24. muletilla

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Una molesta alarma sonó, causando que un gruñido que no era mío junto a unas patadas molestas se hicieran presentes en la habitación. Arrugué los parpados, molesta de recibir golpes de la persona que dormía a travesada a lo largo de la cama.

Pasé mi mano por el despertador y lo apagué de golpe. Suspiré cuando dejé de oirlo sonar.

Alex roncaba sin disimulo, rendida en sus sábanas. Apenas quedaba un espacio casi considerable para que yo descansara, pues mi mejor amiga ocupaba casi el ochenta por ciento de ésta. De todas maneras no podía quejarme, ella me había recibido con brazos abiertos y sin aparentes dudas de las que porque mi presencia a tales horas en su casa. Pensé que sería una buena idea decirle a mamá que me había quedado con Alex para terminar un proyecto y estaba muy cansada para volver a casa en la noche. Por suerte, mamá me creyó y no hizo demasiadas preguntas al respecto.

Pero, aunque Alex no había dicho mucho, sabía que se moría de ganas por saber porqué había llegado tan tarde a su casa, traída en el carro de Timothée. Esa era una larga respuesta que dar. Tenía miedo de confesarle el problema con la mochila, pero T insistió que me relajara; si no encontraba aquello que tanto buscaba, era porque alguien podía tenerlo, sólo tenía que preguntar por él. Lo que no sabía T, era que si la mochila estaba en manos de alguien como Bruno, estaba jodida.

Abrumada con el sentimiento constante de angustia, salí de la cama, posando los dos pies en el frío suelo y caminar hasta el baño de Alex. Estaba algo incómoda de saber que en los cuartos del pasillo descansaban otros tres chicos mayores que yo, por eso me alegré de recordar que mi mejor amiga contaba con un baño propio; era de esperarse, es la más consentida, de todas maneras.

Era aún muy temprano, no tenía ni idea de porqué la alarma de Alex había sonado. Gruñí después de mojar mi rostro con agua fría, despertando mi cerebro y cuerpo de golpe. Al verme al espejo, arrugué los labios en disgusto. Me veía del asco recien levantada. Eso bajó un poco mi autoestima. ¿Me querría alguien después de verme en tal estado? ¿Qué pensaría... T?

Salí del baño con un ánimo de inseguridad sobre mi misma. Cuando alcé la vista a la desordenada cama de mi amiga me di cuenta de que ella ya no estaba ahí, sino, en el suelo, aún dormida. Eso me sacó una tonta sonrisa.

Me acerqué a ella y, pensando en cómo despertarla, se me ocurrió algo divertido. Pasé sobre ella hasta acostarme en la cama y, una vez en la orilla de ésta, me dejé caer sobre Alex.

Claramente, su fuerte gruñido no tardó mucho en sacudir mis oídos que estaban peligrosamente cerca de su boca maloliente.

—¡Graaaace! —alargó en una queja sonora.

Reí sobre ella.

—¿Hm?

—¡Quítate! ¡Pesas más que un hipopótamo! —soltó ella molesta.

Alcé una ceja algo ofendida.

—Pues tú duermes como un maldito oso —me defendí.

Alex volvió a gruñir y rodó sobre el suelo hasta alejarse de mí. Su cara quedó mirando el techo, y cuando decidió abrir los ojos, soltó un quejido.

—¡Qué pésimo despertarse! —exclamó con la voz chillona.

—Estoy de acuerdo, pero gracias a tu tonta alarma, yo fuí la que se despertó a la fuerza —me quejé aún con la espalda en el suelo.

Alex giró la cabeza y frunció el ceño.

—¿Qué alarma?

Rodé los ojos. Me incorporé hasta sentarme en posición de indio sin dejar de verla.

ɴᴏ ᴊᴜᴇɢᴜᴇꜱ ᴄᴏɴᴍɪɢᴏ, ᴛ | Timothée ChalametWhere stories live. Discover now