30. agrio

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T's pov:

La luz del día colándose entre los diminutos oroficios en la tela que cubría la tienda fue el cupable de que mis ojos se abrieran con pereza. Siempre, desde que mi hermana se había ido de casa, el despertar se sentía como un infierno. ¿Por qué tenía que despertar? ¿No podía permanecer en cama todo el día, ahorrandome actitudes molestas y prometedoras que debía mantener? Pero, al fin y al cabo, después de toda esa lucha mental, terminaba parandome de cama, en casa, en esa maldita casa.

Y fue un choque de realidades cuando supe que no estaba en un lugar que me provocara querer domir para siempre. Esa luz amarillenta de la mañana era la más agradable que mi piel haya recibido hasta ahora. Esa brisa matutina era tan fresca que empezaba a dudar sobre si eso fuese real.

Pero no estaba soñando y mucho menos estaba muerto. Estaba vivo, y a mi lado, el cuerpo de una hermosa chica yacía dormido sobre la colcha de pieles.

Eso último era el aspecto que me hacía pensar en que todo eso era un enigma. Un gigantesco enigma dentro de mi mente. Quería saber, genuinamente, qué había hecho, qué había sucedido para que yo, siendo lo que soy, haya sido bendecido con ella, esa chica que respiraba tranquilamente a mi lado.

La adoré con mis ojos por un buen rato. Miré su pecho subir y bajar lentamente. Sus labios entreabiertos soltando un cálido aliento. Sus rodillas rojizas rozando contra mis piernas. Y su rostro, su hermoso rostro que adornaba de manera magnífica su precioso cuerpo. Su cabeza reposaba sobre mi pecho. Era un regalo, sinceramente.

Pasé mis dedos contra el contorno de su cara, recorriendo su suave piel y los diminutos vellitos rubios sobre su cachete que le daba una sensación tan impresionante a su rostro.

Sin querer, mi tacto despertó a la chica de la que me estaba incontrolablemente enamorando.

—¿T...? —murmuró ella. No tenía ni idea de cómo amaba el apodo que siempre salía de sus labios.

Grace no abrió los ojos, pero pasó su mano por mi torso desnudo hasta reposarlo sobre mi pecho superior, cerca de su cabeza.

—Buenos días —le dije. Vaya, ese era el primer 'buenos días' que decía con tanta verdad.

Grace sonrió. Sólo ese mínimo gesto volvía mi alma y corazón terriblemente locos. Lo que ella desprendía era similar a lo que la gente definiría a "magia".

—¿Qué hora es? —preguntó con una voz ronca, estaba todavía muy adormilada. Pase mis dedos por el contorno de su frente con ternura.

—No tengo idea. Mi celular se quedó sin batería —contesté sin mucha importancia; estaba demasiado encantado con la vista que tenia hacía su rostro.

Grace gruñó y se acurrucó en mi pecho, acercándose aún más. Temí en que pudiera escuchar claramente los latidos frenéticos de mi corazón. Pude sentir sus piernas desnudas deslizándose sobre las mías. Mi brazo izquierdo abrazó la piel de su cintura para atraerla a mí más cómodamente.

Traté de no pensar mucho en que estaba casi desnuda bajo las sábanas y todo lo que había pasado la noche anterior para no tener que despertar a mi otro amigo...

Sin embargo, el recuerdo embriagador de lo que hicimos la noche pasada hacía todo mi cuerpo calentarse en una sensación intensa. Nadie nunca me había hecho sentir tan completo.

—Quiero dormir más —murmuró, soltando un cálido aliento a mi torso desnudo.

Sonreí aún más. Sentí que era demasiado inocente y buena, ella merecía que el mundo girara para ella.

ɴᴏ ᴊᴜᴇɢᴜᴇꜱ ᴄᴏɴᴍɪɢᴏ, ᴛ | Timothée ChalametDonde viven las historias. Descúbrelo ahora