18. desayuno

3.2K 224 120
                                    


Recordé ese dolor de cabeza de nuevo. El dolor que causaba la luz del día en mi cara. El mareo y las náuseas también las reconocí. El malestar me lo decía todo: había estado ebria.

Quise golpearme a mí misma, pero ni siquiera encontré la fuerza para hacerlo. Mis ojos tenían demasiada pereza para abrirse por completo. Quería seguir durmiendo, pero mi cabeza daba vueltas y era prácticamente imposible.

Estás loca, Grace, pensé para mí misma.

¿Cómo diablos había acabado tan mal? Ni siquiera podía esforzarme a recordar algunos de los sucesos que me hayan llevado hasta mi cama. Bueno, de eso si que estaba segura, estaba en mi cama, el aroma a mis peluches afelpados me lo decía todo.

Lo último que recordaba a duras penas era que había sentido una profunda rabia por alguien la noche pasada.

Cuando abrí los ojos, juré que ya había empezado a alucinar cuando pensé ver una silueta en frente mío, como si estuviera sentada en mi silla. Froté varias veces mis ojos, pero la silueta imaginaria no desaparecía.

Entonces me dí cuenta de que no era mi imaginación.

—¡¿Qué mierda?! —grité por impulso, viendo asustada como la persona que dormía en mi silla se despertaba de golpe y caía al suelo.

Mi respiración estaba agitada y por alguna razón había tomado mi cobija como un tipo de protección a cualquier peligro, tapando mi cuerpo hasta mi nariz.

El susodicho se quejó repetidas veces antes de levantarse del suelo con una mano sobando su cabeza. Fruncí el ceño al darme cuenta de quien se trataba. ¿Pero que carajo....?

—¿T? —pronuncié con un tono atacante. Él era a la última persona que me hubiera gustado ver en mi cuarto en la mañana. O por lo menos en ese estado mental.

El chico me miró y alzó las manos para que me calmara.

—García, tranquila. ¿Cómo te sientes?

Sentí una fuerte punzada en mi cabeza, cerrando los ojos por un momento a causa del dolor provocada por una resaca. Él pareció notarlo, pues esa reacción había sido mi única respuesta.

>>Voy a traerte algo. Ya vengo —avisó antes de salir de mi cuarto.

Mi ceño seguía fruncido. Estaba más que confundida. ¿Qué hacía él aquí? ¿Cómo había regresado y cuando? ¿Mamá estaría en casa?

Pero no pude responder a ninguna de mis preguntas metales, pues el chico había llegado velozmente a la habitación con un vaso de agua y algo más que sostenía en su otra mano. Se acercó a mí, ofrenciendo lo que traía para que lo tomara. Al principio sentí el impulso de alejarme de él, pero al no ver solución a aquella situación, simplemente accedí y tomé la pastilla.

Timothée se sentó de nuevo en la silla giratoria de mi escritorio, pero la acercó un poco más a la cama. Estaba sentada en posición de indio, aún protegida por mi cobija.

Cuando terminé de tomar la gloriosa píldora, miré a Timothée con confusión.

—¿Cómo te sientes? —me volvió a preguntar después de un incómodo silencio.

Fruncí los labios. De la mierda.

—Confundida —respondí con el mismo gesto de dolor que antes.

T sonrió de lado.

—Creo que es un síntoma común de la resaca —señaló obvio.

Yo ni siquiera cambié mi expresión de desagrado.

ɴᴏ ᴊᴜᴇɢᴜᴇꜱ ᴄᴏɴᴍɪɢᴏ, ᴛ | Timothée ChalametWhere stories live. Discover now