29. dulce

3K 157 185
                                    

(1/2)

No recordaba ni podía contar las veces en que había estado en esa misma situación: sentada en el asiento de copiloto en aquel auto, mirando por la ventana el paisaje mientras una música con un volumen bajo sonaba y adornaba el ambiente de una forma abrazadora.

Sin embargo, esta vez se sentía distinto. Presentía que las veces anteriores, siempre me había sentido dudosa e incluso temerosa del paradero del viaje y el conductor del auto. Pero esta vez estaba calmada. Esta vez quería ir sin miedo. Esta vez estaba segura de que me sentía bien a su lado.

Las estrellas alumbraban la noche de una manera tan intensa que de hecho dude que siguieramos en Nueva York. Cada vez habían más pinos y más naturaleza salvaje rodeando la autopista. Habían solo un par de autos cruzando el camino igual que nosotros.

¿Quién sabrá realmente nuestro destino? Era sólo nuestro, teníamos el poder de manipularlo una noche y podía sentirme poderosa. Me sentía bien, aún cuando el frío empezaba a enfriar mis extremidades.

Fue inevitable reconocer el lugar. Las luces tenues pero llamativas me hacian saber en donde estabamos. Timothée detuvo el auto a penas estuvimos cerca del lugar.

Lo vi bajarse del auto de manera rápida. Fruncí el ceño cuando lo vi tan apurado correr hasta el lado de mi puerta. La abrió pero no por completo, y me escaneó de pies a cabeza. Me sonrojé ante su extraño comportamiento; yo seguía sentada como nada mirándolo confundida.

—¿T...?

—Te morirás de frío así —soltó, sin dejar de escanearme.

Alcé las cejas. ¿Acaso se estaba preocupando por si tenía frío? Me causaba demasiada ternura.

—No hay problema, estaré bien —dije despreocupada mientras empezaba a desabrocharme el cinturon.

Pero T me detuvo.

—No no no. No salgas aún. No quiero que te resfríes. Espera aquí —dijo rápudamente antes de correr hasta el maletero del auto.

Sonreí de inmediato. ¿Acaso estaba conociendo el lado más tierno de Timothée? Si era así, me emocionaba bastante y hacía que la pequeña personita en mi estómago bailara feliz.

No tardó mucho en llegar de nuevo a la puerta y pararse en frente mío.

—Ten, ponte esta —pidió, pasandome un suéter algo grande para mi talla.

Tomé el suéter lentamente mientras lo miraba. Era como ver a un ángel de un cabello hermoso brillar bajo la oscuridad de la noche.

Salí del auto y me fijé como T esperaba ansioso a que me pusiera su suéter. Le di una ojeada a la prenda en mis manos. Era una sudadera simple, monocromática que parecía bastante cálida para resguardarme del frío de la noche. Luego miré a Timothée otra vez y quise reír. Parecía una mamá esperando a que su hija se vistiera.

La suavidad de la sudadera podía sentirla de inmediato en la yema de mis dedos, pero pensé rápidamente en cómo la cálida y encantadora sensación a terciopelo que me provocaba la clara piel de Timothée no podía compararse con nada.

Nada.

Se me ocurrió hacer algo más divertido cuando me dí cuenta de que empezaba a fastidiarse de verme estática, sin colocarme su abrigo.

—¿Qué esperas? Póntelo, García —soltó impaciente.

Este lindo idiota me sigue llamando así. García.

Reí maliciosamente antes de arrojarle el sueter en toda la cara y salir corriendo lo más rápido que pude hasta el campamento a la orilla del lago.

ɴᴏ ᴊᴜᴇɢᴜᴇꜱ ᴄᴏɴᴍɪɢᴏ, ᴛ | Timothée ChalametDove le storie prendono vita. Scoprilo ora