28. tristeza

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Sabía que era mal momento para huir. Era una pésima circunstancia para escapar de nuevo, pero sentía la necesidad en cada fibra de mí... pero no podría hacerlo, estaba atrapada en toda esa maldita situación.

Ambos, Timothée y yo, caminabanos en silencio por el pasillo de nuestro Instituto siguiendo al director que nos llevaba a su oficina. Había un silencio mortal que cargabamos juntos, y ni una sola mirada. Presentía que estaba arrepentido, pero no de haber hecho lo que hizo, sino por otra cosa que desconocía.

A Bruno se lo habían llevado al hospital y me temblaban las manos de pensar que quizás sus padres presenten cargos. Alex quizo preguntar sobre todo pero no pude ni siquiera decirle ni una palabra. Y miré a Michael... luego quité mi mirada.

Mi garganta estaba tan seca que dolía el respirar. Hasta ahora debía de ser el peor día después de la muerte de mi padre.

Giré mis ojos para observar al castaño a mi lado. Su mirada permanecía en el suelo y sus labios tan cerrados que parecían estar pegados. Sabía que le dolían los puños después de casi destrozarle la cara al idiota de Bruno; algo dentro de mí le gustaba aquello, pero era más grande la sensación de culpa y miedo. Podía darme cuenta de como sobaba disimuladamemete las heridas en sus nudillos y como sus pasos eran un poco torpes a causa de su lesión.

El director detuvo su paso de repente cuando estuvimos frente a la oficina. El camino había sido tan horrible como el camino a la mismísima muerte.

Nos dejó entrar y Timothée se sentó de inmediato en la silla que encontró primero. Estaba cansado. Yo avancé lentamente mientras notaba la pesada mirada del director Callagan sobre nosotros. Me senté en silencio. Callagan dió un fuerte suspiro de estrés antes de acercarse a su escritorio.

—Me... sorprende, a qué nivel de... violencia hemos llegado... señor, Chalamet —dijo con su usual voz lenta y dura. Tragué saliva para humedecer el nudo de mi garganta que empezaba a crecer.

Timothée no dijo nada, aún mantenía la mirada gacha y los puños apretados.

—Y de... usted, señorita García... no pensé que... usted se metiera en tales... problemas... —alargó con seriedad.

—Señor, Callagan, usted no-

—Silencio... —me interrumpió con brusquedad y mi cuerpo por inercia se movió hacia atrás—. No quiero escuchar nada... hasta que haya terminado...

Apreté los labios y asentí lentamente.

—Bien... incluso en su catastrófica situación obtuvieron... algo de suerte —pronunció con lentitud—. Los padres del... joven González no... no van a presentar... cargos en ustedes...

Mi corazón empezó a bombear con más normalidad después de haber escuchado aquello.

—Grace no tuvo nada que ver —habló Timothée de repente. Callagan lo miró de mala manera.

El director se apoyó un poco en la mesa para acercarse al rizoso, una acción que hasta a mí me aterró.

—Si ella no... hubiera tenido nada... que ver, no estaría aquí por... su propia voluntad... —espetó Callagan. Parecía que sus palabras costaban un poco más de pronunciar cada vez que hablaba.

T frunció las cejas al no entender. Pero era verdad. Iban a llevarse sólo a Timothée a dirección, pero no me pareció para nada justo dejarlo sólo cuando fuí yo quien inició todo. Le dije a Callagan que yo había estado buscando pelea con Bruno porque él había estado provocándome y T simplemente fue a defenderme. Mentí por el bien de ambos.

—Sé perfectamente... que ustedes recurrieron a la violencia... sin haber llamado a una autoridad antes... —aclaró—. Por lo que tengo... entendido, el señor González... fue el que estaba... incitando la pelea... —dijo mirandome fijamente.

ɴᴏ ᴊᴜᴇɢᴜᴇꜱ ᴄᴏɴᴍɪɢᴏ, ᴛ | Timothée ChalametWhere stories live. Discover now