cabeza. A penas tenía seis años cuando murió, pero su muerte destrozó a mi madre y a mí también. Ahora ella era el soporte en la familia mientras que yo estudiaba.

Alex y yo pasamos a la sala. Ella se echó en el sillón, como si fuera su propia casa, pero no nos molestaba. Yo caminé a la cocina, tomando una manzana verde para luego morderla con entusiasmo.

—Comportense bien. Hay comida en el refrigerador. Llegaré algo tarde, cuiden de Max —expresó mi madre antes de salir por la puerta principal.

Caminé hacia Max. El golden reposaba en su gran cama a lado del sillón. No teníamos una casa demasiado grande, pero lo suficiente para que Max jugara feliz dentro de ella. Pero ahora parecía muy casando y triste para intentarlo. Me arrodillé ante él, acariciando su cabecita.

—Ay Max, ¿por qué tan triste, amigo? —le susurré, sintiendo lástima por mi perrito.

Max movió su cabeza, buscando por más cariño de mi mano. Soltó un gemido algo decaído. Lo miré una vez más, para luego levantarme y mirar a Alex muy cómoda en el sofá mirando tele.

—¡Güey, ese tipo es genial! Yo lo contrataría —dijo aún mirando el televisor.

Estaba hablando de un chico que estaba audicionando en un concurso de talentos de un programa reconocido.

Suspiré algo agotada, acercandome al sofá y dejándome caer sobre él. Me miró preocupada, olvidando por completo el programa.

—¿Qué pasa, Grace?

—Nada... Sólo, sólo quisiera que Max se recupere —solté algo triste. Ella se acercó a mí, colocando una mano en mi rodilla.

—Ey, tranquila. Estará bien. Es un perro muy listo y fuerte. Ya verás que se pone bien.

Suspiré de nuevo. Seguro tenía razón. Sólo debía seguir apoyando a Max. No quería que me dejara. Como lo hizo mi padre.

Alex y yo estuvimos un gran rato mirando cualquier programa. Reíamos ante las estupideces que soltabamos las dos. Siempre la pasabamos bien juntas. Podría vivir sola con ella y los momentos divertidos jamás acabarían.

Terminamos decidiendonos por mirar una película en el canal de niños. Era una animada de princesas. Me encantaban esas películas, aunque Alex sólo hacía comentarios de lo malas que eran pero aún asi disfrutaba mirarla.

En un momento, el celular de Alex empezó a sonar. Lo ignoró al principio, pero luego, al ver que era constante, decidió mirar de quien se trataba. La cara que puso era para una foto.

—Eh... Uh... Voy al baño —dijo nerviosa, saliendo de la manta que tenía sobre las piernas.

La miré curiosa.

—¿Quién es?

—Na-nadie —balbuceó. Entrecerré los ojos. Era obvio que algo escondía.

Me acerqué a ella con cautela. Ella escondía el celular detrás de ella.

ɴᴏ ᴊᴜᴇɢᴜᴇꜱ ᴄᴏɴᴍɪɢᴏ, ᴛ | Timothée ChalametWhere stories live. Discover now