33. desesperación

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Mi respiración estaba agitada y eso lo sabían todos. Todos podían ver la desesperación dentro de mí. Mis manos temblaban y no podía ni siquiera describir para mi cabeza las emociones tan aterradoras que me tenían al borde de las lágrimas. Estaba luchando como podía para que me dejaran pasar, las enfermeras insistían que no podía acercarme, no podía pasar a ver lo que le sucedía.

Todo en mí era una preocupación tan abrumadora que sentía que todos mis huesos me traicionarían para luego hacerme caer.

Las luces blancas eran cegadoras y las paredes del mismo color me mareaban. El hospital estaba lleno de gente pero sentía que estaba en mi soledad, mi cuerpo atrapado en un círculo sin fin de desgracias y la persona que abrazaba mi frágil corazón se iba por la camilla del hospital a través del pasillo. Sin mí. Se iba.

¿Era culpa mía? Creo que mi mente empezó a asimilar que el echarme la culpa ya no tendría sentido, pues incluso cuando no lo fuera me sentiría inútil. Ambos habíamos hecho que el destino del otro terminara fuera de las casillas seguras. Dos personas que simplemente estaban alborotadas y se encontraron las unas a las otras. ¿Qué tan desastrosos debíamos ser para haber terminado así? ¿Quién era de los dos? ¿Tendría sentido seguir luchando? ¿Tendría sentido buscarle una buena razón a esa fuerte atracción en ambos?

¿Valía la pena que por mí, la persona que amaba estuviera a punto de morir?

No dejaría que se fuera sin mi. No dejaría que se fuera, y yo siguiera aquí.

[Presente]

¿Qué?

—Quieren... hacerle daño... Grace, por favor... —repitió Pauline al otro lado.

Ya no podía saber que era real y que no. Mi mundo jamás había girado tantas veces como en ese mismo momento. Escuchaba voces alrededor mío pero no podía captar ninguna. Era como aquel día, ese terrible día en el que mi madre y yo recibimos la noticia de el fallecimiento de mi padre... era una sensación tan parecida que pensé que iba a romperme ahí mismo.

—Iré a tu casa —fue lo único que mi mente logró obligarme a decir antes de colgar.

Estaba llorando y no me había percatado hasta que Alex empezó a sacudirme con desesperación. Había llorado tanto ese día que ahora era difícil ver claramente y no sentir un dolor intenso en la cien. No tenía ni idea de lo que habría querido decir Pauline, pero su voz, sus palabras y el nombre de él tuvieron el poder de sacudir las columnas quebradizas dentro de mí.

Las luces en la casa se veían tan borrosas a causa de las lágrimas en mis ojos que me hacían pensar que quizás eso era un horrible sueño.

Grace...

Grace...

¡Grace!

—¡Grace! —mi mejor amiga alzó la voz, despertando a mi subconsciente para regresar a la realidad.

Sabía que mi rostro permanecía en un estado tan serio y catastrófico que podían hacer pensar lo peor a las demás personas en la sala.

—Alex... Timothée... él... —la mirada de Alex me hizo reconocer el miedo en su cuerpo—. Tengo que ir a su casa... —susurré sin alma en mi cuerpo.

ɴᴏ ᴊᴜᴇɢᴜᴇꜱ ᴄᴏɴᴍɪɢᴏ, ᴛ | Timothée ChalametWhere stories live. Discover now